9:59 pm 3 de enero de 2013
Autopista camino al puerto, Carabobo, Venezuela
La lluvia, aunada a una densa neblina, había empañado tanto los vidrios del auto, que de no ser por el limpiaparabrisas y la luz de los faros, seguramente nos hubiéramos estrellado kilómetros atrás.De un momento a otro, los grupos dispersos de infectados que nos encontrábamos en el camino fueron aumentando, hasta llegar al punto en el que pasaron a ser una horda y el trabajo de evadirlos se complicaba cada vez más.
Nuevamente hago un inciso en mi relato.
Quizá se pregunten por qué simplemente no los atropellé sin tantos miramientos, pero es más complejo que eso. Cuando un vehículo convencional impacta un cuerpo humano, también sufre daños considerables. Y en este caso, no se trataba de atropellar a uno solo; hablamos de decenas, incluso cientos de ellos.
Si tomaba el riesgo, tarde o temprano la carrocería iba a colapsar, y eso, sin lugar a dudas, era condenarnos a ser comida enlatada. Por lo tanto, no era ni siquiera una opción a considerar.
Habiendo aclarado esto, prosigamos:
—Ve por la izquierda —JDM señaló un estrecho espacio despejado a ese lado de la carretera—. Si somos lo suficientemente rápidos, no los impactaremos de lleno —siguiendo sus instrucciones, giré el volante en esa dirección y aceleré al máximo. Todo marchó de maravilla durante los primeros doscientos metros, y a pesar de que algunos caminantes se golpeaban con el borde derecho del auto, no era algo tan fuerte como para preocuparnos.
El verdadero problema surgió cuando uno de los zombis se lanzó de frente, intentando alcanzarnos, y a sabiendas de que frenar o cambiar el rumbo sería prácticamente un suicidio, no tuvimos de otra que llevárnoslo por delante. Este aterrizó sobre el parabrisas, agrietándolo un poco, para luego deslizarse por el techo y caer detrás de nosotros. Por suerte, ese fue el único incidente que tuvimos, y al cabo de varios minutos de tensión, conseguimos superar aquel tumulto.
10:19 pm 3 de enero de 2013
Autopista camino al puerto, Carabobo, Venezuela
A medida que avanzábamos, comenzó a dibujarse la silueta de un gran almacén a un costado de la carrera; y tras una breve discusión entre los cinco, acordamos pasar la noche en él para recuperar energía y continuar el viaje en la mañana, bajo la luz del sol. Era lo más sensato para el bien del grupo.
Tan pronto llegamos, estacioné cerca de la entrada y bajé acompañado por José, Itay y Titán. Acto seguido, le pedí a nuestras compañeras que permanecieran allí y cuidaran de Keeper mientras que nosotros nos encargábamos de asegurar el sitio.
El mexicano ingresó de primero, usando su linterna para recorrer cada rincón del edificio. Seguidamente se le unió JDM, y por último, íbamos Titán y yo cubriendo la retaguardia. A los pocos metros, las luces se encendieron de forma automática, dejando ver contenedores apilados en extensas filas que iban de un extremo del depósito al otro, dividiéndolo en tres secciones. Adicional a esto, había una puerta al costado de donde nos encontrábamos que conducía a un patio de tamaño mediano y rodeado de muros, donde bastó con asomarnos unos instantes para saber que, además de una pala y equipo básico de jardinería, no había nada destacable.
Optamos por separarnos para acelerar la inspección, y en cuanto mis compañeros se perdieron de vista, le hice un breve chequeo a Titán. Su piel y lengua habían adoptado un tono pálido, y el pelo de su cola, que hasta hacía relativamente nada había sido abundante, empezaba a caerse.
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Código X 77
Science FictionFe y reglas, todo ha sido diseñado para mantenerte a salvo. Sin embargo, cuando las cosas se complican, comienzas a cuestionar tus creencias; y es que en el mundo real solo hay una regla: Si te equivocas, mueres. #58 Ciencia Ficción 12/05/2016 Todos...