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P.O.V JENNIE

Me quedo al menos diez minutos plantada en medio de la habitación intentando asimilar lo que acaba de ocurrir. Rápidamente me cambio a un vestido más cómodo y ligero y salgo de la habitación, Lisa ya no está en la suite, así que bajo en el ascensor hasta donde se está celebrando nuestra boda. La encuentro sentada en la mesa principal, todo el mundo está hablando y riendo alegres por su amiga, lo que ellos no sabían era que nosotras no deseábamos compartir nuestras vidas como cualquier otra pareja querría al unirse en matrimonio.

Voy directa hacia ella con un mal humor para nada adecuado con el pacifico y risueño ambiente.

—¿Qué te has creído? —le susurro.

Aunque estaba cabreada con ella no quería montar un espectáculo.

—No se de que me hablas. —ella come de los platos que empezaban a servir.

—¿Te crees que puedes ir allí arriba desnudarte enseñarme tu... tu, cosa y después marcharte como si nada? ¿Acaso te crees que yo voy por la vida mirando las partes íntimas de los demás?

—Tranquila, Jennie. Tal y como tú dices no necesito que me des explicaciones. —me mira desafiante—. ¿Te resulta difícil llamarlo por su nombre?

Frunzo el ceño confundida.

—¿Qué?

—Lo has llamado... cosa, es un pene, una polla... tiene muchos nombres, Jennie.

Me sonrojo y miro a nuestro alrededor para comprobar que nadie esté escuchando nuestra conversación.

—Por favor, Lisa. Éste no es lugar para hablar de esas cosas.

—Tu has empezado esta conversación... aún no me has contestado. Dime, Jennie. ¿Alguna vez has dicho la palabra polla?

—Lisa... —le advierto. Ella me mira con una ceja alzada, y algo me dice que no dejará esta conversación hasta que le contestara—. No. —le digo—. Nunca.

Ella sonríe.

—¿Alguna vez habías visto una?

—¿Una qué...?

—Una polla, Jennie, no te hagas la tonta.

—¿Quieres parar de una vez...?

—Eso es un no. —afirma ella con suficiencia y sigue comiendo tan tranquila—. Pobre, estoy segura que te habrá asustado la mía, estoy muy por encima de la media ¿sabes? —su sonrisa de suficiencia aumenta de tamaño.

—Oh... ¿segura? —intento hacerla bajar de su nube de ego—. No soy ninguna experta pero estoy segura de que esa cosita no es nada del otro mundo.

Su tenedor se detiene a medio camino a su boca, baja el cubierto a su plato, y ahora me mira furiosa, sus fosas nasales ampliándose.

—Jennie... ¿Quieres que subamos y te demuestre lo grande que puede ser mi cosita?

Rápidamente niego, su voz ya no tiene ningún tipo de tono bromista, eso sumado a su aterradora mirada me decía que hablaba totalmente en serio.

—Deberías ir a ver un psicólogo, esos cambios de humor no son normales. —le digo.

—No llevamos ni una hora casadas y ya estás diciéndome que hacer...

—Tu me has obligado a casarme contigo, no te quejes.

—Tu padre te puso en esta situación.

Ya no quería seguir discutiendo con ella, así que decido callarme y comer.

◈◈◈

P.O.V LISA

Odiaba sentirme tan enojada el mismo día de mi boda, el día en el que se suponía que todo debía ser luz, color y arcoíris, estaba siendo un día de mierda. No sabía que bicho me picó, pero en la habitación con Jennie me sentí repentinamente posesiva y odiaba el hecho de que a ella no le importara si estuve o no con Rosé, terminé haciendo el ridículo enseñando una parte de mi cuerpo que en cierto sentido odiaba, pero Jennie presionaba botones en mí que me llevaban ala locura absoluta.

Miro desde la lejanía como baila con mi padre. Ella al principio se había negado absolutamente a bailar, pero mi padre era un hombre muy persuasivo.

—¿Pensando en las cosas que le harás en tu noche de bodas? —oigo como alguien pregunta detrás de mí.

Me giro y me encuentro cara a cara con Taehyung. Él y yo somos amigos desde muy pequeños, nuestros padres trabajaron juntos desde que nos mudamos a Corea por lo tanto pasábamos mucho tiempo con su familia y como consecuencia de ello terminamos forjando una bonita amistad. Yo fui la primera persona en enterarse de que era gay, fui yo quien lo vio llorar cuando pensó que su familia no lo apoyaría, y fui yo quien lo acompañó a la empresa de su padre cuando decidió revelarse frente a todos, sus familiares y empleados.

—No seas morboso...

—Eres tú la que está aquí plantada mirando a tu esposa con la boca abierta. —se burla.

—Tu lo has dicho, es mi esposa y puedo mirarla como quiera...

—Sin embargo la miras como si fuera inalcanzable. ¿Que te ocurre, Manoban?

—No lo sé, creo que me voy a volver loca.

—Puedes contarme lo que sea, ya sabes que estoy aquí... —posa una mano en mi hombro y me da un ligero apretón—. Lo que sea.

—Gracias...

El se va, yo me quedo en el mismo lugar.

¿Por qué me sentía tan triste de repente? ¿Qué estaba mal conmigo?

Quizás debería disculparme con Jennie por mi comportamiento de antes. Me dirijo hacia la pista de baile, papá le dice algo a Jennie y ella sonríe ligeramente.

—Papá...

—Oh... hola cielo, ten... —pone la mano de Jennie en la mía—. Debes bailar con tu esposa.

—Gracias, papá.

El nos sonríe y se marcha. Jennie ya no tiene la sonrisa que tenía mientras bailaba con papá, me miraba con el ceño fruncido.

—¿Que quieres? —se cruza de brazos.

—Disculparme... —descruzo sus brazos y vuelvo a tomar su mano, mi mano izquierda se posa en su cintura, la apego a mi cuerpo y comienzo a balancearme con el lento ritmo de la música—. Perdóname, Jennie. No debí haber hecho lo que hice.

—¿De cual de todas las cosas que has hecho te arrepientes? —ella no daría su brazo a torcer fácilmente, y en el fondo me alegro por ello, si ella fuese Rosé, me habría perdonado enseguida, y yo seguiría sintiéndome mal conmigo misma.

—Por todo, supongo. Primero, no debí haberme desnudado frente a ti... sinceramente... yo ni siquiera me siento segura de esa parte de mi cuerpo, no se por qué lo hice... —su expresión se ablanda un poco—. Segundo, lamento haberte puesto en la incómoda situación de admitir si te agradaba o no esa parte de mi cuerpo, y tercero, lamento todo lo que dije en la mesa.

Ella se queda en silencio mirándome a los ojos, supongo que está buscando si le me estoy disculpando sinceramente o si sólo lo hago para hacerla sentir bien conmigo.

—Yo también debería disculparme... —dice.

—¿Por qué...?

—Por las cosas que dije de tu... parte íntima. Estuvo mal, lo siento, la verdad es que no pude ver nada de ti cuando te desnudaste. —susurra.

Suspiro con alivio, por aceptar mis disculpas y por el hecho de que ella no llegase a ver nada.

—Gracias... —le susurro de vuelta.

Seguimos bailando cuando otras parejas se nos unen. Jennie apoya su cabeza en mi hombro y yo apoyo la mía sobre la suya.

𝐄𝐒𝐏𝐎𝐒𝐀𝐃𝐀𝐒 | Jenlisa [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora