25. Notre-Dame

3.8K 263 81
                                    

<Alice.>

Debería sentirme bien, no, ¡debería sentirme en las nubes! Recorría París con un chico que me gustaba mucho, y lo que es mejor, él sentía lo mismo que yo. Pero no, no podía sentirme en las nubes por más que lo quisiera, debíamos atrapar a Himeneo y no había tiempo para distracciones.

A Leo y a mí nos tocaba ir a la catedral de Notre-Dame, la mayoría de los dioses eran egocéntricos y extravagantes, así que no era difícil deducir que se encontraban en los grandes centros turísticos.

Había estado en París una vez, hace unos dos años en unas vacaciones familiares, pero oh, esta hermosa ciudad me estaba dejando hipnotizada de nuevo.

Y ni hablar de Notre-Dame; el techo de altas bóvedas, las complicadas vidrieras de colores, las estatuas de mármol y oro, las delicadas tallas de madera. Nos rodean la música del órgano y el murmullo en varios idiomas, provenientes de los cientos de turistas que estaban allí. El cálido olor de las velas encendidas llena el aire, y la luz de colores de los rosetones era una de las cosas más hermosas que había visto en mi vida.

—Extrañaba mucho París –susurro.

Leo se gira a verme sorprendido: —¿Ya habías estado aquí?

—Sí, con mi familia fuimos a Sondrio, la ciudad de Lombardía, Italia, para visitar a mis tíos y a mis primos. Y como nos quedaba de paso, fuimos a Francia, España y dijeron “¿Por qué no?” y nos llevaron a Praga.

—Vaya, eso suena muy… -se pasó las manos por el pelo-, costoso.

—Joe y mi madre no tienen muchos problemas con eso –me limité a decir, odiaba hablar sobre la situación económica de mi familia. Me incomodaba demasiado

—¿Sabes? Siempre tuve una duda sobre algo –dijo luego de unos momentos, mientras avanzábamos entre los turistas.

—Dime.

—Harries no es un apellido muy italiano, ¿no? ¿Acaso eran europeos con complejo de americanos? –bromeó.

—El apellido de mi madre es Bossi, Harries es el apellido de Joe –expliqué, odiaba, pero enserio ODIABA hablar sobre esto. No era precisamente agradable saber que mi apellido no era mío, pero no estaba molesta con Joseph, él estuvo conmigo incluso antes de aprender a caminar, era mi padre. Tampoco iba a actuar como una niña malcriada y odiar a Apolo, ¿de qué serviría? Yo lo veía más bien como el que colaboró con sus espermatozoides divinos para formarme. O quizá sólo un condón divino pinchado. Bueno, daba igual.

—Perdón –me dijo y tomó mi mano, yo se la apreté y me atreví a levantar la mirada. Me miraba con amor, como si estar ahí conmigo fuese lo mejor que pudiese pasarle. Le sonreí con gratitud, porque sí, su compañía, su sentido del amor, su sonrisa, era lo mejor que podía darme.

Concéntrate, Alice. No es momento para esto.

Oh, qué diablos.

Justo cuando me incliné para besarlo, él se me adelantó. Posicionó sus suaves labios sobre los míos, me sorprendió que el tomara la iniciativa, pero a la vez me llenó el cuerpo de una alegría imposible de descifrar. Me atreví a entreabrir los labios y a dejar pasar la lengua, casi me separo y me echo a reír porque me daba cuenta de que él estaba algo perdido, pero no hacía otra cosa que darme ternura. Pero no tardó en entender como era y me siguió. Momentos después nos separamos, sus manos se habían posicionado en mi cintura y yo tenía mis manos detrás de su nuca, nuestras narices se rozaban y abrí lentamente mis ojos. Y ahí estaba él. Me observaba sorprendido, como si no pudiese creer lo que acabábamos de hacer, yo sonreí y le di un beso rápido, y él se echó a reír entre medio del beso.

Fix Me {Leo Valdez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora