CAPÍTULO 2

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-¡Me esforcé mucho por amarte! – grito Ailén, tumbada en el suelo.

-En el amor, tus esfuerzos no siempre se ven recompensados – respondió mirando con ojos fríos y sin ningún signo de amor – Eres tan estúpida. Confías demasiado en las personas – la forma tan despiadada que miraba era aterradora.

Ailén lloró al sentir esas manos heladas posarse sobre su cuerpo, suplicó y grito para que la soltara, pero Eliott parecía no pensar en detenerse. Sus ojos se volvieron vacíos, al sentirse abusada de forma brusca y violenta.

Despertó empapada en sudor, en el reloj de su mesa aún marcaba las 2:30 a.m. ese recuerdo de hace casi dos años, aún parecía estar fresco y eso la atormentaba cada día.

Se tocó aquella cicatriz que se encontraba en su abdomen -Es por eso que prefiero mantener la mente ocupada – se despojo de la sabana que cubría su cuerpo y salió a su estudio, en donde muchas otras noches pasaba horas enteras pintando para olvidar. Mientras el pincel viajaba sobre el lienzo, recordó aquel encuentro inesperado.

Dos años antes…

Habían pasado pocos meses desde aquel traumático evento. Se había alejado de las personas a su alrededor y sólo deseaba superar aquel día. Por suerte las vacaciones de verano habían comenzado y podía aprovechar el tiempo para hacer un corto viaje a España.

Era un viaje para olvidar y reencontrarse, pero lamentablemente el pasado aún seguía detrás suyo.

Círculo de Bellas Artes

Un sinfín de personas vagaban sobre las calles de aquel lugar rodeado por hermosos edificios. Era una tarde llena de eventos culturales que muchos se detenían a disfrutar.

En un pequeño escenario se presentaba un grupo de jóvenes que comenzaron a tocar y  cantar. Sus voces comenzaron atraer gente y pronto se encontraron rodeados. Ailén también se detuvo, apenas y podía mirar, pero aún así seguía disfrutando de aquellas voces. De pronto, al mirar a su izquierda, alguien llamó su atención.

Cedric también estaba en ese lugar, sintió como si su alma saliera de su cuerpo y perdiera la fuerza que la mantenía de pie. Observó más detenidamente, en sus hombros llevaba cargada a una pequeña de poco más de tres años, quien sonreía y miraba atenta. Ailén sabía que se trataba de Elayne, aquella pequeña que llegó al mundo poco antes de marcharse de Italia.

Sin importarle nada, sus pies comenzaron a moverse. Quería hablarle, y necesitaba escuchar de nuevo su voz. Pero, de pronto se detuvo a pocos metros. Cedric se alejaba de el lugar, con Elayne aún en sus hombros y tomado de la mano de una mujer, veía sus perfiles desde su lugar. Ella sonreía alegremente, mientras que Cedric la miraba con una amplia sonrisa. Era feliz y ya no había lugar para ella, ahora otra mujer estaba a su lado. Su mirada recorrió aquella pareja, la mujer junto a él se veía sencilla a comparación de sus novias de juventud, de cuerpo delgado y estatura media. Con sólo mirarla, deducía que era amable y alegre.

Frente a ella, un Cedric feliz y pleno se alejaba. Aquellas promesas, palabras y sentimientos que se habían jurado hace tres años habían desaparecido. Él era feliz, posiblemente formaría una familia y criaría a sus futuros hijos junto a ella o cualquier otra mujer. Ya no había lugar para ella y quizá jamás volvería a tenerlo.

Caminó sin rumbo por las calles de España, su mente aún vagaba entre neblina y sus ojos sólo reflejaban la tristeza que sentía.

Sin darse cuenta, llegó al Parque de El Retiro. Estaba a pocos minutos de anoche y el sol había desaparecido por completo, el cielo comenzó a tornarse oscuro y la luna comenzaba a ser visibles. Frente al estanque del parque, ella pudo visualizar su propio reflejo.

<<¿Qué estoy haciendo?>> pensó para sí misma, viendo aquel pálido rostro cubierto de ojeras.

<<Ha dolido demasiado, han sucedido tantas cosas hirientes que seré incapaz de borrar>> hablaba para sí misma, sintiendo las lágrimas sobre sus mejillas caer al borde del lago.

-No volveré a llorar – se dijo a sí misma, secó sus lágrimas – Amistades falsas, amores fallidos, mis padres entrometidos, mis amigas me han olvidado y él hombre que ame ahora es feliz – sonrió de manera extraña y orgullosa – Ese día, la antigua Ailén murió – recordó su herida en el abdomen – Mantendré mi mente ocupada y olvidaré todo lo que me hace débil.

Aquel fue el inicio del cambio que para todos era irreversible.

Actualidad…

El alba inició y poco a poco el cielo oscuro comenzaba a quedarse atrás, dándole paso al radiante sol.

Ailén había terminado su pintura, estiró su cuerpo y salió a la terraza. El aire movía aquel corto cabello y acariciaba el rostro desvelado que admiraba el paisaje. Los canarios que tenía en su terraza, comenzaron a cantar como si de esa forma dieran la bienvenida a un nuevo día. El sollozo de Nina su cachorra Bichon Frisé de color blanco como la nieve de apenas un dos meses, corría en su encuentro. Ailén la tomó entre sus brazos y sonrió amablemente.

-Parece que sólo puedo ser amable con niños y animales – le dijo a Nina, mientras que esta lamia su mejilla.

Museo de Arte Contemporáneo 8:50 A. M.

-Ailén – Cameron, un chico de complexión media, cabello rizado y ojos negros, se acercaba a Ailén – Todo está listo, solo faltan algunos detalles.

-Gracias – respondió, mirando al chico que había contratado hace poco más de un año. Estudiante de Artes Plásticas de Columbia y que durante más de medio año suplicó por ser contratado en la galería a tiempo parcial – El evento comienza en media hora, puedes ir a descansar.
Cameron agradeció y salió del museo.

Era un evento importante para Ailén, muchos críticos irían a ver las exposiciones artísticas de los nuevos talentos y eso la incluía, lo que tal vez marcaría su carrera como artista. Una llamada entró a su celular, veía que se trataba de su mamá y quiso rechazarla, pero sabía que sí lo hacía seguiría insistiendo.

-Hija – su voz no cambiaba, aún seguía siendo fuerte y confiada – Buenos días.

-Hola, buenos días – saludo con poco ánimo - ¿A que viene tu llamada tan temprano?

Vannesa bufo ante la reacción de su hija – Acaso no puedo llamar para saludar – dijo indignada.

Ailén permaneció en silencio, conocía muy a su madre y eso incluía sus trucos.

-Bien – Vannesa se dio por vencida y confesó – Tendremos un evento de beneficencia y quiero que vengas junto a Grey, su madre se pondrá en contacto con él así que tal vez te llame.

Ailén suspiró, sus padres seguían interfiriendo en su vida y tratando de manejarla a su manera – No puedo, tengo trabajo.

-Ailén – la voz de su madre sonó molesta – Tal vez no lo expresé como debía, no te lo estoy pidiendo.

-¿Y porque debo obedecer?

-Eres nuestra única hija y muchas personas aquí deben ver que te estas involucrando en los negocios.

-¿Creí que era por beneficencia? – respondió con sarcasmo.

-Sabes a lo que me refiero – gruñó de manera molesta – Planeamos retirarnos a mediados de año – confesó – Estamos cansados y estresados. Tú eres la única que puede continuar con el trabajo.

Ailén se había vuelto una mujer despiadada y fría, pero estaba agradecida con lo que sus padres habían hecho por ella y aunque su edad aún no era avanzada, sabía que querían disfrutar más y relajarse – OK. Iré, debo colgar porque tengo trabajo.

-Si, cuídate.

Comenzó a revisar lo que aún hacía falta en el lugar que les habían asignado para realizar su exposición. Ya no se sorprendía de lo bien que trabajaba Cameron y algunas veces agradecía haberlo contratado, los pocos detalles habían sido afinados por ella y sólo faltaban pocos minutos para dar inicio. Su celular volvió a sonar, pero está vez llamaba Grey.

-Hola – contestó,  sabía a qué venía aquella llamada – Nuestras madres son muy rápidas.

-Estoy de acuerdo, apenas y he bajado del avión y mi madre me recibe con la orden de ir a Quebec para el evento de tus padres.

-Siento que tengas que ser arrastrado.

-No hay problema – respondió,  intentando negarlo – Solo quería descansar.

-¡Ailén, hola! – se escuchó la alegre voz de Patrick – Pronto inician mis clases, me hubiese gustado verlos en la fiesta de Lucy – habló con tristeza, mientras seguía a su amigo de cerca.

-De todas formas no sabía si iría – respondió fríamente.

Patrick miró con tristeza a Grey, quien sabía que aquella fría actitud de su amiga era hiriente para quienes aún no sabían la razón de aquello.

-Intentaremos ir – le dijo a Patrick, con una amplia sonrisa – Nos vemos más tarde Ailén, pasó por ti a las 3:00 p. m.

-Bien, hasta luego.

El evento comenzó, una gran cantidad de personas admiraban cada una de las piezas modernas del lugar. Los críticos hacían su trabajo, veían detenidamente cada una de las piezas que se estaban presentando y daban algunas opiniones a sus creadores. Pará Cameron, aquel evento fue de utilidad para aprender más sobre la forma en que hacían su trabajo y para admirar las otras obras.

-¿Qué te pareció? – preguntó Ailén, mientras recogían las cosas después de una larga jornada.

-Me gustó mucho – dijo con entusiasmo, viendo a su jefa – Me ha ayudado a darme cuenta de lo importante que es el arte para las personas.

-Me alegra – dijo casi como si fuera todo lo contrario – Solo hay que subir las piezas restantes, tengo que irme a mis clases de arte en el centro comunitario – tomo sus cosas y dejo a su empleado. La miraba atento, era una mujer hermosa y de figura sensual. Más de uno miraba su andar y tenían la esperanza de que por lo menos fijará aquellos ojos fríos sobre ellos. Pero, su actitud dejaba mucho que desear, sus frías y afiladas palabras se clavaban en la mente de las personas, sus ojos eran como los de un pez muerto y parecía que la felicidad no era parte de su vida ¿Siempre fue así? Se preguntaba siempre que la veía.

New York City Housing Authority Chelsea 12:22 P. M.

Había llegado pocos minutos antes de la clase, al ser fin de semana muchas personas aprovechaban el tiempo para tomar alguna clase gratuita de parte de personal capacitado. Ailén daba clases de arte a niños de cinco hasta doce años.

Las personas que se encontraban en el recinto, miraban con atención a la chica que caminaba con orgullo, ondeando aquel vestido azul junto a su corto cabello.

-Profesora – un grupo de niños se acercaron a ella con dibujos hechos por ellos - ¿Cuál es el más lindo? – preguntaron con entusiasmo.

Ailen se colocó a su altura, mirando con atención cada uno de los dibujos que sin duda habían sido hechos por aquellos pequeños – Vaya que difícil – dijo pensativa – Todos son realmente hermosos – hablo con sorpresa, dibujando una amable y cálida sonría en su rostro poco maquillado – Bien hecho – acarició la cabeza de cada uno y caminaron juntos hasta el salón donde impartiría su clase.

Un grupo de trabajadores que escucharon la conversación de Ailén y los niños, miraron con sorpresa aquel sonriente rostro que sólo ofrecía a los pequeños.

-Que extraña mujer – dijo una señora de mediana edad a sus tres acompañantes.

-Ella siempre ha sido así, ha dado clases aquí desde hace dos años y solo es amable con los niños – respondió otra mujer.

-Debe tener una buena razón – dijo otro hombre.

Las clases comenzaron, eran tan animadas como siempre y los niños parecían disfrutar del arte. Su profesora sonreía con cada uno y siempre era amable, en ese tiempo con los inocentes niños sonreía y disfrutaba de verdad, ellos aún no sabían nada sobre el cruel mundo que estaba esperando por ellos, algún día se darían cuenta que los monstruos que imaginaban debajo de sus camas  no eran nada a comparación de lo monstruosos que podían ser las personas. Falsas, frías, arrogantes, vengativos y hostiles. Serían corrompidos y heridos un sinfín de veces, pero tendrían que volverse fuertes y seguir adelante sin importar lo mucho que doliera.

La clase había terminado y caminaba de regreso a su departamento. Entró a una boutique y compró un par de zapatos que alguna vez su amiga Lucy dijo que moría por ellos, pero al ir a comprarlos le dijeron que eran solo por temporada y de edición limitada, así que parecía ser el mejor regalo.

2:55 P. M.

-¿Cómo has estado? – Grey abrazo con euforia a su amiga de infancia que hacía casi cuatro meses que no veía – Estas bellísima.

Ailén correspondió el abrazo – Hola,  muy bien gracias – dijo con apatía - ¿Y tú? ¿Dónde está Patrick?

-Lo lleve a su departamento – habló con entusiasmo – Prometí que intentaríamos ir al cumpleaños de Lucy.

-Sabes que es imposible – miro a su amigo que brillaba ante ella como siempre lo hizo – Además,  no quiero ir.

Grey sonrió ante aquella chica que intentaba parecer fuerte ante él – ¿Y ese regalo? – señaló la bolsa que sostenía detrás de sus piernas para ocultarla.

Ailén intentó buscar la mejor manera de negar – No es nada – terminó delatándose.

-Ailén, te conozco desde que naciste y se que ese regalo es para Lucy.

Su rostro se tensó y sus mejillas parecían enrojecer al ser descubierta – Vamos – caminó hasta el auto y colocó su cinturón.

Château Frontenac, 5:38 P. M.

Habían llegado al hotel en donde se llevaría acabo el evento. Ambos vestían formal para la ocasión y sonreían de mala gana a todos los que les saludaban.

-¡Llegaron! – sus madres se acercaron revisando a detalle sus atuendos, quitando cualquier cosa que no los hiciera lucir perfectos.

-¡Hija! – Alan se acercó con una sonrisa – Me alegra verte, deberías venir más seguido.

-Estoy ocupada papá.

Vannesa la miró con molestia, sabía que era una actitud normal desde hace algún tiempo pero aún así, no era correcta - ¿Y Sebastian? – preguntó a su amiga que seguía empeñada en arreglar cualquier desperfecto de su hijo.

-Ese niño – su cara reflejaba el malestar que le hacía recordar a su hijo – Es un rebelde – acarició la mejilla de su hijo mayor – Por suerte él no tendrá que guiar la empresa.

-¿Rebelde? – preguntó Ailén, con una sonrisa sarcástica – Hacer lo que le gusta, divertirse y disfrutar de su vida ¿Es ser rebelde?

Sus padres miraron con ojos bien abiertos, ella siempre había dicho lo que pensaba, pero hace un tiempo era más dura para hablar. Los padres de Grey parecían no haber recibido de buena manera aquella observación y probablemente Katy también comenzaría a debatir.

-Va a comenzar – Alan tomó a su esposa y guió a su amigo, quien entendía la situación – Iré a prepararme.

Grey tomó la mano de Ailén, quien aún miraba fijamente a Katy – Vamos. 

-¿Por qué dejas que sea así?

-No puedo discutir con mi madre todo el tiempo.

-Tu hermano no es rebelde. Es inteligente, maduro y un buen chico, está uno de los mejores colegios, pero ella no ve eso.

Grey se detuvo frente a la mesa que compartiría con todos y abrió la silla para que ella tomará asiento – Algunas veces envidio a Sebastian – su voz sonaba triste – También quisiera ser valiente. Aunque desde hace algunos años parece odiarme más que cualquiera.

-Podrás hacerlo, pero tu primer obstáculo es tu madre. Y él no te odia, sólo intenta acercarte más.

-Lo intentaré – tomó asiento junto a ella – Ailén, a veces me culpo de lo que te pasó – su mirada reflejaba aquel miedo de recordar la tragedia de hace dos años – Cuando te vi tumbada en el sueño empapada en sangre y con la mirada vacía, pensé que morirías.

-Lo hice – miró con aquellos ojos vacíos y muertos – Ese día murió la antigua Ailén, aquella chiquilla ingenua y estúpida.

-Eso es lo que me preocupa – tomo su mano – Me asusta que debido a eso, pierdas a las personas importantes que te rodean – recordó a sus amigas y amigos que siempre estaban al pendiente de ella, mirando en silencio esperando que Ailén regresara.

-Buenas noches a todos – Alan se paró frente a la multitud y comenzó el evento. Hubo una subasta en donde todas las ganancias serían en beneficio a hospitales y orfanatos.

Después de tres largas horas, comenzaron con la interminable lista de personas que tendían que saludar y conversar. Ailén de vez en cuando veía la hora, sus amigos ya estarían en la celebración y ella aún seguía sin salir.

9:24 P. M.
-¿Vendrán? – preguntó Violet, mientras miraba a las personas que llegaban – Es tarde – su miraba estaba triste.

Dean tomó su mano, apoyándola – Vendrá – afirmó – Confío en ella – sonrió amable a la futura madre de su hijo.

-Si, Grey nunca falta a su palabra – dijo Patrick seguro de su amigo.

Lucy lo miró con duda y sonrió al darse cuenta de lo mucho que confiaba en él - ¿Qué tipo de relación tienen tú y Grey? – preguntó bebiendo de su martini.

Patrick dejó de beber, mirando nervioso y algo sonrojado - ¿Qué tratas de decir? Solo somos amigos – declaró,  colocando sus manos sobre las rodilla y desviando la mirada de sus amigos.

-¿Amigos? – Lucy se había dado cuenta de que Grey era gay desde hace un tiempo y la manera de ver a Patrick lo delataba aún más, pero su amigo parecía no darse cuenta de sus propios sentimientos – Eso quiere decir que puedo intentar algo con él, probablemente Grey sea el príncipe azul que tanto he esperado – sonrió alegremente, atrayendo la mirada de la pareja, que al igual que ella estaban al tanto de la orientación de Grey.

Al escuchar eso, Patrick sintió como su corazón dolía y la fatal idea de verlo con una chica le hacía querer llorar. Pero ingenuamente creía que era porque han sido amigos y lo quiere como tal. No entendía lo que sentía, pero no quería verlo junta a nadie más y deseaba que se quedara a su lado.

-Es broma – dijo Lucy, al ver a Patrick tan abatido por aquello – Además,  no es mi tipo – le sonrió amable, recordando cuando hubo un tiempo en el que ella se enamoró de él pero con el tiempo se dio cuenta que nada sucedería entre ellos - ¿Qué era lo que querías contarnos Violet? – decidió que era momento de cambiar de tema.

Violet miró a Dean y tomó su brazo junto a a una sonrisa – Esperaremos a Ailén.

Patrick y Lucy se miraron, al darse cuenta de la actitud tan feliz y alegre que tenían aquellos dos, aunque era normal, había algo diferente.
Siguieron disfrutando de la noche, con la esperanza de que llegarían.

11:12 P. M.

Ailén miró con deserción su reloj, casi era media noche y probablemente no llegaría a tiempo aunque lo intentará. Grey se dio cuenta de aquella actitud y decidió que era hora de ayudarla.

Los minutos seguían corriendo, Ailén se dio por vencida y se comenzó a caminar hasta donde estaban sus padre. Pocos metros antes de llegar, fue tomada de la mano por su amigo que le daba aquella sonrisa típica de él cuando harían algo indebido.

-Vamos – comenzaron a correr, llamando la atención de sus padres que intentaron llamar su atención para obligarlos a quedar. Subieron a la terraza del hotel en donde un helicóptero los esperaba.

-¿Y esto? – preguntó Ailén, con duda y algo sorprendida.

-Vamos a ir con Lucy – sonrió,  ayudándola a subir al helicóptero – Es un préstamo de un amigo – le dijo mientras sobrevolando la ciudad.

11:52 P. M.

Lucy miraba con tristeza, sus amigos no sabían que decir para alegrarla un poco aunque la verdad ellos también estaban decepcionados por la falta de interés en Ailén.

-¡Lucy! – grito Ailén, en la entrada del club.

Todos se alegraron al ver a ese par entrar, sus sonrisas delataban lo felices que estaban.

-¡Ailén! – se acercó para abrazarla con fuerza, estaba feliz de verla – Llegaste.

-Si – respondió Ailén, en un tono no tan áspero como el habitual – Toma – entregó la caja – Feliz cumpleaños.
Lucy recibió feliz aquel obsequio, que significaba mucho y demostraba que al menos la Ailén que conocían aún dormía en el interior de aquella fría mujer.

Comenzaron a beber y disfrutar del ambiente, bailaron un par de canciones, rieron y tomaron fotografías. Ese había sido el mejor cumpleaños para la alegre chica.

-Violet. Cuenta – Lucy no olvidaba aquel detalle.

Ailén y el resto, posaron sus ojos en la tierna pareja que sonreían – Tenemos una sorpresa – Violet comenzó – Estamos muy felices y queríamos compartirlo con ustedes.

Dean colocó su mano en el vientre de su novia y ambos se miraron – Seremos padres – dijeron al mismo tiempo. Sus amigos estaban boquiabiertos, aquella noticia no se la esperaban y de pronto comenzaron las felicitaciones.

Lucy y Ailén abrazaron a su amiga quien lloraba de felicidad al darles aquella noticia. Dean también recibió las felicitaciones por parte de sus amigos.

-Felicidades – Ailén se acercó a su “hermano” y lo abrazó con fuerza – Cuidala mucho.

-Lo haré, es muy importante para mí.

Aquella fue la noche más importante para todos. Sabían que Ailén aún esperaba por salir, pero con la ayuda de todos, sabían que algún día podrían ver esa sonrisa en su rostro.


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