Capítulo 22

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Siento que floto en el cielo; las nubes rozando mis dedos, mientras que el viento refresca mis pómulos

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Siento que floto en el cielo; las nubes rozando mis dedos, mientras que el viento refresca mis pómulos. Suspiro, aquel aletéo de emociones instantáneas debían ser por un sueño. Estaba soñando con el paraíso. Lo supe desde el momento en que toque el suelo hecho de nubes. 

Montones de niños, niñas; ancianos y ancianas; hombres y mujeres. Todos y cada uno de ellos reunidos, vestidos de blanco, caminando, llegando hacia mí con los brazos abiertos.

—Debes despertar—me susurra una pequeña niña de ojos azules y cabello rojizo—. Despierta Susan.

Mis ojos se abren y lo primero que veo es el rostro de Nicholas mirándome con preocupación. Mis párpados se sentían pesados, pero aún así me esfuerzo por mantenerlos abiertos. Me encontraba en lo que se suponía era una habitación de hospital.

Vaya, otro reencuentro en la sala de urgencias—pienso.

—Susan, gracias a Dios—un jadeo de dolor es arrancado de su garganta mientras pronuncia aquellas palabras. Sus manos tocan mis mejillas y yo por mi parte, solo puedo derretirme ante su toque.

Recuerdo los sucesos que había pasado con Stephanny y abro mis ojos con preocupación.

—¿Qué pasó?—trato de sentarme en la cama, pero Nicholas me lo impide.

—Debes reposar amor—me plasma un beso en la cabeza.

—Responde mi pregunta.

Nicholas toma aire y luego suspira; traía puesto unos shorts y una camisa de andar por casa. Sus expresión estaba desaliñada, su barba a medio cortar ahora se encontraba poblada. ¿Cuántos días había estado dormida? Lo más importante ¿Cómo estaba mi bebé? Todo el ajetreo pudo haberle no sentado bien.

—Detuvimos a Fiorella justo a tiempo. Para nuestra suerte no estabas tan lejos del radar de unos 30 kilómetros, lo que hizo detectar más rápido el GPS de tu movil—se sienta a un lado de la camilla, tratando de no hacerme daño—. Cuando revisaron el lugar encontraron a Stephanny muerta junto a otro chico; balística comprobó que la muerte de ella fue gracias a un arma de fuego, mientras que la del hombre fue a puño limpio—sus ojos se detienen un momento tratando de analizarme. ¿Había algo que no recordaba?—. Apareció un hombre, el que te salvó de ellos y luego te desmayaste—vacila un poco—. Antes de hacerlo me dijiste algo delicado, que era tu padre.

Aquellos ojos y aquella voz se repetían en mi mente. Cierro por unos minutos y llevo mis manos a mi vientre; durante mucho tiempo había seguido mi vida con el sentimiento que jamás vería a mi padre y llevaba bien ello. ¿Por qué me alteraba tanto saber de su existencia?

Lo cierto es que no era la única noticia impactante, si bien el hombre que me salvó de ser violada y mutilada por mis secuestradores era mi padre, también estaba el hecho de que Ruiz era mi hermano. Después de todo, también lo había llamado padre.

Sedúceme#2✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora