Capítulo siete - El secreto

138 21 3
                                    



— ¿Marc? — Abrí suavemente la puerta. — ¡Marc! Oh, joder. — Tuve convulsiones de vómito al entrar. Marc estaba tirado sobre su cama, con múltiples puñaladas por todo su cuerpo. Quise acercarme a él, pero desgraciadamente, fui incapaz. La sangre estaba seca, se había impregnado en las sábanas, y todas las ventanas tenían las persianas bajadas. Parecía completamente de noche.
Salí corriendo tan rápido cómo pude. La casa había adoptado un olor a putrefacto que poco más iba a tardar en llegar a la calle, y creo que no pasaría mucho tiempo hasta que su madre fuera a visitarle si seguía sin tener noticias de él.



Tenía claro que no iba a ser yo quién llamaría a la policía, algo en mí me decía que yo no debía estar ahí, que yo no era quién tenía que encontrarle. Poco más podía hacer por él, ahora ya era demasiado tarde. No toqué nada, era imposible que alguien supiera que yo había estado ahí.
Decidí mandarle un mensaje a Jasper. Sinceramente, era la única persona con la que me apetecía hablar.

[He cambiado de opinión. ¿Me recoges para hablar?]

[Ya estoy en camino.]



Tardé media hora en llegar de nuevo a la Universidad, mi economía no me permitía viajar en taxi en dos ocasiones en un mismo día. Jasper estaba en su coche, aparcado paralelamente a la entrada, fumando un cigarrillo, cómo de costumbre. Su coche estaba colocado en la posición perfecta para arrancar directamente hacia la carretera y no tener que hacer ninguna maniobra marcha atrás. Corrí los últimos diez metros de aproximación, y me metí rápidamente en el coche, dejando caer mi mochila sobre mis piernas una vez cerré la puerta. Y suspiré. Suspiré profundamente.

— ¿Has venido corriendo? ¿No estabas en clase?
— Creo que tenemos mucho de lo que hablar. — Mi espalda impactó contra el asiento tras el gran acelerón que dio para salir.
— Oh, interesante. — Ríe. — Aunque no te creas que voy a contestarte a todo lo que me preguntes. — Una mirada pícara y juguetona se clava en mí, poniéndome muy nerviosa. Evito el contacto visual con él todo lo que puedo. — Tampoco nos conocemos tanto.
— No es eso. — Negué con mi cabeza, y la apoyé sobre el cristal. — Necesito contarte una cosa. Llévame lejos.

Durante el viaje, se le veía contento, claramente por qué yo estaba con él. Recorría todo mi cuerpo con sus traviesos ojos, a veces deteniéndose en zonas específicas, como mis labios, o mi entrepierna. Era la primera vez que era yo quién había buscado un encuentro con él. Y eso no me hacia sentir para nada mal. Yo sabía que le gustaba, o por lo menos, que su atracción hacia mí era extremadamente fuerte. Lo peor, es que a mí me pasaba exactamente lo mismo, aunque me costara reconocerlo. En una semana, había pasado de odiarle, a querer contarle algo muy importante que influye a todo BrookVille incluido a él. Parecía irreal, pero lo cierto es que ya era la segunda persona asesinada en muy pocos días, y aunque la idea me aterraba, acepté que había un asesino entre nosotros que seguramente, tan solo acababa de empezar.

— Te queda muy bien ese pantalón. — Añadió. — ¿Te gustaría que lo desabrochara con la boca? — Colocó su mano en mi entrepierna, y comenzó a apretarla fuertemente.
— ¿Qué estás haciendo? — Le miré.
— ¿Quieres que pare?
— No he venido para esto. He venido para hablar. — Traté de explicar. Me acaloré, su mano estaba tocándome tan intensamente que ansiaba por que la metiera por debajo de mi pantalón. Rodeé el reposa cabezas con mis brazos y comencé a respirar agitadamente.
— ¿Entonces por qué no me apartas? — Arqueó su ceja. — Vamos, dime que pare. — Torció el volante y detuvo el coche en el arcén de una carretera muy poco transitada. Justo en medio del bosque.
— Jasper... — Susurré.

Inevitablemente todo explotó. Jasper se acercó a mí, impidiendo llevar a cabo mi poder de contención, y me besó tan salvajemente que mi excitación no hizo mas que aumentar, especialmente cuando acerqué mi mano a su entrepierna, y palpé un gran bulto en su pantalón. Todo fue rápido, nos quedamos desnudos de cintura para abajo, y él introdujo sus dedos con muchísima suavidad dentro de mí, y después, rítmicamente, comenzó a meterlos más y más atrás haciendo temblar todo mi cuerpo.

Entre dos mundos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora