Capítulo 35

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Pasé un par de horas en la delegación, sentí como si ese momento fuese eterno

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Pasé un par de horas en la delegación, sentí como si ese momento fuese eterno. Declaré y confesé haber asesinado a Germán en defensa propia, Daniel había sido detenido y Alejandro continuaba en el hospital, en Sala de operaciones para extraer la bala.
—Se puede retirar, señorita Peters.
Mi padre me estaba esperando afuera de un taxi con tristeza en su mirada pese a lo que yo estaba viviendo. Corrí a sus brazos como a los cinco años cuando algo me asustaba.
—¡Mi amor! — me pegó una mano en la espalda y otro en la cabeza,, acurrucandome en él.
—Lo maté— dije entre todo aquel llanto que me ahogaba— a él, papá. A Germán.
—Fue en defensa— susurró
—No, papá— levanté la mirada— Le disparé por odio...
—No dejes que el dolor te ciegue, si no lo hacías esta pesadilla no iba a terminar.
—Por favor, llevame a casa. Necesito cambiarme, ver a todos y volver al hospital.
Así fue, en todo el trayecto me había sentido como el peor ser humano de la historia, mi vestido estaba manchado en sangre al igual que mis manos, mi rostro con el maquillaje caído y miles de lágrimas bajando de la mejilla al cuello.
Llegamos a casa y bajé del taxi, abrí la puerta y recibí el fuerte abrazo de Mery, de Stefy y el de mi madrina.
—Lo sentimos mucho— Dijo Stefy.
—Esto es una pesadilla— me cargué en el hombro de ella. — No voy a poder vivir con esto.
—Si podrás— dijo Mery— Mikel te puede ayudar, es psicólogo.
—Me parece buena idea— intervino mi papá
Sin hablar más, subí a mi habitación y una vez más, petrificada frente al espejo, observé como estaba hecha una pena, mi vestido y el rostro pálido. Me dejé caer en el mismo lugar y nuevamente estallé en llanto como si no hubiese un mañana en el que pudiera volver a contar esta historia.
Esa sensación de que acabaste con la vida de aquel amor que te regaló los mejores años y momentos, te vuelves la misma basura que juraste destruir alguna vez, no podía procesar lo sucedido. Lo único que pude hacer fue meterme al baño y dejar que el agua me limpiara aquella suciedad, mientras que seguía llorando a gritos debajo del tubo..
Salí envuelta en una toalla gris muy suave y busqué un outfit cómodo para pasar la noche en el hospital, elegí un buzo azul y una blusa blanca de mangas largas, me puse medias y luego las vans.
Sujeté mi cabello y me dediqué a buscar una cartera donde echar mis documentos, perfume, cepillo dental y un botellón de agua.
Me fui en un taxi hasta el hospital y ahí me encontré con los padres y la hermana de Alejandro que no se habían quitado sus trajes elegantes de la boda.
—Aurora— me abrazó su madre— Cuanto lamento esto.
—¿Cómo está? — pregunté por él.
—En un par de minutos lo suben a su habitación— Respondió su padre
—De acuerdo— dije con la mirada pérdida.
—Aurora— Su hermana chasqueó lo dedos para despertarme de mi sueño. — Reacciona.
—Perdón...
El doctor había bajado a decirnos que Alejandro ya estaba en condiciones para recibir visitas
—Ve tú, Aurora— me dijo mi suegra.
—Muchas gracias— Subí enérgica con el doctor.
Abrió la puerta para mi, ahí estaba él, dormido después de su operación, pero gracias al cielo estaba vivo.
—Mi amor— tomé su mano y mis ojos se volvieron llanto— Perdoname, todo esto te ha traído a esta situación, es mi culpa— le besé. — Yo hubiese querido que nuestro día especial fuera diferente y la he cagado a más no poder.
—Moc.. Mochi— susurró— no te... Cul.. pes.
—Estás despierto— salté sorprendida. — No te esfuerces..
—Vamos a posponer la boda, hasta que puedas tener tu próximo vestido. — rió.
—Después de todo ¿aún te casarías conmigo?
—Estaría idiota si no lo hiciera. — me tomó la mano— Tú eres la mujer y el amor de mi vida.
—Te amo— besé sus labios.
Necesitaba algo de comer, de forma que saqué mi cartera y salí por una empanada de carne a un puesto de comida al frente del Hospital.
Cuando las puertas corredizas se abrieron, me topé con la sorpresa de mi vida.
—Aurora.
—¡León! — quedé gélida ante su mirada.
Mi primera y única reacción fue abrazarlo y llorar en sus brazos, amablemente el correspondió a ese abrazo.
—Lamento todo lo que estás viviendo.
Ambos nos habíamos sentado en el puesto de empanadas para platicar sobre todo lo que estaba pasando.
—Tenía que matarlo. — bajé la mirada— ahora me siento una asesina.
—Era necesario, no podías dejar que ese tipo te hiciera más daño.
Elevé la mirada  y fruncí el ceño.
—¿Que haces tú aquí? — lo atravesé con la mirada.
—Escuché lo que te había pasado.
—León, tú dijiste...
—Sé lo que dije y lo siento. Yo no puedo abandonarte a ti en estos momentos.
—Yo no quiero nada que me vincule a Luna.
Le obligué a irse una vez más, me hacía pedazos tenerle en frente luego de su espantoso abandono tantos años atrás, dejándome a mi suerte.
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—Aurora Peters, ¿aceptas a Alejandro Vélez como tu futuro esposo, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?
—Acepto— sonreí.
—Alejandro Vélez, ¿aceptas a Aurora Peters como tu futura esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?
—Acepto— sonrió.
—Ahora, sus votos. ¡Aurora!
—Yo, Aurora, te tomo a ti, Alejandro, para amarte tanto como me dure esta vida, para amarte en la siguiente y en todas las que vengan— tomé sus manos— No me alcanzarán los momentos para demostrarte que mi vida es otra,  gracias a ti, te entrego mi mundo y corazón en tus manos, para que nuestro hogar prospere y sea digno de la bendición de Dios. ... En esta y en la siguiente, eternamente.
—Yo, Alejandro, te tomo a ti, Aurora, para amarte cada día cuando el sol salga y la Luna ilumine tus ojos. Para amarte sin dudas y sin condición, por que gracias a ti, hoy sé quién soy y quien debía ser, acepto amar cada parte de ti y para el resto de mi vida, mi amor.
—Al no haber un impedimento para que este matrimonio sea real, yo los declaro marido y Mujer— nos sonrió— Alejandro, puedes besar a tu esposa.
Entonces sentí aquel beso como el comienzo de la mejor historia del mundo.
Nuestra luna de miel  se dió en París, el lugar que mi esposo siempre quiso conocer y que para él se hizo una realidad.
Años después, nació nuestra primera hija, Amber Montserrat.
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Ésta fue mi historia, la historia de cómo una vez me perdí en la totalidad por un amor que me destrozó la vida y me hizo menos antes la sociedad.
Los espacios tóxicos solo reflejan que una de las dos personas no tiene una vida estable y necesita cargar de negatividad a su pareja, a su amigo o en dados casos a cualquier miembro de su familia.
Para mi fortuna, apareció Alejandro en mi vida y me devolvió aquellas ganas de vivir sin descanso, me enseñó que las noches tenían un toquecito de éxtasis y que la luna brillaba para mi deleite  junto con las estrellas como sus fieles compañeras.
A su lado nunca me faltaron las risas, el apoyo el amor y menos la protección; Mis hijos crecieron al lado del mejor hombre que pudieron tener como padre, aquel que me hizo renacer.








Fin

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora