Capítulo 5

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-¿Emma? –dijo Regina al teléfono.

-Dime.–respondió Emma fríamente.

-¿Vendrás a cenar?

-No lo creo, revisaré unos papeles de la oficina.

-¿Es eso o no quieres verme?

-Nos vemos Regina, tengo una reunión importante.-dijo Emma y cortó.

Regina dejó el teléfono en la cama y se sujeto el cabello en una coleta. Aún así unos cuantos cabellos se escapaban de esta.

Salió de la habitación, a pesar de que Emma estaba molesta con ella, se sentía feliz. Mérida no se había enterado de que ella había salido y entrado del departamento.

-¿Estas mejor? –pregunto Mérida mientras ella se tiraba en el sofá de la sala.

-Si, gracias –respondió Regina.

A Regina le vinieron de repente unas nauseas y mareos insoportables. Sentía que la comida que no había comido en todo el día se le regresaba. Se levanto del sofá y entró corriendo al baño principal.
Dejó que el vomito saliera, sintió unas manos que sujetaban los mechones pelo para que no se mezclaran con la sustancia desagradable.

-¿Pastillas? ¿Té? ¿Algo? –pregunto Mérida mientras le pasaba papel higiénico.

-Necesito sentarme.–dijo Regina sintiéndose aún mareada.

Regresaron a la sala y Regina levanto los ojos hacia el techo. Esto era KARMA.

-Son síntomas de tu embarazo –dijo Mérida.

-Lo sé.

-¿Le dijiste a tu esposa?

-No

-¿Le dirás?

-Si, pero en su momento.

-De acuerdo.

Regina bajó la mirada, mirando fijamente a Mérida, era la única que hasta ahora sabia de su embarazo, ni siquiera se lo había contado a su mejor amiga, Ruby.

-¿Puedo... puedo tocar? –pregunto Mérida.

-No creo que sientas nada, recién tengo un mes de embarazo.

-¿Puedo?

-Está bien

Mérida se levantó de su sitio y se acercó al mueble donde estaba Regina. Bajó su mano hasta llegar hasta su vientre y Regina tenía razón. Era muy temprano para sentir patadas o algo por el estilo.

Justo en ese mismo instante, Emma entró por la puerta del departamento. Fijó sus ojos en Regina y Mérida, se quedó mirándolas cinco segundos para después rodar los ojos y se metió a su habitación.

Regina se levantó a la velocidad de la luz y llegó al corredor de las habitaciones.

-Emma, abre –dijo Regina tocando la puerta.

-Solo vine a cambiarme de ropa.

-Emma, no malinterpretes cosas que no son.

-Acabo de ver como una mujer toca a mi esposa, ¿que debo malinterpretar?

-Emma, si me dejaras explicarte...

Emma abrió la puerta y miro a Regina fijamente a los ojos.

-¿Qué cosa?

-Tranquilízate y te digo.

-Estoy tranquila.

-No, no lo estas Emma.

Mrs. Swan-Mills II: Un nuevo comienzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora