Parte 18: HAMBRE EMOCIONAL

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HAMBRE EMOCIONAL

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HAMBRE EMOCIONAL

La relación personal con los alimentos está condicionada por las emociones desde los primeros momentos de vida. Al mamar, el bebé recibe alimento, placer y cariño y se siente unido al universo.

Una carencia afectiva puede compensarse con un consumo excesivo de comida o puede estar en el origen de un rechazo patológico a ciertos alimentos. Las emociones nos empujan a comer o a dejar de hacerlo.

Hambrientas de pasión, paz, alegría, placer, conexión, descanso, sentido de vida...

Mujeres tratando de satisfacer esa hambre con comida, con parejas, con trabajo, con ocupaciones...

Las personas pueden aprender a comer emocionalmente, es decir, ver a un niño a quien siempre se le da un dulce tras un logro puede crecer utilizando los dulces como recompensa por el trabajo bien hecho, o lo contrario, por ejemplo cuando quieres consolar a un niño llorando y lo distraes con un dulce.

No hay mucha gente que haga la conexión entre el comer y las emociones. Pero entender qué desencadena la conducta de comer emocionalmente puede ayudar a seguir los pasos necesarios para dejar de hacerlo.

 Pero entender qué desencadena la conducta de comer emocionalmente puede ayudar a seguir los pasos necesarios para dejar de hacerlo

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