El comienzo de la guerra

3 1 0
                                    

Narrador.

Tras la revelación de aquel ángel anciano y la advertencia de Marcus, nuestros caballeros habían decidido entrenar con mas empeño y ayudar a sus compañeros seleccionados a despertar a los objetos sagrados.

Por su parte, Arisha era entrenada por Maya y Alisha, las cuales le explicaban como fue el despertar de ambas.

Por otro lado, Hariel era entrenado por el rey de las hadas, el de los gigantes y Jörn, explicándole al joven lo que debía de saber por completo de los elementos y todo lo que lo rodeaba.

Al final, Harford y Aaron comenzaban a ayudar a Claud, pues este último no sabia si confiar en lo que sus amigos le decían o si solo ignorar el hecho de tener tal responsabilidad.

Así paso el ultimo mes hasta que el rey de los gigantes y las hadas ponían frente a Arisha y Hariel los dos objetos sagrados.

Ambos jóvenes se acercaban con nerviosismo a aquellos objetos, pues no sabían comí reaccionarían estos en cuanto los tocasen.

Hariel se acercaba hacia el arco del mar, esperando a que este reaccionase en cuanto lo tomara, sin embargo, al tratar de levantarlo, aquel arco se volvió extremadamente pesado para el joven.

Este al ver aquello entendía que el no era el elegido para llevar el arco, así que lo soltaba y se alejaba de manera tranquila, aceptando la decisión de su destino.

Arisha al ver lo que le había pasado a Hariel, se acercaba de manera nerviosa al arco, el cual comenzaba a brillar de manera leve, en cuanto nuestra joven heroína tocaba aquel objeto, este lanzaba un destello con una gran fuerza, iluminando por completo el castillo.

Nuestra heroína lanzaba una sonrisa de alivio al ver que se había vuelto digna para ser una caballero real y poder hacer que esta guerra terminase.

Al ver aquello, Hariel se acerco aun dudoso al "ultimo" objeto presente, este extendió su mano de manera lenta.

Aquel escudo comenzaba a emanar un aura verde, la cual comenzaba a extenderse hacia Hariel, el cual, con un nudo en la garganta tomaba el escudo, el cuál rodeo a Hariel con aquella aura verde, indicando que este había sido el elegido.

Al ver aquello, todos los presentes lanzaban gritos de felicidad, pues ahora tenían mas probabilidad de terminar la guerra.

Por su parte, Claud se encontraba en el cuarto de Maya, la cual lo miraba de manera seria al ver que este tenia consigo la daga del desierto.

-Siento haberlo ocultado todo este tiempo, pero a pesar de tanto tiempo, la daga no me ha tomado como alguien digno de ser un caballero real.

Claud decía aquello en un tono triste, pues a pesar de todo, no había logrado su objetivo.

~A mi no me debes de decir nada y tampoco explicar las cosas, cuando vi tu pasado, tu "protector" me hablo y me contó lo sucedido, sin embargo, el hecho de que la daga no haya "despertado" es simple -Maya miraba fijamente a Claud y daba un suspiro pesado -Son tus miedos, dudas y prejuicios, porque a pesar de todo este tiempo y todo lo que has pasado, aun tienes dudas y miedo, pero no sobre lo que pueda pasar, si no, es miedo a tu propio fracaso y eso es lo que evita que la daga despierte.

Las palabras llegaban hasta el centro de Claud, el cual sujetaba su pecho y pasaba saliva, tratando de calmarse, pues las palabras de Maya solo le decían la verdad y el porque se había quedado estancado hasta ese entonces.

~Si quieres ayudar en este guerra, sera mejor que te alejes del campo de batalla y te lleves esta daga, talves en tu camino encuentres a alguien digno de verdad.

Maya arrojaba aquella daga a los pies de Claud, la cual se quesbaa clavada entre dos ladrillos del piso de su cuarto.

Claud sujetaba la daga, este intentaba de alzarla, sin embargo, pasaba lo mismo que con Hariel, la daga se volvía pesada para este, obligándolo a dejar la daga en aquel lugar.

~Solo un caballero real puede sujetar los objetos de los demás, debido a tus prejuicios y tus miedos no eres digno de usarla -Maya observaba a Claud en el suelo, el cual sólo miraba la daga -sin embargo, el hecho de que la hayas podido cargar contifo durante tanto tiempo indica que pudiste haber sido digno en algún momento, pero ahora, me temo que  eso es imposible para ti actualmente.

Tras decir esto ultimo, la joven chica desaparecía de un momento a otro, dejando a Claud solo con la daga.

Nuestro joven caballero alzaba la mirada, este se sorprendía, pues frente a el estaba Black de forma física.

-Sera mejor que tomes la daga y busques a alguien más para dársela, yo no soy digno y solo te hice gastar tu tiempo

La voz de Claud sonaba con tristeza y algl quebradiza, pues este tenia miedo de lo que fuera a pasar al haber fallado en lo que el creía que era su misión.

>Si esa es tu decisión eso haré entonces.

Black sujetaba la pequeña daga y la hacia desaparecer frente a los ojos de Claud.

>Espero que puedas superar esas dudas y miedos que tienes.

Tras decir aquellas palabras Black desaparecía, dejando completamente solo a Claud.

Este agachaba de nuevo su cabeza, mientras un enorme estruendo se escuchaba a las lejanías.

El ejercito de los demonios había comenzado a avanzar por el mundo, por su parte, los ángeles hacían lo mismo, volviendo el mundo entero una zona de guerra.

Del cielo comenzaban a caer tanto rayos como bolas de fuego en distintas partes.

Al ver aquello, Aaron y los demás caballeros junto a todos los presentes se ponían en marcha, dividiéndose en equipos para poder acabar la guerra en el menor tiempo posible y con bajas mínimas.

El Último Caballero RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora