Capítulo 8

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Escuchaba la voz de Nicholas hablarme desde lo lejano

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Escuchaba la voz de Nicholas hablarme desde lo lejano.  Era tenue y frágil, pero la identificaba entre otras a su alrededor. Al abrir los ojos lo primero que ví fue su cara, toda desaliñada, con su cabello alborotado y unas ojeras que se veían notablemente a simple vista.

A nuestro alrededor se encontraban Gregory y Gia. Un suspiro de alivio escapo en forma de sollozo de mis labios al ver que Gia se encontraba bien. Intento moverme pero me es imposible, un solo movimiento de mi brazo para alcanzarlo y me quejo. Un dolor punzante se apodera de éste.

—Amor tranquila—dice Nicholas tratando de relajarme, colocandose suavemente a un lado de la camilla—. No puedes hacer fuerzas.

La habitación del hospital era pequeña, extremadamente pequeña, lo cual me irritaba un poco, los espacios cerrados me ponian ansiosa. Gregory se acerca y tanto Gia como él me dan un beso en el cachete.

—Gracias tita—dice Gia con ojitos llorosos—, Gia niña mala.

Niego con la cabeza y cierro los ojos—No bebé, no sabías que iba a ocurrir. Gia no niña mala—le sonrío.

—Bueno, vamos a dejarlos solos—dice Gregory para luego salir por la puerta de la habitación.

Fue hasta el instante en que mi vista volvió a parar en Nicholas que me dí cuenta que éste estaba enojado. Lo sabía porque su mirada estaba sobre cualquier otro lugar menos en mí, con los brazos cruzados y con una expresión de disgusto. Comienza a caminar a distancia de dos pasos de aquí a allá por la habitación, colocando dos dedos en su mentón.

—No quiero pensar que te hubiera pasado si ese auto te hubiera llevado.

—Nicholas...

—No, Susan—niega—¿Acaso estás loca?

¿Cómo podía decirme eso?

Haber Nicholas, para—digo cabreada. Si el pensaba molestarse yo tambien—¿No ves que si no lo hubiera hecho Gia estuviera muerta?

—¡Hubieras esperado a que nosotros fueras ido por ella en vez de actuar como loca sin cerebro!

Lo veo respirar y tomar aire varias veces alterado. Endurezco mi ceño y muerdo mis labios por la impotencia de no poder pararme y dejarlo en su sitio. Me hervía la sangre de solo pensar lo miserable y egoista que podía llegar a ser aveces.

—¿No vas a decir nada?—me queda viendo, sin embargo yo no a él—¡Acaso no ves que lo que hiciste fue muy tonto! Te pusiste en peligro.

Lo miro fijamente mientras las palabras siguientes salen de mi boca como si las hubiera guardado desde hace rato. Lo cual en parte, era cierto.

—¡No hubieran llegado a tiempo! —grito eufórica—¿Qué querías? ¿Que la matáran? Pues dejame no cumplirte el deseo—algunas lágrimas salen de nis ojos—. Preferiría morir yo antes que Gia y sabes perfectamente que no hubieran llegado. Pero claro, hace a penas unos minutos que acabo de despertar y lo único que haces es echarme eso en cara—cierro mis ojos—, si eso quieres. Prefiero quedarme dormida de nuevo antes que aguantarme tus pensamientos egoistas.

Sedúceme#2✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora