Capítulo dieciséis

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CAPÍTULO DIECISEIS

2 de Octubre de 2018

Abrí mis ojos a las siete en punto de la mañana cuando escuché como picaban al timbre. Me froté los ojos y tomé unos segundos para levantarme y ponerme una bata. Bajé las escaleras y mi madre apareció por detrás de mí con la intención de hacer exactamente lo mismo.

Abrí la puerta. Eran Tessa y Elliott. Vestidos de negro.

— ¡Mierda! — Dije en voz alta. — Se me ha olvidado.

Mi madre los saluda desde arriba y rápidamente vuelve a la cama. Sin apenas ofrecerles entrar, lo hacen, y se sientan en el sofá.

— Voy a darme una ducha, ¿vale? Enseguida bajo.

Corrí a meterme en la ducha y me até una coleta. Me puse un vestido negro y a los diez minutos bajé por las escaleras.

— Necesito comer algo antes de ir. — Dije mientras me dirigía a la cocina.

Ambos se levantaron y me siguieron.

— ¿Qué fue de ti ayer? — Pregunta Tessa.

— Me vine a casa. — Miré a Elliott. — ¿Y vosotros?

— Yo al final, me fui con Arun para su casa, y cosa de las seis regresé a la mía a prepararme. — Me quedo con cara de sorpresa y dirijo mis ojos hacia Elliott.

— Yo no sé ni cómo llegué a mi casa. — Reímos.

Me observaban mientras fregaba unos platos y me hacía un café.

— A mi padre le han robado la prueba que tenía del caso de Marc. — Dijo Elliott llevándose las manos a la cara. — Sea quién sea tiene ayuda, son más de uno.

— Madre mía... ¿Quién podría ser? — Niega con la cabeza Tessa.

Seco mis manos con un trapo y agarro la taza de café mientras me siento en frente de ellos.

— Ayer, antes de venirme a casa, fui a la comisaría, pero os puedo asegurar que yo no cogí esas llaves. Escuché que habían denunciado una desaparición o algo así.

— Sí. Unos chavales de la universidad perdieron la pista de su amigo ayer por la noche.

— Lo sé. Lo escuché. — Asentí. — Y también sé que iban a ir a comisaría. Pudieron ser ellos quienes robaron las llaves.

— Eso no tiene sentido, Paige. La última persona que vio a su amigo fue un chico rubio y alto, ¿para qué van a llevarse las llaves si no tienen nada que ver con ellos?

— A lo mejor es mentira.

— Hay testigos. — Resoplé.

Elliott cambió su rostro en un segundo y me miró fijamente.

— Paige, ese tal Jasper cumple con la descripción. ¿Y si fue él?

— No digas tonterías.

— Tengo que hablar con mi padre a ver que sabe.

No estaba soportando el ritmo de la conversación.

— Ya está al tanto. Vino ayer a preguntarme tanto por él, como por las llaves. — Me levanté. — ¿Y sabéis qué? Jasper sí estuvo ayer con el desaparecido, pero eso no quita que los otros estén mintiendo, e intenten culpar a Jasper.

— ¿Por qué iban a inculparle a él?

— Es lo que se hace cuando haces algo y no quieres que te pillen, ¿no? Aprovecharon a Jasper para decir que su amigo se fue con él, pero lo más seguro es que su amigo diese la vuelta con ellos, se emborracharían e hicieran alguna locura, que intentarían tapar yendo a comisaría y haciéndose los víctimas. — Respiré hondo.

— Tía, a mí eso me suena muy enrevesado. — Intervino Tessa.

— ¡No! Todo encaja. — Estaba empezando a perder los nervios. Tenía que darle la vuelta a la tortilla de todas las maneras posibles.

— ¿Y qué me dices de las llaves? — Añadió Elliott.

— Las robaron ellos en comisaría, para que sospechen aún más de Jasper, y piensen que también es culpable de los otros asesinatos.

— ¿Por qué lo defiendes?

— Porque se lo que va a pasar. — Me enfado. — Está solo, no tiene a nadie, y tiene problemas, y le va a caer un marrón encima sin comerlo ni beberlo. — Me puse seria y miré al suelo. — Es extraño, misterioso, y todo lo que tú quieras; pero no es un asesino. — Levante mi vista de nuevo. — ¿Nos vamos o qué?

Elliott negaba con su cabeza al mismo tiempo que caminaba detrás de mí. Mirándole de reojo noté lo preocupado que estaba. Confuso por haberme escuchado a mí defender a Jasper hasta la muerte.

Llegamos al cementerio. La madre y el hermano de Marc encabezaban una gran aglomeración de gente, tanto familiares, amigos y vecinos estaban allí. Los tres nos acercamos a darles el pésame a la madre y a su hermano pequeño. No pude evitar emocionarme. Realmente Marc era un buen tipo, y yo me sentía la persona más mierda por encubrirlo, aunque aún no sabía con precisión si había sido Jasper.

Dieron la misa y la madre se adelantó un paso al frente para decir unas palabras.

— Hoy le decimos adiós a Marc, mi pequeño hijo de diecinueve años. Valiente, alegre y con mucha ilusión por la vida. Espero que el tiempo devuelva el mismo dolor a esa persona que ha terminado con su vida. Y qué pague por ello. Hijo mío, descansa en paz. — Todo el mundo aplaude y yo acompaño levemente el coro. Aplaudo sin fuerza. Me acerco despacio a la tumba y dejo una rosa sobre ella. Tessa y Elliott están muy tristes. Están hablando con su madre.

Me alejo un poco para despejar; me consume mucho este tipo de cosas y más cuando estoy casi segura de quién ha sido el culpable. Seco una lágrima de mi rostro cuando levanto la vista al frente y veo al padre de Elliott aparcar su coche en frente del cementerio.

Elliott lo divisa a lo lejos y se acerca a él. Yo también camino en su dirección. Estamos los tres formando un triángulo con apenas dos metros de distancia.

— ¿Qué pasa, papá? — Pregunta Elliott.

— Paige, quiero la dirección de tu amigo. — Me reta con la mirada. — Y más te vale dármela por las buenas.

— Papá, no le hables así. — Elliott me mira y vuelve a mirar a su padre. — Yo sé más o menos donde vive, aunque no exactamente. — Le apoya su mano sobre el hombro. — Yo te llevo.

Ambos se dan la vuelta y el padre de Elliott gira ciento ochenta grados y se para en frente de mí.

— Tú también tendrás que venir a comisaría más tarde. No pienses que me he olvidado de las llaves.

No puedo evitar llorar y salir corriendo de allí mientras que Tessa me observa desde lejos al mismo tiempo que observa a Elliott marchándose con su padre.

Regreso a mi casa y me tumbo sobre la cama. No me queda otra que esperar. Necesitaba hablar con Jasper pero seguramente el señor Ronson y Elliott estarían en su busca.

Marco a Jasper.

— Jasper.

— Paige. ¿Qué pasa?

— Tengo un plan ¿vale? No te resistas.

— ¿Qué no me resista a qué?

— Los chavales han denunciado que tú fuiste la última persona que vieron con su amigo. Michael va en tu busca.

— Vale. ¿Entonces espero?

— ¿Qué otra cosa tenías pensada? Quédate ahí y sé amable. Te veo después. Yo también tendré que ir a comisaría por lo de las llaves.

Entre dos mundos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora