LA MARCA DEL ALFA PARTE 5 2/3

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¿Ya le había dado el hombre en secreto a Stiles su sangre?

Esa era la única razón que Stiles pudo pensar para responder a su pregunta de por qué estaría tan caliente por un hombre que probablemente debería odiar con todas sus entrañas.

Lo que sea. Pensaría en las posibles respuestas más tarde porque, en ese momento lo único que tenía en mente era lo bien que se sentía tener aquella lengua lamiendo el interior de su boca, calentándolo y la vida lo perdonara pero en esos momentos era un adolescente cachondo, las cadera de Stiles empujaron hacia adelante por voluntad propia.

Gimió, un pequeño y patético ruido nada masculino, mientras curvaba su tobillo alrededor de la pantorrilla del alfa, en un intento desesperado por acercarlo, para besar y chupar su lengua. Él podría hacer eso el resto de su vida y seguiría siendo increíble.

Más. Quería mucho más.

Derek retrocedió con un grito ahogado, sus ojos vidriosos, salvajes y rojos.

Stiles podría jurar que había visto a un lobo dentro de ellos.

Era tan malditamente sexy, y Stiles dejó salir un gutural ruido, tratando de tirar a Derek de nuevo a sus brazos, pero con la diferencia de fuerza, no lo movió ni un centímetro.

— Dame un segundo— Derek curvó sus labios en una sexy sonrisa, el olor de Stiles le golpeó, haciéndolo gruñir— ¡Cristo! Estás ansioso.

Stiles asintió que más le queda que aceptar el hecho de estar caliente por un hombre que debería odiar, más que desear. Ya nada le importaba, salvo lo que estaba a punto de suceder. Una fuerza sobrenatural empujó al castaño a presionar sus labios juntos, a duras penas conteniendo el gemido de placer y ansias atrapado en su pecho.

Derek relamió sus labios y Stiles pudo ver sus caninos. Quitándose la chaqueta del traje, Derek arrojó la pieza al suelo como si no hubiera sido hecha a mano, adaptada sólo para él. Hizo lo mismo con la corbata, y luego la camisa, antes de bajarse los pantalones.

Su envergadura expuesta salió libre al fin de los confines de los pantalones y su ropa interior. No había ni una onza de grasa en él, observo Stiles. Sus muslos estaban apretados y tonificados, su estómago no era más que abdominales, y su gruesa polla se curvaba suavemente contra el magro estómago, líquido pre- seminal se formaba en la rendija y provocaba en Stiles de manera acogedora, el castaño saboreo.

Stiles observó cada movimiento del alfa y fue entonces que Derek no cargaba zapatos de vestir, sino zapatillas de deporte.

Su falta de filtró rompió la tensión sexual.

— ¿Los ricos usan tenis?

El alfa sacudió la cabeza ante lo que, sin duda, pensaba que era una pregunta estúpida.

—Los humanos usan el tipo de zapatos que hacen que te duelan los pies, no los shifters. Realmente necesito mis pies para poder correr de vez en cuando.

Stiles asintió de acuerdo y luego el alfa lo besó otra vez, presionándolo sobre la cama, sus manos tocando y frotando el pecho de Stiles, la mente del castaño voló cuando los dedos del moreno jugaron y pellizcaron sus sensibles pezones.

¿Los hombre eran sensibles en esa zona? Sí, él lo era, y le gustaba. La sensación de dulce dolor que provocaba en Stiles en todos los lugares de Derek tocaba le hacía flotar.

Era como si el hombre lobo tuviera brasas en las palmas de la mano y Stiles ardía gustoso en ellas, ardía como el infierno en todas partes que Derek tocaba, donde lo besaba y al parecer planeaba cubrir cada parte de su cuerpo. Se retorció en la cama y cubrió su rostro con las manos, como ocultando su vergüenza ante el placer al que se enfrentaba.

— ¿Eres virgen?— Stiles apartó sus manos y se sintió un poco tonto ante la mirada hambrienta del mayor.

— ¿Qué?— los ojos de Derek enrojecieron más y dejó que su lengua se deslizara por el estómago de Stiles, desde la parte superior de su vello púbico hasta el ombligo. El cerebro de Stiles se derritió.

— Contéstame ¿Eres virgen?— gruñó Hale— dijiste que lo eras en tu archivo, aunque puede ser mentira, muchos lo hacen para obtener más— Stiles tragó saliva y supo que no debía jugar con ese alfa.

— Lo soy.

— Lo sabré cuando esté dentro de ti, así que va siendo hora de que me digas la verdad— Stiles frunció el ceño.

— ¿Cómo lo sabrás?

"No es como si fuera una chica" pensó Stiles.

— Sólo lo sabré.

Derek abandonó la calidez que el cuerpo de Stiles le proporcionaba, el castaño gimió ante la pérdida, trató de acercarse a él, pero el alfa ya estaba fuera de su alcance.

Stiles ni siquiera pudo respirar aliviado cuando vio a donde había ido el alfa. La mesa que tenía todo el vino, el lubricante y ridículamente condones de diversos sabores. Stiles hizo ojos ante la estupidez de poner preservativos en la habitación, cuando era obvio a lo que venían lo alfas, a follar e impregnar a los humanos. Venían a este lugar hacer bebés. Los condones estaban de más.

Derek tomó una botella del fino champagne, hizo estallar el corcho con los dientes, los ojos de Stiles siguieron el movimiento del corcho, antes de que el moreno se llevara la botella a los labios y diera un largo trago.

Miro al hombre, con la cabeza hacia atrás, el estómago y cuello estirados, expuestos.

Gotas escaparon de la boca del alfa y se deslizaban por la curva de su mandíbula. Stiles gimió.

—Vuelve aquí. Por favor. Ya no puedo soportarlo más. —Stiles tomó su polla. Le dio unos pocos golpes de compasión, desesperado por aliviar algo del dolor que sentía crecer allí.

El alfa dejó la botella con un fuerte tintineo sobre la mesa, un suspiro escapó de él cuando tomó otra botella, una de las botellas de lubricante, y luego regresó a la cama, con los ojos brillantes.

Stiles vio que el alfa se acercaba a él con partes iguales de lujuria y ansiedad. Se levantó un poco más alto en la cama cuando el alfa se arrastró sobre él.

—Eres mío si hacemos esto —dijo Derek —Vas a tener a mis herederos, vas a vivir en mi casa, y vas a hacer todo lo que te diga que hagas. ¿Está claro?— Stiles asintió. Estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa siempre y cuando obtuviera lo que quería.

El Dare Wolf asintió.

—Bien— de repente había colmillos afilados en su boca mientras se mordía la palma de la mano. Stiles se encogió cuando escuchó el sonido de la ruptura de la piel, un ruido suave y sordo que nunca antes había escuchado y que nunca querría escuchar de nuevo.

Había sangre en los labios del alfa cuando retiró su mano, y esa sangre inundó su palma ahuecada.

—Bebe esto, tanto como puedas, hasta que el sangrado se detenga—Stiles reconoció aquella parte, esta era la parte donde comenzaba el apareamiento, aquel pacto significaba que el humano le sería leal al alfa y transformaría su cuerpo a uno que pudiera cargar a los cachorros herederos.

Así que alfa no le pincharía con su sangre, era extraño, pensó en alguna transfusión, no que fuera a ser directamente. Entonces ¿Por qué se sentía así? Lleno de lujuria que apenas y podía contenerse.

—Bébela —gruñó el alfa.

Stiles abrió la boca, presionando sus labios contra la herida que había hecho el moreno en su muñeca, haciendo lo que este había mandado.

Si ahora estaba tan metido en la lujuria con el hombre, entonces no podía esperar a sentir cómo sería después de beber su sangre.

Miró al moreno mientras chupaba su mano, tragando la sangre.

Stiles miró esos ojos rojos, consciente de la forma en que estaba atrapado en ellos, y había algo intenso y posesivo que le dio al castaño una extraña sensación de aleteo en su estómago. No sabía qué hacer con ese sentimiento, pero sabía que le gustaba.  

LOS BEBÉS DEL ALFAWhere stories live. Discover now