13. Betty, la novia de Festo

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<Alice.>

De acuerdo.

No es sólo un problema mío, pero si un chico guapo, divertido, amable y dulce te dice que eres hermosa, no te lo tomas a la ligera.

Y tampoco te quedas tranquila cuando te enteras que tuvo una historia de amor con la mismísima Calipso. Claro, yo ya había escuchado sobre ella. “Increíblemente bella” ugh. De seguro Leo me había dicho que era hermosa por pura compasión, ¿en qué clase de estándar estás cuando te comparan con la reina de Ogigia? Yo no podía competir con eso. Además, ¡ni que quisiera competir por eso! Claro que me ruborizaba, explotaba, estaba feliz y me enojaba todo a la vez cuando estaba con él, pero es normal, ¿no? Quiero decir, cuando pasas casi todo el día con un chico que está bueno y te hace reír, es una reacción normal. No es nada del otro mundo, si por algún milagro de los dioses un chico guapo llega a darme siquiera la hora, explotaría, estaba segura.

Ignorando todo esto, lo seguí, hasta una parte del bosque que no estaba lejos del búnker 9.

-¿Qué hacemos aquí? –pregunté.

-Ya lo verás –sonrió- Pero primero tendrás que cerrar los ojos.

-De acuerdo –murmuré y coloqué mi mano sobre mis ojos, entreabrí un poco el espacio entre el dedo corazón y el meñique.

-Eh, sin espiar –me dijo dándome un golpecito juguetón, a continuación sacó un pañuelo de su cinturón mágico- Toma.

Agarré el pañuelo y lo até sobre mis ojos.

-Lista –dije.

-Bien, quédate aquí, vuelvo en un segundo –me dijo y lo único que escuché después fue el completo silencio.

Me quedé quieta imaginando que estaba en un escenario, después de todo, no era la primera vez que me vendaba los ojos para bailar, por supuesto, ahora no lo haría, porque Leo podría volver y sería muy bochornoso que el me mirara.

Un sonido proveniente de mi estómago me devolvió a la realidad.

-Diablos –susurré para mí misma, no tragaba bocado desde el mediodía, oh santo dios, dame fuerzas para continuar.

-¡Estoy de vuelta! –oí una voz detrás de mí, luego de unos diez minutos. Intenté ocultar la sonrisa.

-Por fin, ¿ya puedo abrir los ojos? –pregunté, no hubo respuesta.

-Oh, lo siento, sí. Asentí, pero luego caí en la cuenta de que no podrías verme –ambos reímos.

-Qué idiota eres, por todos los dioses –me eché a reír, estaba a punto de quitarme el pañuelo, pero sentí unas manos sobre las mías, me sobresalté.

-Permíteme, pequeña babosa –me dijo, mientras desataba el pañuelo. Podía visualizarlo con su típica sonrisa pícara, y también sentía su respiración en mi nuca.

Por fin quedé con la vista libre y ahogué un grito por la sorpresa.

-¿No te gusta? –me preguntó intentando disimular su tristeza.

-¡Leo! ¡Dioses! –tuve que poner mi palma sobre su hombro para no perder el equilibrio.

Frente a mí se hallaba un dragón metálico, pero no como Festo, este era color cobre con detalles plata, y era un poco más pequeño, como para cuatro personas, sin que sobre.

-Eres… -tragué bilis. No había visto muchos de sus inventos, pero ¡vaya! Esto era asombroso-… eres verdaderamente talentoso –me di vuelta y lo miré fijamente-Es lo mejor que he visto en mi vida.

Fix Me {Leo Valdez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora