Acero

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Lo entendía. Entendía perfectamente el dolor. Ya lo había conocido en todas sus formas, así que era totalmente familiar con esta sensación.

Dolor físico, mental, psicologico, moral, interno, externo, etcétera, etcétera, etcétera. Era algo cotidiano, usual y accesible, al menos para él.

Maldicion, ya no recordaba la primera vez que lo había sentido, había sido en la primera golpiza de su padre? O acaso la primera vez que escucho pelear a Howard y a Maria?

No lo recordaba, solo sabía que jamás se iría, que estaría siempre con el, cada día, cada noche, cada momento en soledad, acompañandolo, arraigado tan profundo como su alma misma.

Durante su niñez siempre busco llamar la atención de su padre, intentando llevar su inteligencia hacia sus propios límites, rompiendolos una, y otra, y otra vez mas, pero no importaba cuantas formulas aprendiera, cuantos libros memorizase, o cuantas cosas construyese, jamás recibió el tan anhelado -estoy orgulloso de tí, hijo- de su progenitor.

Oh, tantas veces que había sido decepcionado en su vida, no las podía contar, sus padres, sus amigos, sus fugaces novias. No importaba, conocía a la gente perfectamente, siempre buscando algo de él. Nunca ser la meta a conseguir, siempre el medio por el cual lograrlo. Acaso no veían que el también tenia sentimientos?

Lo tenia muy en claro. Jamás confiar, jamás abrir su corazón. Y jamás lo hizo, se aisló de aquel efímero sentimiento llamado amor, creyéndose inmune a esto. Aún así tarde o temprano sabía que lo alcanzaría. Puso barreras en su corazón, tan altas que creyó nunca nadie las pasaría. Pero lo hicieron. Sin saber cuando, sin saber cómo.

Llego Rhodey, quien se convirtió en su mejor amigo, su honey-bear, la primera persona a la cual le dio su confianza. Pepper, con quien sintió que por primera vez experimentaba el amor, el verdadero amor, la única persona que podía ver su corazón y no juzgarlo. Rogers, a quien le dio su espalda pensando que jamás lo traicionaría. Y Peter, el mocoso que escarbó en su corazón y se tallo su propio lugar.

Pero las peleas con Rhodey se hicieron mas frecuentes. Pepper se sentía cada vez más lejana, siempre viajando, siempre ausente. Rogers lo traicionó a sangre fría, abandonandolo en medio de la nada. Y Peter... oh, el muchacho. Recordaba sus palabras. Recordaba a el chico desvaneciendose. Recordaba el polvo flotando en el aire.

Ya ni siquiera podía llorar. Tantos sentimientos guardados dentro suyo, arrinconandose para dar espacio a nuevos que pronto llegarían. Algún día tenían que escapar, desbordarse y al fín salir. Pero temía el día que eso pase, así que siguió escondiendo sus pensamientos bajo unas gafas oscuras y una fachada de ironía.

Claro, era fácil para todos los demás, solo apuntar, hablar mal de él, susurrar a sus espaldas sin darse cuenta de el daño que le hacían. Pero había crecido entre toda esa mierda, todos los insultos, susurros, mentiras y falsedades. Su padre bien se lo había dicho, "Jamas confíes en nadie, siempre querrán algo de ti"
Durante muchos años esa fue la única verdad para él, una frase marcada a fuego en su mente, tantos días, semanas, meses, años enteros sin confiar en nadie, apenas recordaba cómo se sentía. Aunque atesoraba los recuerdos de su infancia con Jarvis y Ana, las risas y el cariño que la pareja le proporciono, cosas que sus padres eran incapaces de darle, no importaba si su familia era una de las mas ricas y poderosas del mundo, no importaba nada de eso si su padre era un alcohólico maltratador y su madre una viciosa sin remedio.

Pero algo era mentira, Tony si había confiado en alguien después de los Jarvis, Tony si le había confiado su espalda a alguien. Y esa fue otra de las razones para encerrar su corazón dentro de una caja fuerte. Siete letras y su mal humor se disparaba, una palabra y bastaba para tornarse hosco. Obadiah. Si, otro error del que aprendió a las malas, aunque era su culpa, su padre se lo había advertido, y pese a que era un borracho, le dejo lecciones de vida.

Tal vez debió haber visto las señales, tal vez debió haber sido mas listo, pero el error ya estaba cometido y el daño hecho. Podía culpar a su yo del pasado y martirizarse eternamente, pero maldición, era Tony Stark, no le estaba permitido hacer eso. Se erigió nuevamente, puso su rostro en alto y siguió caminando, esquivando las rocas y saltando los pozos.

No era fácil ser el malo de la historia, ser un Stark, sobre todo después de la fama que dejo su padre, pero era la vida que le había tocado y se debía conformar con eso. Jamás fue su sueño seguir con la empresa armamentística de su padre, fabricar maquinas de guerra, maquinas para matar. Una vez se lo comentó a su progenitor, una vez basto para saber que fue un error haberle dicho. Le dejo un labio partido y le dijo con furia, casi con odio, "No importa lo que quieras o no, eres un Stark, naciste para eso", los ojos inyectados en sangre y el hedor a whisky caro fue suficiente para callarse y no volver a tocar el tema.
Con el paso de los años fue enterrando sus sueños rotos, y mientras mas creaba armas menos recordaba las ambiciones que de niño juro cumplir. Por que era un Stark, y esa era su función en el mundo.

Recordaba todas las crueles palabras acusadoras que apuntaban directo hacia él. Fingía que no le dolían, eternamente devolviendo una afilada respuesta satírica, cuando lo que realmente quería hacer era cuestionar cada una de las venenosas palabras que le lanzaban.
¿Realmente él era aquello que decían? ¿Era realmente un monstruo? ¿Lo era? ¿Merecía vivir? Pero escondía todo eso dentro suyo. Lo callaba. Lo silenciaba.

Claro que lo desgarraba, claro que cada día se sentía mas vacío. Pero... ¿cómo pararlo cuando había estado a su lado toda su vida? ¿Como detenerlo, sabiendo que jamás se iría?
Oh, oh, oh, ya no lo soportaba, pensaba en la muerte constantemente, la salida fácil y rápida. Ya no mas dolor, ya no mas sufrimiento.

Pero rápidamente lo apartaba de su cabeza, esa era la salida de los cobardes, la vía fácil. Y Anthony Stark era muchas cosas menos un cobarde, oh no. Guardaba esos pensamientos oscuros en lo más profundo de su cabeza y fingía que no le importaba nada. Que era fuerte, impenetrable...

Que era de acero...

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Heme aquí desenterrando historias de mis borradores, esta madre la escribí allá por octubre del año pasado y como siempre, en la noche. Hay algo que le pasa a mi cerebro después de las 12 de la noche que empieza a dejar de pensar y es como si me inyectaran una dosis de estupidez.

Me gusta leerlo e imaginarme que suena en mi cabeza Behind Blue Eyes, de The Who (canción que descubrí en Legion y se hizo una de mis favoritas).

¿Opiniones? ¿Sugerencias?

Hasta aquí mi reporte Tulio. See yah.

One Shots Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora