Capítulo 15

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Subimos a un auto y nos llevó a una casa, no era la misma en la que había retenido a mis amigas, ésta era más pequeña y tenía un aspecto más hogareño. Bajamos del auto y entramos a la casa, Safira me pidió que la siguiera hasta la sala y nos sentamos. De camino aquí ella me contó un poco de lo que iba esta guerra, al parecer no es la primera vez que se ve envuelta en una pelea como esta, ya hace más de cien años planeó algo parecido, pero las cosas salieron mal y tuvo que retirarse pero parece ser ahora no tiene intención de hacerlo.

-Pero aun no entiendo, ¿por qué quieres asesinar a los cazadores?

-Verás Samanta, sé que creciste con ellos y todo lo que conoces del tema proviene de ellos pero los cazadores no son ningunos angelitos. Hace doscientos años que me prometí acabar con ellos y es lo que haré– dijo con una mirada de odio, me miró directo a los ojos y sentí que se me ponía la piel de gallina, pero entonces su semblante cambió y empezó a hablar -lo recuerdo como si hubiera pasado ayer, yo y mi amado Alexander éramos tan dichosos, lo teníamos todo, belleza, dinero, poder, no había nada que se nos prohibiera, éramos los putos amos del mundo, pero entonces ocurrió.

Flashback

-Querida creo que deberíamos salir de ésta ciudad

-Pero creí que la estábamos pasando bien, ¿qué hay de malo?

-Mira, no quiero preocuparte pero hace uno días que siento que me siguen, y esta tarde lo comprobé, unos cazadores venían tras de mí, cuando los descubrí me escurrí de ellos pero ya no siento que éste sea un lugar seguro

-Vamos Alexander amor, este es nuestro hogar, no permitiremos que unos simples humanos nos alejen ¿qué podrían hacer? los humanos son débiles, no se comparan con nosotros

-Tienes razón, no sé porqué me siento tan paranoico, tal vez sea que temo perderte

-Oh mi Alexander, no lo harás, estaremos juntos por siempre

-jajaja- me sobresaltó la carcajada, ya empezaba a sentir pena por Safira pero eso me volvió a la realidad -Tan ilusos, nuestro amor nos cegó, ¿sabes que ocurrió una semana después?- negué con la cabeza -llegué a casa una tarde y me encontré con el cuerpo de mi querido Alexander inerte en el suelo, los muy cobardes lo asesinaron cuando no estaba para protegerlo, lo ataron con cadenas de plata y lo azotaron, su cuerpo estaba lleno de marcas y sangre, cuando se cansaron de torturarlo le enterraron una estaca en el corazón y se lo extrajeron, nunca supe que hicieron con el- dijo mientras miraba al vacío, sus ojos reflejaban odio y a la vez tristeza

-Lo siento– dije intentando generar empatía

-No te lo cuento para que sientas lastima por mi Samanta, ya lo he superado, es para que entiendas por qué lo hago y veas que los cazadores son tan malvados como nosotros

-Pero ¿cómo sabes que fueron los cazadores? no suena a algo que noso... digo los cazadores harían, además ¿cómo algunos cazadores podrían contra un Nosferatu?

-Sé que fueron ellos, ya tenían días vigilándonos, Y no, Alexander no era un Nosferatu, él era solo un vampiro... un débil vampiro, nunca debí enamorarme de él– terminó, con un tono hostil, y así como si nada la Safira que yo conocía había vuelto -Ahora que conoces la razón te lo vuelvo a preguntar, ¿estás conmigo?

-¿Tengo otra alternativa?- le pregunté rindiéndome

-No, no la tienes

-Entonces dime, ¿qué tengo que hacer?

...los siguientes días fueron un asco, tuve que fingir sumisión ante Safira, la veía con admiración y actuaba como si complacerla fuera lo único importante para mí, pereciera que funcionaba ya que la veía verme con ojos de orgullo y tampoco es como si fuera todo mentira, la verdad es que cada día que pasaba con ella sentía esa sensación territorial sobre ella más fuerte. Esa tarde Safira me pidió que diera algunos consejos a los vampiros, cosas que podrían serles de utilidad a la hora de enfrentar a los cazadores, el simple hecho de pensar en esa pelea me daba ganas de vomitar, pero fingí indiferencia y les di algunos tips, cosas inútiles claro. Cuando terminé Safira y yo regresamos a casa, estos días me estaba quedando a dormir en su casa, tenía mi propia habitación pero aun así me sentía vigilada por lo que trataba de actuar normal, lo cual era tan difícil viviendo con ella. Todos los Días bebía de un humano diferente, los veía entrar y salir de su habitación como si acabaran de recibir el premio mayor, a mí también me los ofrecía pero eso era demasiado para mí por lo que desde que llegué no había comido nada, en cuanto a sangre claro.

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