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Habíamos llegado a la tan famosa ciudad de hueso

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Habíamos llegado a la tan famosa ciudad de hueso. En el camino no había articulado palabra, ni siquiera cuando el idiota de ojos bonitos había criticado la falta de información de Clary. No había pasado por alto ese comentario, me dieron ganas de patearle la cara a ese estupido, pero increíblemente me contuve.

Habíamos venido para ver si mi hermana podía recuperar alguno de sus recuerdos sobre la copa mortal, uno de los tres instrumentos mortales más importantes de la cultura de los shadowhunters. Quien la tuviera, podía llegar a crear un ejército enorme de shadowhunters en un día y controlar a todos los demonios. Era un arma que no debía caer en manos de alguien como Valantine.

— Será mejor que nos demos prisa. — hablo Izzie bajando de la fuegoneta.

— Yo podría quedarme aquí a esperaros. — sugirió él mandando con manos temblorosas.

— Tienes miedo. — comenté divertida mirándole soltando una pequeña carcajada.

— ¿Qué? Menuda tontería, no es verdad. — se defendió negando rotundamente mi afirmación.

Solté una carcajada irónica. — No intentes negarlo querido, puedo oler el miedo a kilómetros. — añadí con una sonrisa altanera dibujada en mi rostro.

— ¿Y por que no olisqueas a virasteis madre y nos dejáis tranquilos? — habló eñ idiota gruñon a miss espaldas.

Mi giré para encararle, mirándole fijamente a los ojos iniciando así, una guerra de miradas. Al parecer ninguno de los dos estaba dispuesto a perder por lo que opté por volver mis ojos amarillos, haciendo que el retirase la mirada al instante. Sonreí victoriosa mientras empezábamos a caminar.

Durante el camino Clary intentó tranquilizar a Simon, pero al parecer este se negaba a entrar en razón y creer todo lo que mi hermana le explicaba. Yo por mi parte no añadí nada, si no se lo creía no era de mi incumbencia, tampoco me iba a transformar sin motivo alguno. Llegamos a la entrada de los hermanos silenciosos. No había cambiado nada desde la ultima vez que vine y eso fue poco antes de conocer a Jocelyn y a su increíble hija Clary. Eso me recordó que cuando las conocí a penas llevaba 300 años convertida y aún así no controlaba mis transformaciones.

— Será mejor que tú te quedes aquí. — surgió Jace Wayland al mundanal mientras este puso una mueca de confusión.

— No, voy con ella. — sentenció firmemente.

Gracias a los ángeles que no tuve que soportar a ese zoquete más tiempo del necesario pues cuando venia a casa yo no estaba. Es sumamente irritante.

— Mira mundano insolente, si cruzas esa entrada estas muerto, ¿entiendes? — explicó severamente el shadow hunter haciéndome sonreír.

— Y yo no voy a dejar a mi mejor amiga, ¿entiendes? — volvió a hablar el mundano, desafiando al rubio.

— No le aguantó. — bufo el azabache levantando las manos y retirándose del lugar.

Rodé los ojos. Por primera vez ha dicho algo con sentido, ese mandando es mucho más insoportable de lo que me imaginaba. Suspire negando con la cabeza intentando mantener la poca paciencia que me quedaba.

— Bien, yo me quedaré con el mundano y vosotros entráis. — habló Izzie mirando a Clary, a Jace y por último a mi.

— Oh no, yo no pienso entrar. — solté una carcajada sarcástica y frunciendo el ceño.

— No podemos perder más tiempo, vamos Clary. — habló Jace cogiendo de la mano a Clary y entrando.

Vi como mi hermana desparecía por el pasillo nutriendo y lleno de telarañas. Espero que no la traten como me trataron a mi.

— Deberías ir con Alec. — habló Izzie llamando mi atención con aquel comentario.

— ¿Qué? No, ni de broma. — me negué cruzando mis brazos sobre mi pecho.

— Por favor Grace, podría pasarle algo. — suplicó Izzie — Te dejaré más ropa como esa si quieres. — negoció con un soborno que realmente me interesaba.

Finalmente accedí y me giré en dirección a donde el chico se había ido. Le divisé no muy lejos, a unos mentiros de nosotros. Respire profundamente antes de caminar hacia él. Cuando llegue hasta donde estaba ame posicione a una distancia razonable de él. Aunque por alguna razón mi cuerpo pedía más cercanía. Sacudi mi cabeza desechando esa sensación.

— ¿Por que te has negado a entrar? — interrogó retirando el arco de su espalda.

— ¿Acaso es de tu incumbencia? — respondí rodando los ojos.

— ¿Acaso tienes miedo? — preguntó esta vez girándose hacia mí.

— ¿Acaso eres idiota? — cuestione mientras conectaba mi mirada con la suya.

Debido a que estaba cerca de una de las antorchas encendidas pude observar los ojos avellana tan bonitos que tenía. ¿Bonito? Quiero decir, horribles. Su ceño fruncido le hacía ver más intimidante e incluso sexy. Es decir, parecía un niño enfadado por que le quitaron el caramelo.

— No me has contestado. — sentenció.

— He tenido algunos encuentros inoportunos con los hermanos silenciosos, — admití apartando la mirada — ¿contento? — le miré dedicándole una de mis más falsas sonrisas.

— ¿Eres un lobo problemático? — inquirio curioso mientras miraba hacia otro lado.

— ¿Quieres que te cuenta mi vida sin siquiera conocerte? — cuestione mirándole con una ceja arqueada.

— Solo intentó ser amable. — gruñó mientras rodaba los ojos.

Un ruido nos alertó haciendo que él colocara una felcha en su arco tensando este. Mientras yo puse mis ojos amarillos para una mejor visión e hice que mis uñas crecieran. Un olor a putrefacción llegó a mis fosas nasales, vampiros.

Jace y Clary salieron agitados. Corrí hacia mi hermana y la envolví en mis brazos. Ella correspondió el abrazo mientras la escuchaba sollozar.

— ¿Estas bien? — dije poniendo ambas manos en sus hombros — ¿Por que lloras? ¿Que te han hecho? — pregunte llena de nervios.

— He visto a mi padre... — dijo sorbiendo su nariz — Es...es...Valantine. — añadió bajando su mirada mientras sollozaba.

Mis ojos se abrieron más de lo normal ante tal noticias. Negué repetidamente y la abracé apretándola contra mí. Al ser un poco más alta que ella, escondió su cabeza en mi cuello mientras yo acariciaba su espalda.

— ¿Donde está Izzie? — escuche preguntar a Jace.

— Estaba con él mandando en esa chatarra de camioneta. — informó Alec.

— Deberíamos ir a buscarles. — propuse mientras separaba a Clary de mi.

Esta se limpió algunas lágrimas furtivas que se escaparon de sus ojos y fuimos hacia la camioneta. Cuando llegamos encontramos a Isabelle mirando hacia todos lados nerviosa.

— ¿Ocurre algo? — pregunte curiosa al verla en tal estado.

— Simón a desaparecido. — habló con voz temblorosa mirando a Clary.

Lo sabía, ese olor a putrefacción no podría ser otra cosa más que problemas. Odio a los vampiros, los odio a muerte. A mi el mandando no me importa, pero se que a mi hermana si por lo que van a pagar caro el haberse llevado a ese mundano. Aunque estoyvpor averiguar si ha sido un alivio.

WOLVES HOWL                                   [Alec lightwood]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora