𝘾𝙖𝙧𝙩𝙖 𝙄𝙄𝙄

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"Buenos días de nuevo, hyung

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"Buenos días de nuevo, hyung. Debe pensar que somos unos anticuados pero no es eso, solo somos muy cobardes. Pero ya no más, vamos a avanzar un poco. Explicaremos de qué va esto, ¿me ha reconocido, hyung?"

"Discúlpelo por su pregunta, el muchacho ni siquiera recuerda que usted no nos conoce. Bueno, a mí si me conoce, nos vemos bastante seguido, hyung. Solo que usted no me nota. No lo culpo, de cualquier forma".

"A mí no me conoce para nada. Pero yo sí a usted. Uno de mis pasatiempos es seguirlo a sus clases, a veces me escabullo en su grado solo para verlo. ¿No es genial, hyung? Usted podría descifrar quién soy si quisiera, no me molestaría".

"Perdona pero voy a reírme por el anterior párrafo. Ese último es demasiado cobarde como para hablarte en persona, créeme. Yo no lo soy, es distinto, nos conocemos pero tú jamás esperarías estos sentimientos de mi parte".

"Sobre eso no estoy seguro de si me has notado o no. Vamos en un taller juntos, no te diré cuál es hyung, pero sé que no te gusta para nada estar ahí. Lo bueno es que disfruto ayudarte en lo que dificultas cuando me lo permites. ¡Sigue así, hyung!".

"Yo no recuerdo cómo te conozco. Estaba un día en el pasillo y de la nada ¡pum! Un bellísimo rostro y una figura que me dejó sin habla y luego bueno... aquí estoy, hyung. Espero que no te importe la edad, yo era muy joven en ese entonces".

Atte.
Cinco sujetos extraños y literalmente un niño.

PD. ¡No soy un niño, hyung!

Ahora sí había ido a revisar el casillero con la idea de encontrar una nueva carta. No perdió el tiempo después de ayer, por la mañana le había preguntado a sus amigos más cercanos si habían sido ellos, recibiendo una clara negativa de su parte. Suspiró. Le gustaría llegar al fondo del asunto. Afortunadamente hacía unos momentos, cuando por fin pudo leer la hoja rosa, encontró algunas pistas sobre quiénes podrían estar detrás de esa curiosa manera de llamar su atención.

Rio.

No iba a mentir, aquellas cartas le habían subido el ego. Claro, si es que eso era posible. La verdad no estaba muy sorprendido, Seokjin era tan hermoso que era inevitable que algo así le sucediera. Al menos eso le habían dicho sus amigos entre bromas, luego de aconsejarle que no le diera mucha importancia al tema de las cartas.

Dejó escapar nuevamente cortas risitas al repasar lo que decía al final del papel, y una pizca más alegre de lo que había estado en todo el día, se fue a casa.

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𝘾𝘼𝙍𝙏𝘼𝙎 𝙋𝘼𝙍𝘼 𝙅𝙄𝙉 ;  𝘑𝘪𝘯 𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora