CAPÍTULO 34

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Laglio, Como, Italia.

Aquella gran mansión que gozaba de una vista privilegiada del tranquilo lago de Como era el lugar ideal para una gran familia como lo eran los Blacke.

—¡Mamá! — Brains entró a la cocina donde su madre aún estaba ocupada preparando la comida — ¿Necesitas que vaya a recoger a Ely? — preguntó tomando una manzana.

Ailén le sonrió aliviada — ¡Si! — exclamó — Aún no está lista la comida y tus tíos no deben tardar en llegar además tu padre está ocupado con tu abuelo preparando todo para su parrillada.

Brains se acercó para besar la rosada mejilla de la mujer — No pasa nada, Kilian irá conmigo.

Se escucharon pasos apresurados bajando las escaleras — ¡¿Mami, puedo ir?! — Irina sostenía su celular del que no se despegaba nunca.

—Bien, pero deben ir con cuidado — aclaró. Los tres salieron de la casa en dirección al aeropuerto.

Habían pasado diecinueve años desde que Cedric y Ailén se volvieron esposos. Durante ese tiempo muchas cosas sucedieron, después de mudarse a Italia Ailén se dedicó a la pintura mientras que manejaba su empresa en un edificio en el centro de la ciudad y Cedric por fin abrió su propia editorial dónde cada año se publicaban al menos tres libros nuevos e incluso algunos fueron adaptados a películas.

Elayne ahora de veinticinco años había terminado su carrera en Cinematografía en La Fémis, una importante universidad ubicada en París dónde había pasado los últimos cinco años. Decidió quedarse allí para comenzar a trabajar e independizarse y solo visitaba a su familia tres o cuatro veces al año.

Por otro lado los gemelos Brains y Kilian cada uno con dieciocho años, habían aprobado el examen de ingreso a la Universidad de Cambridge aunque el último había tenido más problemas debido a sus bajas calificaciones. Brains estudiaría Políticas y Relaciones Internacional, Kilian se especializaría en Finanzas y Economía. Así que en menos de un mes, estarían mudándose a un departamento cercano a la universidad.

La más joven de los hermanos, Irina aún tenía quince años, pero a pesar de su corta edad ya sabía exactamente lo que quería estudiar. Quería convertirse en escritora al igual que su padre, pero ella amaba la fantasía combinada con el romance. Cedric afirmaba que sería una escritora aún más reconocida que él, porque su imaginación superaba la de cualquier otra persona y mientras algunos veían las cosas con simpleza ella ya había imaginado una historia llena de magia, aventura y romance.

—La casa se sentirá tan sola cuando ese par se vaya — Vannesa veía a su hija cocinar con esmero.

Ailén detuvo su actividad y la miró con tristeza — ¡No me digas eso! Me pondré a llorar.

—¡Lo ves! Eso sentí yo cuando te mudaste — señaló a su hija con una sonrisa — Pero es la ley de la vida.

—Los hijos crecen y se marchan — complemento la frase — Pero me alegra que estarás conmigo — abrazó con fuerza a su mamá que tanto la amaba.

—Por supuesto — besó la mejilla de Ailén — Tu padre y yo ya estamos muy viejos como para vivir solos.

—Ahora yo los cuidare.

El timbre de la entrada principal sonó — Deben ser ellos — se apresuró abrir.

—¡Hola! — los primeros en llegar fueron los Jerome con sus impecables apariencias — ¡Tanto tiempo! — Violet y Dean abrazaron con fuerza a su querida amiga.

—¡Los extrañamos! — un par de jóvenes se acercaron — ¡Enzo! ¡Camila! Están enormes.

—¡Tía! — saludaron eufóricos a su tía.
Enzo había crecido para ser un apuesto hombre y con veinte años ya deslumbraba madurez. Por su parte Camila, de dieciséis años era tan hermosa como su madre y sin dudar había obtenido los genes de los Jerome. Era una gran actriz que comenzó su carrera desde pequeña y actualmente desea estudiar diseño de modas cómo su madre.

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