[Resubido por error de orden.]
Mientras Willy se encontraba sentado en el sofá de la casa de Rubius, tocando su anillo con devoción y hablandole a Vegetta con ilusión, había un híbrido mirando desde la mesa de madera, sentado con las piernas cruzadas, soltando pequeños y casi inaudibles gruñidos. Y ahí estaba Rubén, arañando la mesa mirando a los dos chicos hablar con cariño, ¿por qué se sentía excluido? El estaba la mayor parte del tiempo con Vegetta, y no estaba mucho tiempo con Willy pero estaba conforme. Quizá es su problema por ser un tanto posesivo. Desde lo que ocurrió con cierto chico de lentes y un pelirrojo, el estaba más dependiente sobre sus dos prometidos. Sí, hablaban de eso, y fue a terapia con Auron, pero aún así, no mucho cambió. Los ojos color menta se encontraban fijos en Guillermo, observando cada movimiento, cada expresión, cada tacto que tenía con Samuel, con un rostro neutral, pero sus pensamientos lo atacaron, como olas agresivas yendo directo hacia el. ¿Por qué estás más con el que conmigo? ¿Por qué el se ve más feliz contigo?
Tantas ganas de preguntarle. Se culpaba a él por no ser elocuente, por no ser determinado, por no ser como Vegetta, por no poder ser como Willy.
Volvió a la realidad gracias a las risas de Diaz y pensó en algo para poder separarlos y tenerlos a los dos.
"Deberiamos ir al bosque a escalar las montañas."
Dijo el híbrido, fingiendo inocencia.
"No es mala idea... "
Dijo el pelinegro, siendo interrumpido por el tono de llamada de su teléfono, al ver quién era, se quejó frustrado, y siguió:
"Aunque no puedo ir, chicos, Merlon y Cerdus Gil están planeando más construcciones y necesito tener completo el papeleo."
"Entonces no vaya- "
"No pasa nada, te traeremos algo de regreso. Como una roca o una flor."
Interrumpió Willy, apresurado, ganándose la mirada confusa de el noruego. Vegetta río por lo bajo mientras asentía y se iba de la casa para atender, y completar sus tareas.
"Bien, ¿vamos?"
El híbrido no lo iba a negar, la voz del albino era atrapante, sentía ganas de besarlo cada vez que la escuchaba. Sonrió vagamente y abrió la puerta.
"A darle."
Y ahora se encontraban yendo, bajo el sol, por el bosque, distanciados considerablemente, quitando las ramas del camino con las manos y dejando sus pisadas escucharse lo más fuerte posible. Los pájaros no cantaban. La tensión era un tanto pesada. Era obvio que había algo de que hablar. Entonces, el de gorro decidió hablar.
"A que no llegas a escalar... esa montaña en cinco minutos."
Dijo con una mirada desafiante, el albino de ojos esmeralda, señalando la montaña más cercana. Sonrió cuando vio la expresión del híbrido, que se encontraba insultando por lo bajo.
"A que no llegas a la cima primero."
Dijo, también desafiando a Diaz, mientras corría hacia la montaña.
"¡Eh! ¡El conteo!"
Río Willy, mientras lo seguía y se daban a escalar.
Cuando Rubén subió a la montaña, y sacudió su ropa, se declaró victorioso. El albino subió unos segundos más tarde, ahora riendo y felicitandolo. El clima oscureció, presentando poco a poco la noche. El anochecer le daba una luz diferente a la montaña.
"Te pasa algo."
Interrumpió Guillermo, neutral, mientras se acercaba al noruego.
"¿Eh? Nah, tío, está todo bien."
Cuestionó falsamente el híbrido.
"Te pasa algo. Estás distinto. No ríes como lo haces siempre, no me hablas como solías hacerlo, dejaste de ver el lugar con alegría como siempre lo haces cada vez que vamos a un lugar."
Repitió el albino, que ahora tenía una mirada preocupada y el ceño fruncido. El oso se sorprendió al ver que este prestaba atención sobre ciertos detalles sobre el, estaba halagado, quería decirle algo pero...
"Eres el favorito de Vegetta, lo sabes, ¿no?"
Soltó directamente el híbrido. Estaba enojado, consigo mismo. La culpa sobre no ser como el piensa que sus prometidos esperan, recargaba sobre su espalda.
"Siempre me dejan de lado cuando están los dos juntos, se debe sentir bien, ¿no?"
Siguió impulsivamente. Fingía que era falso, una broma, pero, realmente, no lo era.
Los dos se miraban, hasta que el híbrido cortó la competencia de miradas y se puso de espaldas, fingiendo estar ofendido.
"Rubius, pero- "
"Pero bien que disfrutas acapararte a De Luque, eh."
Continuo cruzado de brazos, aguantando la risa. Ahí fue cuando el noruego sintió brazos rodearlo. Brazos finos, pálidos, brazos que Rubén calificaría como mamadisimos.
"Admite que estás celoso."
Dijo el albino, sonriéndole y llenando de besos su mejilla.
"Te amo. Estoy celoso de que no te tenga conmigo tanto tiempo como Vegetta te tiene consigo. A veces, deseo ser como tú, quiero ser así de perfecto."
Dijo riendo, volteandose para corresponder el abrazo. Ruben sentía como su pequeña cola se movía, dejando expuesta su felicidad.
"Eres perfecto, precioso, así como eres."
"Deberías pensar lo mismo de ti."
Ahí fue cuando la distancia era corta, que juntaron sus labios en un cálido, un fino, un perfecto beso. Las mejillas de los dos se tiñeron carmesí, y cuando se separaron, con ligeros jadeos, conectaron miradas. El oso amaba caer frente a esa perfección misma, a esa fineza, a esa elocuencia, a ese liderazgo, amaba a el albino. Las estrellas estaban hermosas, y la luna que tímidamente mostraba su belleza, reflejaba en los ojos de ambos.
Lo hizo, realmente extraño ese tacto que tenía Willy, realmente anhelo todo el día un beso de el.
"Eso sí, si vamos a casarnos, procura aprender a compartir."
Río Guillermo, feliz al haber obtenido una sincera risa del noruego, que ahora apoyaba su frente en el hombro de Diaz.
"Al toque, mi rey."
Se le hacía tan difícil compartir dos paraísos. Más cuando los dos se unían en uno.
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"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]
RomanceSabían compartir. Se habían enamorado. Todo encaja, ¿no?