Capítulo 16

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Volví a mi habitación y me tiré en la cama, nunca superaré lo que acababa de hacer, había tirado lo poco que me quedaba de humanidad -oh mi dios- me sentía tan mal que había olvidado el transmisor, lo que significa que mis amigas habían escuchado todo. Si antes me sentía horrible esto solo empeora las cosas, no solo me comporté como una sádica sino que mis amigas escucharon lo que hice, ¿cómo pude ser tan estúpida? ¿cómo me metí en esto?.

Ellas tenían razón cuando dijeron que esto era estúpido, yo sola me había conducido a la perdición.

Me di un baño ya que me encontraba llena de sangre, me cambié y salí de la habitación, necesitaba salir de ese lugar para aclarar mi mente. Estaba por hacerlo cuando la escuché

-¿A dónde vas?

-Necesito aire, ¿no puedo salir?

-No eres mi prisionera Samanta, eres libre de ir a donde quieras, solo quiero saber que volverás

-Volveré- dije antes de salir y cerrar la puerta, comencé a caminar sin dirección alguna, solo necesitaba aire para aclarar mi mente, no tenía idea de lo que haría con mi vida, todo se derrumbó, me encuentro más perdida que nunca y no tengo a nadie para mostrarme el camino, no puedo regresar a casa porque Safira pudo mandar a alguien a seguirme, no puedo ir al instituto por la misma razón y no puedo hablar con mis amigas porque aparte de ser peligroso, en éste momento no tengo cara para enfrentarlas.

Cuando decidimos hacer esto, les dije que no se lo contaran a mi abuelo ni a Kanius hasta que tuviéramos alguna solución, se supone que dijeran que me fui por unos días de la ciudad para mantenerme a salvo de Safira, esto fue hace una semana, no sé si a estas alturas ellos ya estén al tanto o sigan creyendo eso.

Me acerqué a un muelle y me senté en una banca, necesitaba reflexionar sobre mis siguientes decisiones, es un hecho que estar con Safira es un riesgo pero ¿qué podría ser peor de lo que me hizo hoy?, y volver ahora no me parece una opción. Quería darle una explicación a mis amigas, pero no sabía que decir, por lo que decidí guardar silencio y esper que ellas me entiendan.

Después de lo que parecieran dos horas decidí regresar, necesitaba que Safira confié en mi por lo que debo tenerla feliz. Llegué a su casa y encontré un auto conocido estacionado en la acera. Cuando recordé a quien pertenece entre corriendo

Dentro me encontré con Safira sentada en el sillón, esta me vió y sonrío

-Me alegra que volvieras, tienes visita

-¿Dónde están? ¿les has hecho daño?, porque si lo hiciste te juro que te mato

-Tranquila retoño, ¿son muchas preguntas no crees?, y no te preocupes no le hice daño a nadie, te esperan en la habitación- corrí a mi cuarto y al entrar ahí estaban, Loren y Sofí, mi primer instinto era correr a su lado y abrazarlas, pero reaccioné y solo cerré la puerta

-¿Qué hacen aquí? están locas ¿cómo me encontraron?

-Samanta, ¿estás bien?- las chicas corrieron hacía mí y me abrazaron, yo solo quería abofetearlas pero en su lugar las abracé, se sentía bien verlas otra vez y tenerlas en mis brazos, cuando recordé donde estábamos me alejé- no deberían estar aquí

-Lo siento, es solo que pensé que estabas... creí que nos necesitabas

-¿Dónde están sus hermanas? ¿Cómo es que las dejaron venir aquí?– pregunte mientras tomaba una pluma y escribía en un papel que no mencionaran lo del transmisor, luego se los mostré y asintieron

-Ellas no saben que estamos aquí– mi preocupación era que le diríamos a Safira. Alguien tocó la puerta y automáticamente me puse frente a mis amigas en posición de combate, entonces entró

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