Día gris

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Morgan no era tonta, tenía cinco años, si, pero su papá había armado su primer circuito a su edad. Y ella estaba siguiendo esos pasos también.

Era una niña pequeña por supuesto, le gustaba armar fiestas de té y hacer muecas de asco cuando sus papás se besaban. Pero no era una niña tonta.

Entendía perfectamente que su papá se había ido a salvar el mundo nuevamente, así como en las historias que su mamá solía contarle de tiempos en que ella no había nacido.
Por que ese era su papá, no descansaba hasta que todos estuvieran a salvo y Morgan se enorgullecía de eso.

Pero pese a ser una niña lista, habían veces en que algunas cosas la confundían, y esta era una de ellas.
¿Por qué su mamá no sonreía?
¿Por qué todos vestían de negro?
¿Por qué su papá todavía no volvía?

Una parte de su cabeza si que lo entendía, lo había visto en películas e incluso en su pez dorado. Muerte.
Pero la otra parte se negaba a aceptarlo, esperando que su papá cruze la puerta y la cargue en brazos, que bese a su mamá y haga reír a todo el mundo. Por que su papá era invencible, e imaginar un mundo sin el era lo mismo que imaginar un mundo sin colores. Imposible.

-¿Qué quieres? -Happy dijo, le había preguntado si tenía hambre, y pese a que el hambre era la última de sus preocupaciones de igual manera le dijo que si.

-Una hamburguesa con queso -respondió inmediatamente, su papá seguramente querría una al volver, y ella lo esperaría con una.

Poco a poco la gente se fue yendo, pocas personas quedaron, reconoció los que se llevaron a su papá y unos cuantos mas. Su mamá seguía sin sonreír.

Observó como caminaba hacia la cocina y decidió seguirla, su papá estaba tardando demasiado.
Entró y observó a su mamá apoyada contra el mesón, mirando hacia la nada.

-¿Mamá? -preguntó.

Su mamá se sobresaltó, como si no supiera que ella estaba ahí

-¿Si, cielo? -la miro

-¿Cuándo vuelve papá? -tal vez ella sabía por que se estaba tardando tanto.

Entonces ahí su madre sonrió, pero era una sonrisa extraña, la misma sonrisa que utilizó para explicarle que su pez estaba muerto.

Su mente recordó, después de que el pez muriera le habían hecho un funeral, los tres rodeando el retrete y con ropa elegante, su papá dijo algunas cosas sobre el gran pez que había sido y que todos lamentaban su muerte.

Sintió ganas de llorar, pero las evito, era una niña grande.

No quiso pero aún así hizo conexiones, todos estaban elegantes, y no recordaba quién había sido pero alguien habló, y todos estaban tan serios y tristes.

Funeral. Funeral. Funeral.

Salió de la cocina antes que su madre pudiera dar cualquier explicación y fue directamente hacia el hombre que se había llevado su papá, aquel rubio con brazos anchos.

-¡Señor!- no había alzado la voz, pero como solo se escuchaban susurros en la sala, fue como si hubiera gritado -¡Señor Capitán!

El hombre volteó a verla, sorprendido igual que su mamá.

-¿Si? -Le sonrió, pero no era una sonrisa sincera, era una sonrisa mentirosa.

-¿Dónde esta mi papá? -habló calmada, por que ya no era una bebé, solamente las bebés hacían rabietas.

La mayoría de las personas voltearon en su dirección. Al otro lado de la sala un chico que no había visto hasta ese día empezó a sollozar.

-¿Qué...? -ahora el hombre parecía confundido, volteó y miro a sus demás amigos- Ehhh...

One Shots Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora