Vigésima sexta parte

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Habían logrado evadir el tema con Nyoko, Atsushi arreglaba la ropa que se lavó cuando Akutagawa entro al cuarto – ya se durmió

― ¿seguro?

― Si – menciono acercándose al albino – oye

― ¿qu-que?

― ¿sigues nervioso?

― Bueno yo... nun-nunca había vivido con al-alguien a-así... y-ya sabes sie-siendo

Akutagawa tomo su cintura - ¿pareja?

― Aún sigo sin entender como me convenciste

― Oye, no lo hice – menciono haciendo al albino mirarlo – tú te enamoraste de esté lindo chico

― Solo porque sé que eres bueno

― Llamas bueno a un mafioso, realmente eres idiota ¿eh?

― También eres humano – tomo su mejilla – uno que ama a su hija y se pone orejas de conejo

― Oye... - se quejó, Atsushi intento abrazarlo pero se puso nervioso - ¿Qué pasa?

― ¿n-no es muy rápido?

― Perdimos 4 años y ¿hablas de tiempo?

― Bueno... si lo pones así...

Akutagawa tomo al albino besándolo, Atsushi se sorprendió de momento y después correspondió - dormías conmigo a partir de hoy

― N-no lo sé... e-ese día tu-tuvimos ese arrebato

― No lo pregunte Jinko

― No uses tu modo mafioso conmigo

El azabache cargo al albino como un saco en su hombro y lo dejo caer en su cama, el mayor se quedó encima – no lo pregunte

― O-oye... - se quejó Atsushi – siento que... pla-planeaste esto

― Siempre te quise a mi lado Jinko, admito que lo planee desde un principio ¿quieres conocer todo mi plan?

― ¿si? Es extraño... - el albino sonrío y abrazo al azabache de su cuello– yo también planee esto – siguiendo el juego aunque... Akutagawa solo tuvo su victoria con ello.

Volvieron a besarse está vez dejando sus bocas abiertas y sus lenguas jugar, aunque había pasado el tiempo, el albino podía sentir todo como si fuese la primera vez. El mafioso metió su mano en la ropa del albino – aaah~ es-espera Akutagawa

― No quiero esperar

― So-solo... aaah – Atsushi intentaba zafarse de las manos del mafioso pero no lo lograba – li-limpio este cu-cuarto a diario

― ¿eso que tiene que ver ahora? – cuestiono quitándole la camisa

― Co-co

― ¿Qué?

― ¡Condones torpe! ¡co-condones! No hay

― Ah – el mafioso se quedó quieto y se levantó de la cama – lo lamento

― S-si... - Atsushi busco su camisa y mientras tanto escucho la puerta - ¿eh? ¿A dónde fue? – se sonrojo – no puedo creer que pude volver a besar así – menciono así mismo el albino avergonzado. Toco sus labios – te-tengo no-novio... Y es el padre de mi hija... ¿de-debería solo dejarme llevar? 

Atsushi se colocó su camisa, en cuanto se levantó se sonrojo, y se sentó en la orilla de la cama – ol-olvide que... e-esas cosas afectaban mi cu-cuerpo... - tapo su rostro con sus manos – rayos... - fue al baño.

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