CAPÍTULO 8

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Sábado 2 de mayo, 7:45 P. M

Elayne jugaba con su padre en el parque, mientras que los demás disfrutaban de una amena conversación entre sí. El clima favorecía los buenos momentos y les permitía disfrutar la noche.

-¡Ai! – la pequeña se acercó corriendo hasta donde se encontraba sentada – Vamos a dar un paseo – la tomó de la mano y le sonrió.

La chica no podía negarse a esa cara angelical que siempre miraba sonriente, para ella era fácil dar un rotundo “no” a las demás personas, pero a ella nunca lograría decirle. Caminaron juntas, alejándose de sus compañeros quienes miraban alegres esa imagen.

-Ailén nunca podrá decir “no” a esa pequeña – dijo Dean, bebiendo un poco de té helado y sosteniendo la mano de su prometida, que escucha atenta las palabras de su novio – Siento que gracias a Ely, Ailén podría volver a ser la misma de antes.

-Espero que así sea – Lucy respondió, mirando entre la multitud de gente – Ella es nuestra amiga desde hace muchos años y sentir que no pude ayudarla me molesta.

-¿Deberíamos investigar sobre lo que pasó hace dos años? – preguntó Violet, mirando a su amigo que se dio cuenta de inmediato de aquella mirada curiosa – ¿Podrías decirnos que pasó, Grey?

-Lo siento – respondió de inmediato, no podía hablar aunque se lo rogaran, su lealtad hacia Ailén era muy grande y nunca contaría un secreto – Se que si se los cuento, las cosas serían más fáciles – buzó de enojo al sentir la impotencia de no poder hablar – Pero, he prometido no hablar de ese tema.

-Grey – Patrick parecía molesto ante aquella respuesta, Ailén también era su amiga y él quería ayudar - ¿Tan malo fue? Dime, quiero ayudar a Ailén – miro con ojos tristes, causando un gran dolor en Grey quien respiro profundo para evitar caer ante aquellos ojos.

-Lo siento, no puedo – se puso de pie, alejándose de sus acompañantes. Para él esa situación era difícil, quería hablar sobre aquella trágica noche, pero no debía.

Japanese Hill-and-Pond Garden

Ailén caminaba de la mano de Elayne, el parque se encontraba iluminado por hermosas luces que hacían juego con los árboles de cerezo. Se detuvieron en un puente estilo japonés, mientras miraban el lago con una sonrisa.

-Cárgame, por favor – alzó sus pequeños brazos hacia la joven que reaccionó de inmediato ante aquella petición, alzándola con poca dificultad y sentándola en la orilla del puente.

-Se dice que si atrapas un pétalo de cerezo en el aire junto a tu pareja, su amor dudará para siempre – apoyaba sus manos en el estómago de la niña, que al terminar de escuchar aquel mito, grito de emoción.

-¡Vamos! – se movió entre los brazos de Ailén haciendo que la bajara de donde se encontraba y corriendo hasta un lugar rodeado de cerezos.

-¿Es cierta esa historia? – preguntó Cedric, quién veía a su hija saltar entre los pétalos que caían lentamente.

Ailén caminaba lento junto a él – Tal vez no – respondió con voz poco audible.

-¡Papá! – Ely corrió a los brazos de su padre, sosteniendo un montón de pétalos – Vamos a atrapar uno juntos – dijo,  dibujando una inocente sonrisa en su rostro.

-¿De verdad? – preguntó con duda ante la idea de su hija, que parecía haber mal interpretado aquella historia.

-Si – con sus pequeñas manos, tocó las mejillas de su padre – Porque quiero estar contigo para siempre – plantó un tierno beso en su mejilla y sonrió.

Cedric sintió como su corazón saltaba de gusto al escuchar aquellas tiernas palabras de su hija - ¡Que linda! Te amo demasiado – la abrazo mientras sonría como un tonto – Vamos,  atrapemos un montón de pétalos – ambos disfrutaban de recoger cada uno, por la espera de que aquella historia fuera cierta.

Ailén miraba con apatía aquella tierna escena, que era admirada por las mujeres que veían la interacción entre padre e hija ¿Estaba tan rota, que aquella escena no le provocaba nada? Esa interrogante surgía en su mente y por un mísero segundo sintió miedo del monstruo en el que se había convertido.

<<Solo es una historia >> se dijo a sí misma, al observar un pétalo cayendo frente a ella de manera tan lenta, como si la indujera a tomarlo. Su mano se movió con lentitud, acercándose cada vez más al pétalo que sobrevolaba por encima de su cabeza, al mismo tiempo en que tocó aquel trozo de flor, un par de dedos largos y cálidos chocaron con los de ella, atrapando el pétalo en conjunto.

-Y es en este momento, cuando deseo que esa historia sea cierta – la suave voz de Cedric se escuchó a escasos centímetros de ella.

Ailén alzó la mirada, encontrándose con aquellos hermosos y extraños ojos que siempre la cautivaron, que la hacían caer en un placentero estado de hipnosis y que la miraban de la misma manera que lo hicieron hace cinco años, su corazón se sentía aliviado y eso le parecía de lo más insólito.

-¡No es justo! – Elayne se aferro a las piernas de ambos, mirando con su par de ojos llorosos - ¡También quiero atrapar un pétalo con Ai! – sollozo mientras hacía una rabieta.

-Toma – se arrodilló ante ella y sonrió ligeramente – Este pétalo será de nosotras – Ailén limpio las mejillas de la niña mientras que acariciaba su cabeza – Así estaremos juntas por siempre.

-¡Si! – comenzó a brincar con alegría ante aquella idea – Juntas por siempre – dijo yendo hacia su padre, que miraba fijamente a Ailén - ¡Papá! Estaremos juntos por siempre.

-Claro que sí cariño – la alzó, sonriendo risueño a la pequeña.

<<Lamento mentirte>> Ailén miró a Elayne quien hablaba con su padre animadamente – Probablemente no podremos estar juntas por siempre – susurró, recordando el suceso de hace casi tres años en donde Cedric y su hija viajaban junto a una mujer. Un dolor agudo perforó su corazón causando una sonrisa burlista en su rostro <<Eres estúpida>>  se dijo a si misma, mientras pasaba su fría mano sobre su frente para acomodar el flequillo de su cabello.

8:33 P. M.

-Me alegra haber podido pasar tiempo con ustedes – Violet se acercó a su par de amigas - Me ayudarán con la organización para la boda ¿Verdad? – fijo sus ojos especialmente en Ailén ya que era quien más problema tendría con el tema de ayudarle.

-Veré que puedo hacer – respondió al ver aquellos ojos brillantes posados en ella – No prometo nada – dijo resignada a la idea de ayudar.

-¡Gracias! – Violet la abrazó con felicidad.

Lucy sonrió al ver lo feliz que era su amiga y la respuesta desinteresada, pero segura de Ailén le había dado una razón más para creer que aún no todo estaba perdido.

-Estaremos en contacto para comenzar con los preparativos – Lucy palmeo el hombro de Violet.

-Son las mejores – el embarazo la había hecho algo sentimental y sensible a los temas conmovedores.

-Muchas gracias por todo – Sebastian agradeció a los presentes por la amable celebración y su rostro expresivo lo dejaba al descubierto – Fue el mejor cumpleaños que he tenido – la radiante y sinceea sonrisa que se dibujaba en su apuesto rostro, provocó que el corazón de Lucy se acelerará.

- No fue nada – respondieron y comenzaron a despedirse entre si.

-¿Quién se irá con nosotros? – preguntó Ailén.

-Nosotros regresaremos con Dean y Violet – respondió Grey, sujetando la mano de su hermano en señal de silencio, para que no cuestionara aquella decisión.

-Son muchos – Ailén sospechaba de la complicidad de aquel grupo de amigos – Deberíamos viajar juntos como ya lo habíamos hecho – fijo sus ojos en Grey, quien sonreía pícaro al ser el auto del plan.

-Para nada – Lucy se unió, cómplice del plan – Además,  Ely debe ir cómoda – señaló a pequeña que dormía profundamente en los brazos de su padre.

-Eso es cierto – Patrick,  otro cómplice – Además,  ya deberíamos irnos es peligroso conducir muy tarde – sonrió como si no hubiese sido descubierto.

Ailén bufo de molestia, pero no tenía demasiadas energías como para discutir con ellos – Bien – tomó su bolso – Nos vemos después – se despidió con una leve agitación de su mano y comenzó a caminar.

Cedric quién había permanecido en silencio durante toda la conversación, miró al grupo de amigos que sonreían. Todos alzaron los pulgares en señal de ánimo, causando gracia en él. Movió los labios diciendo “Gracias” y sonriendo feliz ante la acción de sus amigos, los únicos que seguirían preocupándose de Ailén aunque ella no lo crea.

8:51 P. M

El auto permanecía en silencio, Elayne dormía en la parte trasera, mientras que Cedric conducía atento al camino, de vez en cuando miraba por el retrovisor, el rostro inerte de su copiloto. 

Encendió la radio, “Born to be yours” de Imagine Dragon comenzó a sonar.

Nunca conocí a nadie hasta que te conocí
Nunca conocí a nadie hasta que te conocí
Y sé que cuando llueve, oh, se vierte
Y sé que nací para ser tuyo
Nunca conocí a nadie hasta que te conocí
Nunca conocí a nadie hasta que te conocí
Y sé que cuando llueve, oh, se vierte
Y sé que nací para ser tuyo

Aquella canción sonaba alrededor de ellos, cubriendo el pesado silencio que se había formado desde que subieron al auto. El viaje duró poco y eso no era de gran ayuda para Cedric, quien cada vez veía más difícil cumplir su promesa de volver a traer a la antigua Ailén.

Después de media hora de viaje, ya se encontraban fuera del departamento de Ailén, al estacionar el auto no tardó más de dos minutos para bajarse del auto – Gracias por traerme – dijo, cerrando la puerta y caminando apresurada a la entrada.

Cedric reaccionó y bajo rápidamente del auto -¡Espera! – grito acercándose a ella.

-¿Qué sucede? – pregunto sin dar la vuelta para verlo directamente a los ojos – Si es sobre trabajo, podemos hablar el lunes.

Cedric sintió como aquella fría voz se clavaba en su cuerpo, causándole un gran dolor – No, en realidad – hubo una pausa, en dónde el viento cálido acarició los inertes cuerpos – Solo quería conversar contigo – su voz sonaba ronca.

Ailén apretó los puños, al sentir el calor recorrer su cuerpo – No hay nada de que hablar – respondió irritada.

-Solo, quiero saber ¿Cómo estás?

-Bien.

-Ailén – dio unos cuantos pasos, hasta estar a pocos metros de ella - ¿Qué te pasó? – esa pregunta causó que la chica se estremeciera y en su mente aparecieran fragmentos de lo que pasó esa trágica noche en que por poco moría.

Una risa sarcástica se escuchó proveniente de la mujer frente a él – ¿Ahora quieres saber cómo estoy? – giró sobre sus talones y posicionó sus fríos ojos sobre aquel par bicolor – Creo que es un poco tarde.

-No, aún no lo es – fijó sus ojos en el par que parecían pertenecer a un muerto - ¿Qué te pasó? – acarició tiernamente las frías mejillas de la chica que al sentir las cálidas manos tocarla, una oleada de sentimientos la volcaron– Dime – sus ojos gritaban por saber la verdad.

-En cinco años, las personas cambian – apartó bruscamente la mano de quién alguna vez fue su amante – La vida me golpeó tan fuerte que me hizo convertirme en esto – sus ojos fríos, no tenían ninguna señal de vida – La niña inocente y estúpida que conociste ya no existe – tocó su vientre llamando la atención de Cedric – No importa cuánto te aferres a creer que esa niña volverá, nunca lo hará – sonrió malévola y volvió a darle la espalda, camino lentamente.

-¡No lo acepto! – grito, causando un leve sobresalto en Ailén y volvió a detenerse en seco – Se que aún no es tarde.

-¡Es tarde! – la voz de Ailén parecía quebrantarse – Desde el día que me enteré que esperabas una hija con otra mujer – calló para tomar aire y evitar que las lágrimas corrieran sin detenerse – No, creo que desde antes – colocó su debo índice en sus labios y cerró los ojos – Desde que decidiste que nuestra relación era un pecado y que preferiste callar en lugar de hablar con mis padres sobre lo nuestro – volvió a sonreír amargamente – Todo comenzó desde el día que no quisiste tomar la iniciativa.

Cedric parecía congelado ante las palabras ciertas y dolorosas que ella soltó en menos de dos minutos, esas palabras que resumieron su relación en un parpadeo – Lo siento y se que tienes razón, pero hoy frente a ti te juro que iré con todo, sin importar que el mundo entero se ponga en mi contra – tomó aire – Te ame, te amo y te seguiré amando hasta que mi vida llegué a su fin – sus ojos se iluminaron al mencionar todo eso – Fue gracias a ti que ahora soy este tipo de hombre, así que prepárate porque te traeré de vuelta.

Ailén sintió que su corazón se estremeció al ver esos iluminados ojos clavados en ella, los sentimientos que había decidido enterrar en el olvido ahora estaban tratando de salir a flote con toda su fuerza. Era como si de pronto, un pequeño rayo de luz apareciera en pleno abismo, aquel abismo en el que se encontraba hundida hasta las más profundas tinieblas. “Te amo” esas palabras eran capaces de agrietar los muros que había construido y por un momento la Ailén que todos conocían, pudo ver un rayo de esperanza en toda esa neblina interior.

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