Decima Octava parte

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― No, no dale la vuelta

― Le estoy dando la vuelta

― Pero para allá no, pa' ca, pa' ca

― No me digas pa' ca dime derecha o izquierda

― Aaay papá pa' ca es pa' ca y pa' ya es pa' ya

― Obvio

― No puedo contra ustedes - se quejo el mafioso 

― Vamos, puedes hacerlo

― No puedo ¿Cómo uso mis dedos en esto?

― Mételos bien

― Jinko que no puedo

― ¿Qué te hago si lo hago yo?

― Haces otros más por favor

― ¡AKUTAGAWA!

― Papá eres muy chistoso

― Te mostraré de nuevo

Atsushi tomo el listo, puso el moño entre sus dedos dando vuelta a la derecha, entre medio y así logrando un moño perfecto para la coleta de Nyoko – lo vez – dijo el albino

― No puedo hacer esas cosas

― ¡Vamos papá tu puedes!

― Olvídalo Nyoko, lo haré yo, papá practicará luego

― Oye

― Si nos quedamos más tiempo llegaremos tarde

― Ya sé, ya sé. Haré la maleta de Nyoko

― Gracias

Atsushi se quedó haciendo el segundo moño para la otra coleta de Nyoko, ese día Nyoko iría a la escuela para reinscribirse, está vez en un jardín de niños diferente. El azabache acompañaría a la niña y el albino iría a la agencia, aun debía agradecer todo lo que habían hecho por él. – Jinko – le llamo desde la habitación

― ¿Qué?

― Tu teléfono

― Contesta

El azabache se sintió el mayor gozar cuando tomo el teléfono para contestarle a Kyo, se dio su dicha que contestar elegante y alegre

· Buen día Kyo

· Oh, Akutagawa (el Azabache podía escuchar la deprimida voz del otro) que sorpresa

· Atsushi termina de arreglar a Nyoko, me pidió contestar

· Si, el hace eso... Bueno, (el tono de voz cambio a uno en superioridad) ¿vendrán hoy? Quiero verlo, lo extraño

· No, no iremos. Iremos a la escuela, ¿Qué no recuerdas? Oh cierto, estamos en cosas de familia

· Familia eh y... ¿te gusto el anillo que le compre?

· Poca cosa diría yo, Atsushi lo dejo de lado. Claro tiene mejores gustos en joyería 

· ¡¿JA?! ESCUCHA

· Oh ¿Qué dices Atsushi? Aaaay lo siento Kyo, debo colgar, mi familia me espera

...

El azabache colgó el teléfono y sintió como su cuerpo se regocijo ante ello, quizá no debía exagerar pero las estrategias de Dazai comenzaban a cansarle la paciencia, quería a su hija y al chico. Y odiaba tener que ser "paciente" pero un par de balazos y golpes le hicieron entender que Dazai nunca se equivocaba cuando uno debía tener paciencia.

Dark destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora