Capítulo treinta y cinco

53 8 0
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

Finalmente llego a casa, subo las escaleras, mi madre no está. Entro en mi habitación y poso la mochila sobre la cama, me tumbo boca arriba y comienzo a pensar.

Mis pensamientos ya no dan más de sí. Tengo mucho miedo. Intento regresar a la normalidad pero es algo imposible teniendo en cuenta todo que lo podría pasarme. Me niego a pensar que todo es casualidad y que todo se ha acabado ya, así de repente.

¿Cómo puedo regresar a la normalidad como si nada si estoy metida de lleno en una secta repleta de asesinos? ¿Qué hubiera pasado si no nos hubiéramos conocido nunca, si a él no se le hubiese metido en la cabeza seducirme, o si por el contrario, yo no me hubiera dejado seducir? Creo que he llegado al puto límite. He sido testigo, cómplice y responsable de asesinatos. No, no soy una asesina pero eso no lo es todo, toda la mochila que llevo detrás tiene un peso enorme en mi conciencia.

Me levanto y voy al baño, me miro en el espejo. ¿Quién soy? ¿Por qué mi curiosidad me ha llevado hasta aquí? ¿Cómo puedo arreglar todo?

Siento impotencia y mucho miedo.

No sé qué va a pasar conmigo, no sé cómo podré seguir adelante o cómo solucionarlo. No sé si contárselo a Elliott, ¿Cómo reaccionaría? ¿Huiría o se quedaría?

— ¡Joder, joder, joder! — Golpeo con fuerza el cristal del lavabo donde veía mi reflejo. Me odio y me siento una completa basura. — ¡Ah! ¡Ah, joder! — Sigo golpeando con fuerza hasta qué mis nudillos empiezan a cubrirse con sangre. Chupo mi propia sangre, aparto mi pelo de la cara, restriego mis sucias manos por mi rostro hasta quedar cubierta del espeso líquido rojo. Cojo una de las cuchillas de afeitar que guardo en un cajón y la piso hasta que consigo salvar la cuchilla que lleva dentro. Comienzo a cortar mis brazos, mis muñecas y mis piernas. Sollozo de dolor. No quiero vivir más. De todas maneras, ¿Qué otra opción me queda?

Lleno la bañera, lloro sin parar. Me desnudo y me meto dentro. El agua se desliza por mi piel y veo las gotas de sangre caer sobre mí, retuerzo mi cuello sintiendo el agua caliente correr por mi cuerpo. Finalmente me agacho y me encojo. Me quedo sentada bajo el chorro con mi cabeza escondida entre mis rodillas.

— ¡Paige! ¿Estás en casa? — Pude escuchar a Elliott aporreando la puerta. Me había escrito una hora atrás y no di ninguna respuesta.

— ¡Ábreme joder! — Escuché sus pies corriendo escalera arriba después de haber entrado por la puerta trasera. Abrió la puerta del baño de sopetón y me encontró flotando casi inconsciente en la bañera.

— ¡Paige, Paige! ¡Despierta! — Recogió suavemente mi cuerpo y me sacó del agua. — ¿¡Qué has hecho?! ¿¡Qué has hecho, dios mío?!

Abrí mis ojos y le abracé, Elliott me posó suavemente sobre mi cama. Apartaba mi pelo suavemente y me acariciaba la mejilla.

— Sé que ahora no puedes hablar. Tranquila. Relájate y mientras limpiaré el baño. — Besó mi frente y yo quedé dormida y relajada tras haber sacado toda la rabia que tenía en mi interior, y descubrir que como siempre, Elliott estaba a mi lado.

— ¿Estás bien? — Una voz suave y dulce retumbaba en mis oídos cuando finalmente me desperté. Abrí los ojos, Elliott estaba sentando a mi lado sin quitarme ojo.

Me retorcí sobre la cama.

— Me duele mucho todo el cuerpo. — Me quejaba y me revolvía sobre mi misma a causa de los dolores físicos que sentía.

— Te has pasado Paige, esto es muy fuerte. — Elliott lleva sus manos a la cabeza. — Voy a vendarte las muñecas. — Se levanta. — Ya he limpiado todo, tengo que ir a la tienda a por vendas.

Entre dos mundos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora