"Ambos habíamos caído"
La historia de amor de Susan y Nicholas no está ni a un ápice de terminar. Luego de algunos meses de descanso, ambos vuelven a la cocina del Monroe donde explotan sus talentos culinarios. En cuanto a su vida amorosa, empiezan...
Deseaba con todo mi ser no encontrarme en dicho lugar. Mi estómago había dejado de procesar la comida que hasta ahora estaba ingiriendo, negando el paso de ésta hacia mí intestino. No aparto mi vista de la cajera, por algún motivo era la única persona en aquella sala y además de ello, la única que podría salvarme de que ocurriera algo.
—No te haré nada si eso es lo que piensas—poso mi mirada en ella por segunda vez. Para nada se parecía a la mujer que había conocido en España, ésta se encontraba envejecida de sobremanera—. Al menos no por ahora.
—¿Qué quieres? ¿Por qué te empeñas en hacernos daño? Nunca te he hecho nada.
—Pobre Susan, nunca me ha hecho nada—se reclina en la silla—. No pues, sólo lo hago por diversión.
—Estás demente, no ves el daño que te estás haciendo a ti misma persiguiendo a alguien que no te pertenece—un golpe seco en la mesa me hace enmudecer.
—No me digas que me pertenece y que no—exhala aire y luego se cruza de brazos—. Vaya, pero mírate—mira mi vientre y rápidamente lo rodeó con mis brazos—. ¿Cuánto tienes?
—Eso no te importa.
—Pues créeme al decirte que pronto si lo hará—detalla.
Miro a la escalera que daba paso a los pisos superiores, muy en el fondo de mi corazón deseaba que Nicholas o Ruiz bajarán de éstas. Stephanny estaba más gorda, lo cual suponía era algo común debido al embarazo. Hago varias muecas, recordar cómo se había efectuado éste era asqueroso.
—No te permitiré que le hagas daño a mi bebé—obligo a mi voz a sonar fuerte. No debía flaquear ante ella, si lo hacía, me vería completamente expuesta ante su merced.
—Solo vine a decirte algo—evade mis palabras anteriores. Deja algunos papeles en la mesa que hasta el momento no me había fijado traía. Luego se levanta—. Léela mañana, espero tu respuesta en el número que aparece ahí. Mejor será que no le digas a nadie, estoy siendo muy buena contigo, así que mejor sigue unas simples órdenes.
Sin más desaparece de mi vista, dejando en mi cuerpo una sensación nada agradable. Mis ojos no se apartaban de los papeles frente a mí, de alguna forma sentía que aquellos escondían algo. ¿Debía contarle a Nicholas? Aquella pregunta era clara, no podía ocultarle nada, aún más sabiendo de quién se trataba.
—¿Qué más te dijo?
Una vez contarle todo el episodio habíamos decidido volver a la casa que había preparado el día de mi cumpleaños. Estaba notablemente cabreado con Ruíz; el simple hecho de descuidarme por tan solo unos minutos había sido el punto exacto para hacerlo explotar.
