34. Viajes y charlas

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<Alice.>

Nos encontrábamos en un tren rumbo a Milán. Sí… de nuevo.

Verán, aparentemente nuestro viaje hacia Roma para contactarnos con Asclepio había sido un fracaso. El dios nos había echado porque “presentía que algo malo iba a pasar”. Una mierda, lo sé, con mi experiencia con Claire, yo esperaba algo como un retiro espiritual. Y no, no me refiero a ritos a Buda o a Mahoma, o incluso sacrificios en nombre de Satanás. En fin… básicamente habíamos desperdiciado dinero para los boletos Milán-Roma, el autobús hacia el Castillo Sant’Angelo y las entradas para entrar al castillo. Habíamos tenido que pedirle dinero prestado a Dante, ya que necesitábamos para el tren y luego para el autobús para recorrer los 60 kilómetros de distancia hacia la ciudad de Lombardía.

 Era algo vergonzoso, yo nunca había estado en la situación de tener que pedir dinero prestado, lo cual me hacía sentir afortunada por mi familia y mi buena posición económica. Los extraño mucho. A mamá, a Joe, a Sophie, mis amigas Savannah, Leigh y Georgina, y hasta a Eliza, la ama de llaves, a quién conocía desde pequeña. Dioses, mis amigas deben estar furiosas conmigo. Según lo que dijo Bruno, mi madre les dijo que estaba en algún tipo de campamento. Ellas no caerían en eso, sabían cuánto odiaba el no dormir en mi casa. ¿Qué pasaría cuando volviera a Miami? ¿Qué diablos les diría? No podía simplemente confesarles que era hija de Apolo, el dios griego, y que había estado todo el verano en un campamento con otras personas como yo. Seguramente me insultarían creyendo que les estaba tomando el pelo y luego me llamarían loca. Y eso si decidía contárselos…

Mierda, vaya que era difícil ser mestizo.

Acuné mi mejilla derecha con mi mano y apoyé la mejilla izquierda contra el cristal de la ventanilla. Inhalé e inmediatamente el vidrio se empañó aún más, ya que ahora estaba lloviendo.

Leo advirtió de inmediato mi comportamiento y se sentó junto a mí.

—Eh, ¿qué tienes? –tomó suavemente mi muñeca, y me obligó a mirarlo- ¿Está todo bien?

Suspiro y lo miro.

—No –confieso- Tengo miedo de enfrentar a la vida real. ¿Sabes? Estar aquí contigo y con los demás chicos del Campamento Mestizo, y con todos mis poderes… se siente como soñar y vivir en un mundo de fantasía. Cuando el verano termine, despertaré y volveré a Miami –paso mis manos por su nuca, puedo notar como se le eriza la piel- No quiero tener que esperar hasta el verano entrante para volver a sentir que estoy soñando.

—Alice… -comienza  y sostiene mi mentón con su pulgar- Yo permaneceré en el campamento, te prometo que en cada ocasión libre que tenga iré a visitarte. No estamos tan lejos, después de todo, sigue siendo la costa este. –suspira- No quiero interferir con tus estudios. Tú tienes la oportunidad de ir a una prestigiosa universidad y un futuro brillante.

—No interfieres con nada –meneo la cabeza- Así tenga un examen final al día siguiente, quiero verte –digo segura.

Ríe con amargura.

—Sigo preguntándome porque estás conmigo.

Retiro su mano de mi rostro y lo fulmino con la mirada.

—Nunca más digas eso, Leo. ¿Me escuchaste? Es horrible.

Estira el puño y lo apoya sobre el cristal. Me encuentro rodeada entre su brazo.

—Al, tú eres lo que todo chico quiere.

Niego y acerco mi rostro al suyo.

—Pues tú eres lo que yo quiero.

Fix Me {Leo Valdez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora