8: Rindete.

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8: Ríndete

"Yo necesito amar a quien me quiera de verdad, tal vez sea involuntario como un espasmo sicario, un vendaval"
Vendaval, Mon Laferte
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–Vamos, mi amor. No nos hagas quedar mal delante de todos esos coches pretenciosos.

A la mañana siguiente, Daisy miró la flota de vehículos de Adam con una mezcla de envidia y exasperación. ¿Para qué necesitaba alguien seis coches?
El garaje que había detrás de la casa era gigantesco. Adam había sacado el Land Rover para dejarle sitio a su coche, y Daisy tuvo que admitir que al lado de los brillantes y encerados coches,
Su coche parecía un poco deslucido.

Daisy se desplomó en el asiento, derrotada, y dio un respingo cuando Adam se inclinó hacia ella y le preguntó:

–¿Algún problema?

Ella resopló. Seguramente estaría disfrutando. Nada le gustaba más a un hombre que tener razón.

–El coche no arranca

-Eso me pareció –Adam se incorporó de nuevo y colocó el carseat con Ben adentro en el suelo.

Las cosas estaban tensas entre ellos desde la noche anterior. Se habían retirado a sus respectivas habitaciones y Daisy había pasado la mayor parte de la noche despierta, preguntándose si Adam se arrepentía tanto como ella
de la decisión de no avanzar las cosas a un nivel sexual.

Pero había muchas buenas razones. La primera era Devon, naturalmente. ¿Y se conocían lo suficiente como para dar aquel paso? Daisy no era una mujer de una noche. Nunca lo había sido. Pero si se acostaba con Adam tenía que asumir que sería algo pasajero. No era ningún secreto que el hombre odiaba la idea de tener cualquier compromiso. Así que había muchas cosas que tener en cuenta, pero eso no suponía ningún consuelo cuando lo único que Daisy quería era meterse en su cama y disfrutar.

Adam la miró y le preguntó:

–¿Esta es la clase de «aventura» que te gusta o prefieres llevarte uno de mis coches para llegar a tu cita?

Oh, ojalá pudiera rechazar la oferta pero si no se marchaba en los próximos minutos llegaría tarde. Se tragó el orgullo y dijo con una buena dosis de irritación:

–Gracias.

Adam le señaló con el brazo hacia los coches que esperaban en el garaje blanco e inmaculado.

–Elige. Las llaves están en un armarito en la pared del fondo.

Le dijo el rey a la plebeya. Daisy puso los ojos en blanco, salió, agarró la bolsa de la cámara y murmuró:

–Ya está. Gracias -avanzaba algunos pasos al garage.

–Disculpa, ¿qué? -levantó el carseat.

Ella se giró y luego sonrió al ver el brillo divertido en sus ojos.

–No arruine su victoria mi señor -soltó con sarcasmo.

Adam resopló.
–Lo que necesita tu coche es un funeral –Adam se rio.

Él le sostuvo la mirada en la suya. ¿Por qué estaba tan sexy esa mañana?

–Él se sentiría insultado, pero… –Daisy miró al auto y tuvo que admitir que tenía razón. Su coche había visto días mejores.  Había llegado el momento de encontrar otro coche de segunda mano.

–Me llevaré tu Explorer si te parece bien.

–Estupendo. Tengo la base del carseat en el Rover –Adam miró al bebé como si se tratara de un extraterrestre.

Afterlines (A Daiver Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora