Abrí mis ojos sobresaltados acompañada de un grito ahogado, mientras me incorporaba chocando con algo. Miré al frente para ver con que había chocado y divisé a una chica de pelo azabache, casi negro, mirándome con una sonrisa.— Me alegra saber que estas bien. — habló amablemente mientras se levantaba.
— ¿Quien eres? ¿Que hago aquí? ¿Por qué me habéis traído? — pregunte rápidamente y tropezando con algunas palabras.
— Trabquila, lobita, esas a salvo en el instituto de Nueva York. — me informó mientras se cruzaba de brazos y rodeaba mi cama.
Iba a contestar pero la voz de Clary me interrumpió. Vi su cabellera rojiza acercase rápidamente a mi y rodeándome en un abrazo. Solté un pequeño quejido, pues la herida aún me dolía.
— Se han llevado a mamá, Grace. — note como su voz se quebraba y la apreté más contra mi.
— Sin duda es obra de Valantine — una voz masculina llegó a mis oídos, pero yo me centré en el nombre que dijo.
Mi cuero se heló al instante de escuchar ese nombre. Tenía mis dudas, la verdad rezaba a todos los ángeles que no fuese cosa de él pero supongo que era algo que tenía que pasar. Sin embargo cuando iba a hablar el chico que entró en la habitación me interrumpió.
— Me alegra saber que estas bien. — dijo mientras se colocaba al lado de la pelinegra con los brazos cruzados tras su espalda.
Era el rubio con el que había estado hablando Clary la noche anterior. Mi cabeza dolió levemente cuando me levante pero sin embargo olvidé el dolor.
— No debería estar aquí, si vuestro director me ve... — intente excusarme para irme pero otra voz me interrumpió.
Si hay algo que odio más que a la carne putrefacta, es que me interrumpan. Nadie en su sano juicio debería interrumpirme y ya lo han hecho tres veces veces.
— Ya lo ha hecho. — habló el dueño de la voz que me interrumpió.
Me giré dispuesta a gritarle y reprocharle que no debería interrumpirme si aprecia su vida, pero por alguna razón quede sin palabra alguna al encontrarme con unos ojos avellana. Un perfecto ceño fruncido formado por unas cejas pobladas lo acompañaba. Un semblante serio adornaba aquella preciosa cara, que iba la perfección con su pelo raramente engominado con un pequeño mechón suelto a lo superman.
— ¿Te vas a quedar mucho rato? — habló nuevamente.
Su voz era melodía para mis oídos. El tono autoritarioque usaba hacia que mis piernas temblaran. Demonios Grace, cálmate. Solo es otro chico atractivo.
— Alec. — sentenció la chica que estaba tras de mi.
¿Alec? El nombre le quedaba como anillo al dedo.
— De Alec nada, no puedo permitir que una subterránea esté en el instituto. — informó cruzándose de brazos — Si ya están ambas bien, deberían irse. — dijo dando media vuelta, bajó las escaleras y siguió su camino.
— Perdónale, no soporta a los subterráneos. — habló la chica que anteriormente le había regañado.
— No te preocupes, estoy acostumbrada a esos tratos vendiendo de shadow hunters. — conteste con una sonrisa falsa — Vamonos Clary. — añadí cogiendo la muñeca de mi hermana y tirando de ella.
Pero esta se opuso soltándose de mi agarre.
— Pueden ayudarnos a encontrar a mamá. — dijo con una chispa de esperanza en sus ojos.
— ¿Ellos? Ellos solo se preocupan de los suyos. — hablé con despareció mientras negaba lentamente con la cabeza.
— Clary es una de los nuestros. — habló esta vez el rubio mirándome desafiante.
— Y yo soy un gato. — bromee ante la gran estupidez que había dicho.
— Grace, mira. — habló Clary llamando mi atención.
Se apartó el pelo de su espalda mostrando una runa en él. Por la forma deduje que era la runa curativa. Suspiré pesadamente. Sabía que Jocelyn era una y eso solo podía significar que Clary era otra.
— Como tú has dicho, ayudamos a los nuestros. — tomó nuevamente la palabra la pelinegra — Y aunque tú no lo seas, os ayudaremos a ambas. — habló con tal amabilidad que casi creo en sus palabras.
— Son nuestra única esperanza, Grace. — habló suplicante mi hermana.
Al ver que no estaba completamente convencida, giró levante su cabeza ladeando la al mismo tiempo mientras hacía un puchero. Es el mismo truco que lleva usando conmigo desde que tenemos trece años. Suspire apartando la mirada y ella sonrió victoriosa.
— Bien, pero el gruñon se queda fuera del equipo. — sentencie refiriéndome al chico de antes.
— ¿Alec? Ni siquiera creo que se ofrezca a ayudarnos. — informó el rubio restándole importancia.
(...)
Nos habían dado ropa de cambio a mi y a Clary y un cuarto donde poder cambiarnos. Isabelle, la pelinegra, nos había dejado la ropa para cambiarnos. A Clary le parecía un poco reveladora pero a mi me parecía fantástica.
— Sabes escoger bien, chica. — habló Izzie entrando por la puerta.
— Será por que tú sabes cómo emplear bien el dinero. — le devolví el halago mientras me colocaba una chaqueta de cuero marrón.
En la parte superior llevaba de un body blanco con unas aperturas a ambos lados de mi cintura. Combinaban con el pantalón de Luces ajustado negro. Y ni hablar de cómo quedaba el conjunto con la chaqueta marrón.
Cuando todos estábamos listos nos pusimos rumbo hacia la ciudad de hueso e inesperadamente se nos unió el mundano Simón, cosa que a mi no me agradó bastante. Este insistió en que fuéramos en su camión a por lo que al final acabamos llendo en ella. Y para mi sorpresa, el gruñón si nos acompaño.
Por el camino miraba mis manos nerviosa, mientras ellos le explicaban al mundano y a mi hermana quienes eran los hermanos silenciosos. Todo lo que decían era verdad a medias, conozco bien a esas momias arrogantes, más de lo que me gustaría. Les he hecho unas cuantas visitas, contra mi voluntad eso si, y han demostrado que solo se dejan guiar por las apariencias.
Si bien no pueden ver físicamente, ven el interior y para ellos yo no soy "pura". Por supuesto que no. Soy una subterránea, la sangre de demonio corre por mis venas y no puedo hacer nada para evitarlo. Solo por eso, he estado enredada en algunos cuantos problemas a lo largo de mi extensa existencia.
Solo espero que ahora no me culpen de la desaparición de Jocelyn, lo que me faltaba.
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WOLVES HOWL [Alec lightwood]
FanficDonde dos mundos totalmente diferentes se unen por una causa mayor forjando un lazo irrompible.