─Ana, despierta. Te vas a perder el amanecer.
El alba me despierta pintando el cielo de un rosado cálido. El sol se asoma por el horizonte iluminando el mar de anaranjado. Más de diez gaviotas pasan volando encima de nosotros diciéndonos los buenos días. Las olas con movimientos lentos nos entregan un frasco de cristal, Alonso lo toma sacando un pergamino.
Querido Alonso,
¡Feliz cumpleaños! No sabes lo mucho que nos alegra tenerte un año más. Todos los ángeles en la Terminal te mandamos un apretado abrazo y mucha energía para que brilles más. Te deseamos lo mejor y esperamos verte pronto para festejar como se debe.
Te amamos mucho, nuestro jugador estrella. Nunca olvides que eres especial, más de lo que crees.
Cristopher, tu ángel superior.
Alonso guarda el pergamino en el frasco y se lo lleva al pecho, abrazándolo con mucha fuerza. Tiene los ojos llenos de lágrimas.
─¿Es tu cumpleaños? ¿Por qué no me lo dijiste?
Me lanzo hacia él a darle un fuerte abrazo. Esto le forma una sonrisa y le pinta las mejillas. Es su cumpleaños, su día especial... debería de estar con sus seres queridos recibiendo mucho amor y no aquí conmigo en un viaje escolar con chicos adolescentes con las hormonas alborotadas.
─Mi cumpleaños no es algo que me entusiasme mucho o me interese. No es divertido cumplir veinte años por décima octava vez, aunque eso es mejor que decir que cumplo treintainueve ─arruga la frente como si fuera un asco tener esa edad.
Eso quiere decir que si Alonso estuviera vivo, estaría pisando ya casi los cuarenta. No puede ser, no me lo imagino con una vida diferente a esta. ¿Se estaría jubilando del fútbol? ¿O estaría trabajando en alguno de sus miles de restaurantes? ¿Estaría casado? ¿Con hijos?
─No me imagino cumpliendo la misma edad muchas veces.
─Con el tiempo te acostumbras. Cristopher siempre ha organizado buenas fiestas, es como un padre festejando el cumpleaños número tres de su primer hijo.
─Me lo imagino, Cristopher te ama y se preocupa mucho por ti.
─Se preocupa demasiado ─me corrige─. Para él yo soy como su hijo y él para mí es como mi segundo papá. Estos dieciocho años él ha hecho mucho por mí y me ha enseñado demasiado. Siempre ha intentado hacerme mejor persona, me mostro lo maravilloso que es ser ángel guardián y me dio una razón para que mi alma siga viva. Le debo tanto que dudo que en esta vida pueda pagarle por todo. Es mi mejor amigo, mi papá... lo es todo para mí, sin él estaría perdido ─alza su mirada al cielo.
Un destello de luz aparece por segundos, Alonso le sonríe al cielo y le da las gracias. Las señales del cielo siempre me recuerdan a esos seres especiales que nos acompañan a diario y que a veces nos regresan al camino.
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Entre la Tierra y el Cielo LIBRO 1
Genç KurguSegunda edición: En camino Ana es un chica de 17 años, cursa el ultimo año de bachillerato y fue apodada "La chica de los poemas" después de leer sus poemas en clase. Vive sus días con la misma rutina, hasta que un día su padre regresa y conforme pa...