Parte 2 Capitulo 5: Mi legado es ser un diablo

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-¡Suéltame! -grité al intentar safarme de las garras del oso.

Era sorprendente ver qué mi cuerpo es tan liviano comparado con el de esa criatura. Me colgaban las piernas del suelo y no podía alcanzar su mano para por lo menos tratar de rasguñar sus dedos. Se volvió tan aparente que estaba solo y a mi propia suerte. La gente de alrededor corría para esconderse, no era en su minima intención entrometerse. Me encanta la manera en la que vida te da sus regalos, el mío estaba en ser secuestrado.
Los tipos me tomaron entre todos y ya no tenía caso el pelear, mi cuerpo era muy débil. Me cargaron durante todo el mercado hasta un carro al final de la calle. Sin tiempo para procesar lo que estaba sucediendo a mi alrededor solo deje que pasaran las cosas. Las reglas que en un momento llegue a pensar del mercado negro no aplicaban aquí, ni siquiera las de la vida regular. Mi interés ahora mismo es dejar de preocuparme pues en una situación de estrés como esta podría dejar ir de lado mis creencias. Al llegar al auto me amarraron las manos y me cubrieron la cabeza con una bolsa de tela además de cubrir mi boca con un trapo. Era tan difícil respirar con la cara cubierta y dentro de una cajuela. El sudor corría por mis ojos y me dejaba marcas como las que tenía al llorar. Esa sensación me comía completo.
Después de unas unas horas pararon el auto. Les escuche hablar sobre mi, no podía comprender enteramente lo que decían. Al parecer había alguien muy enojado con ellos por el como manejaron la situación. Abrieron la cajuela y sentí el sol directo sobre mi, el calor era abrumador sumado a la temperatura que ya estaba alta de el lugar confinado. Quería vomitar.

-¡No tienen modales! -gritó un señor que me cargo por la espalda fuera de la cajuela- ¡Dios! ¿No saben lo que nos pasa a todos si le sucede algo? ¡Son idiotas!

Se me removió la bolsa de la cabeza y el resplandor de la luz me dejó ciego por unos segundos. El señor que me carga parece familiar, no logro reconocerle enteramente.

-¡Señor! Por favor resista -me dijo y luego gritó a los demás- ¡No piensen que no habrá consecuencias!

Me cargó hasta una camioneta y me dejó acostado en el asiento trasero, cerró la puerta. Todavía no tenía los sentidos al máximo y solo escuchaba gritos de enojo seguidos de golpes a la camioneta donde estoy. El señor que me dejó ahí tiene un temperamento fuerte y eso es todo lo que pude recabar. Al finalizar los gritos, subió al asiento del piloto, se sentó por algo de tiempo y suspiró.

-Disculpa Kristoff, no volverá a suceder... -dijo.

Sacó una navaja de su bolsillo y se acercó.

-Descuida, le desatare -dijo al hacerlo.

-¿Quien es... ?

-Ya habrá tiempo para preguntas -me interrumpió- tenemos una reservación de hotel a la que atender.

Más anonadado de lo que ya me encontraba no podía estarlo y sin embargo íbamos de camino a un hotel. Hice caso a su indicación y no aclaré ninguna de mis dudas, no era fácil quedarme callado y semi atado en la parte trasera de un auto que seguro, me transportaba al lugar donde por fin me matarían. Solamente hay mucho que se puede ver al estar de frente al techo y de lo que recabé es que la camioneta es muy grande y de calidad. Nada más confuso que ser secuestrado en un auto barato para en seguida estar en uno de lujo.
Pasó un momento y el señor piso los frenos y apagó el motor. Bajó y abrió mi puerta.

-Baje por favor -dijo.

El señor extendió su mano y me ofreció ayuda para bajar. La camioneta era alta y caí al suelo de la debilidad de mi cuerpo. Me detuvo de darme un golpe contra el pavimento.

-Cuidado, cuidado -dijo al sostenerme y hacer señas hacia el hotel.

De el hotel vinieron dos empleados a ayudarme. Me acompañaron tomado de los brazos hasta el elevador, el señor les mencionó que se encargaría desde ahí. El hotel es grande y muy lujoso, definitivamente nada que haya visto antes. Note que el elevador iba al último piso, pensé que ya habían gastado mucho y todo para asesinarme.
Llegamos a mi habitación yo ya cansado hasta las orejas. La puerta tenía un cartel con mi nombre, el tipo abrió la puerta a un cuarto gigante lleno de canastas con regalos encima de la mesa principal. El viejo me guío con la caminata hasta el baño, se quitó mi mochila del hombro y la aventó a la cama. Abrió la llave de la bañera y empezó a desvestirme mientras esperaba sentado en la orilla de la tina. Cuando se llenó cerró el grifo y me bajo lento a el agua. Sin decir nada tomó la ropa del piso y salió. A este punto me imaginé que iba a por un cuchillo para cortarme el cuello. Fuí paciente y sin dilación entró de nuevo, traía una de esas mesas plegables con un plato de comida.

Quiero Ser Un BeastarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora