33. Asclepio nos echa y... nos queda una alternativa

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<Alice.>

—¿Qué sucede? –pregunté en cuánto fuimos a una parte alejada del patio.

—Quiero que se vayan –sentenció con gravedad.

Abrí los ojos como platos.

—¿Qué? Pero, ¿qué paso? ¿Y qué hay de mi entrenamiento? También quería pedirte a que me ayudes a mejorar mis poderes curativos –fruncí el ceño- ¿Hicimos algo que te moleste?

—No –fue lo único que dijo- Pero tengo un mal presentimiento, y aquello nunca es bueno.

—Eso puedo imaginarlo –escupí con desagrado. Estaba actuando como una chiquilla malcriada, pero aquello era verdaderamente injusto. ¡Nosotros no habíamos hecho nada malo!

—Les doy hasta el amanecer –aflojó su expresión- Lo lamento, Alice Harries, en verdad. Pero la seguridad de mis hijas y de mi esposa está primero. No espero que lo entiendas.

Dejé caer mis hombros y asentí ligeramente.

¿Qué diablos estaba sucediendo?

Retrocedí lentamente, me giré y caminé rápido de vuelta hacia donde estaban los demás. Me recibieron miradas confusas y de intriga. Me adelanté hacia donde estaba Leo y tomé su mano y prácticamente lo arrastré hacia el Castillo. Nos detuvimos en uno de los pasillos internos y lo miré fijamente. Él estaba de espaldas a la pared y yo estaba frente a él, cruzada de brazos.

Sonrió pícaramente.

—Alice, si quieres violarme puedes decírmelo. No me opondré. –prometió con una sonrisa.

Quise echarme a reír, pero el asunto sobre el cual debíamos hablar era bastante serio, así que me contuve.

—¿Un regalo adelantado de cumpleaños? –preguntó esperanzado. Meneé la cabeza, aunque aquello me recordó que faltaban menos de dos semanas para que Leo cumpliese dieciséis.

—Uh oh. Aquella expresión en tu bello rostro –me miró fijamente-, no veo venir nada bueno.

Suspiré.

—Me temo que no –me abracé a mi misma- Asclepio nos echó. Quiere que nos vayamos antes del amanecer.

Parpadeó.

—Leo –exigí molesta- ¡No me digas que te enrollaste con una de sus hijas!

Levantó las manos y en su rostro percibí nervios. Alcé el mentón en un aire intimidante y él se encogió un poco.

—¡N-no hice nada! Lo juro –tragó saliva- Ni siquiera una insinuación.

—Es fácil interpretar tus miradas lascivas. –repuse.

—Mis miradas lascivas son solo tuyas, nena –me guiñó un ojo.

Relajé los hombros y volví a esforzarme en no reír, pero con Leo era imposible.

—Cielos, Alice –se pasó las manos por el pelo- Cuando quieres eres verdaderamente intimidante, lo sabes, ¿verdad?

—Es útil, aunque no lo creas –me encogí de hombros.

—Vaya que lo creo. –elevó sus comisuras y luego agitó sus rizos- Volviendo al tema, ¿cómo que Aseo Limpio nos echó?

—Asclepio –corregí- No preguntes, no tengo ni la más mínima idea. Solo dijo que tenía un mal presentimiento.

—Bueno, somos semidioses. Eso es algo normal –comentó él- De todos modos, cuando un dios dice eso acerca de los mestizos, ten por sentado que es cierto.

Fix Me {Leo Valdez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora