Capítulo 27: Tú sigues

48 16 1
                                    


Akira se ajustaba los guantes negros que combinaban con su traje especial, en su mente trataba de concentrarse mientas bajaba por los escalones que daban al sótano, le había pedido a su más leal sirviente que llevase a su invitado a ese lugar. No quería que los niños que descansaban arriba oyeran lo que estaba por pasar.

Al abrir la puerta un ruido hizo anunciar su llegada, la habitación de torturas permanecía en oscuridad, solo siendo alumbrado por faroles que no ayudaban a ver mucho. 

Quejidos mezclados con gruñidos de dolor y manchas de sangre se esparcían, paseo observando al hombre que descansaba sentado en la silla, no hablaba mas solo respiraba con dificultad. Con una seña le indico al pelinegro que se alejara, los tacones se posesionaron frente al sujeto que casi mato a su amiga.

-¿Quién te envió? – pidió con voz amenazante.

Una risa cargada de gracia y tensión escapo del comandante de los rebeldes.

-No te diré nada...- carcajeo divertido – Ninguna tortura me ara hablar.

La genio sabía que no lo aria voluntariamente, reconocía que era leal a la persona que ordeno su muerte, y tampoco podía utilizar el cuaderno sin ser obvia. 

-El día de tu caída está cerca – sonrío maliciosamente – Kira.

Ella no caería en los trucos manipuladores, era más inteligente, dos podían jugar el mismo juego.

-Takeru Nakamura para ser un hombre tan amado eres bastante repugnante – contesto haciendo oídos sordos a las tonterías del hombre – Y decías ser el comandante, de puros fracasados, su orgullo debe estar lastimado después de que le pateara el trasero – sonrío internamente al ver la cara de fastidio en el hombre.

-Te juro que morirás por todo el dolor que has causado – mascullo entre dietes. 

-Al igual que tú y cada uno que se atrevió a lastimar a mi familia.

Un golpe seco contra la nariz de Takeru lo hizo gritar de dolor, sangre empezó a brotar y deslizarse por su rostro, sus ojos se encontraron con unos de color rojo. La piel se le erizo y empezó a temblar, podía sentir un aura poderosa alrededor de la mujer, y la barrera que tenía cayó ante sus palabras.

-Te gustara reunirte con ella – murmura - ¿no?

Al ver que logro atemorizarlo un poco siguió con su plan.

-Duele, ¿verdad?, no pudiste hacer nada y ahora buscas matarme por alguien que no tenía futuro alguno.

-¡Cierra la boca! – grito enfurecido - ¡Tu mataste a mi hermana!

Sonrió al descubrir su Punto débil.

-Le hice un favor.

-¡Cállate!, tú no sabes nada – escupió las botas negras de la castaña -Eres vil y despreciable y eso el mundo entero lo vera gracias a nosotros.

Cansada de escuchar la voz del hombre le dio la espalda y se acercó a la mesa donde había unas herramientas de tortura pero no ser viviría de nada. 

-¿Eso crees? – pregunto mirando el filo de un cuchillo – Supongo que el ejército del cual presumen está relacionado con muertes y desapariciones en los últimos años – hizo memoria y reviso un dato peculiar que le dio su sirviente – Curiosamente viniste a Japón por un asunto de familia, mi sirviente lo vio acompañado de un niño, en este momento se encuentra arriba y tal vez quiera que baje.

-Shiro…

-¿Así que lo conoce? – voltea a verlo con una sonrisa – Seguro le alegrara saber que su chofer quiso matarlo.

-¡Yo no fui! – grito alterado - ¿Qué le hizo al niño?, le aseguro que leidy ley…

Los labios del hombre se apretaron con rabia mordiéndolos ante su error, se había dejado llevar, y había soltado el sobre nombre de su compañera.

-Vez, no necesite torturarte, tú me contaste todo – se burló la castaña mientras le daba unos golpecitos a sus hombros – Sabes – fijo su mirada en los ojos del pelinegro y este tembló al ver los ojos rojos muy cerca – Yo siempre consigo lo que quiero. 

Apartándose dio una vuelta alrededor del prisionero que se mostraba mudo aunque percibía los temblores en su cuerpo. Reconocía la sensación por la que estaba pasando y eso le divertido más a la princesa.

-Le daremos un regalo de nuestra parte a leidy ley.

Un grito retumbo pero nadie lo escucho para después solo reinar el silencio.

La noche prevalecía, la temperatura había descendió bastante, las calles permanecían vacías y las luces de las casas estaban apagadas, las estrellas y la luna eran la única compañía de una persona que las veía desde la ventana. 

La mujer suspiro agotada, el trabajo era mucho pero al final tanto sacrificio valdría la pena, aunque le molestaba no tener noticias de su compañero. Bien había revivido la noticia de un ataque lo que decía que la misión había sido un éxito pero no se sabía a una. Alguien llamo a la puerta y dejo que un sirviente entrara, aun sin verlo sentía su incomodidad, con una seña le indico acercarse y este obedeció.

-Siento interrumpirla señora pero su hijo llamo y aviso que se quedaría con una amiga – dijo con voz clara – y el señor Nakamura envió esta caja como despedida.

-Muy bien – volteo a ver al joven con una cálida sonrisa – Puedes retirarte.

Con una reverencia, el asistente dejo el objeto encima del escritorio, y regresar en sus pasos hasta salir de la oficina de su jefa. Quien se acercó, sentándose, agarro la caja y abrirla. La sangre pareció escapar del rostro de la mujer, frente suyo estaba una mano humana envuelta en un charco de rojo carmesí, y presintió de quien era. Sus ojos se apartaron del horrible fragmento para fijarse en el pedazo de papel con letras pintadas con la misma sangre.

“Tú sigues” 

Continuará....











¡Muerte!
Quiero ver correr la sangre de nuestro enemigo

¿¡Quién me apoya!?

La Flor de la Maldad© [Kira 2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora