Capítulo diez

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CAPÍTULO DIEZ

28 de Septiembre de 2018
3:33 am

Me despierto en el sofá.
Estoy sola.
La televisión sigue encendida pero Jasper no está a mí lado como la última vez que le miré antes de quedarme dormida. Juraría que él también estaba a punto de cerrar los ojos y caer en un profundo sueño.

Me levanté a coger mi móvil de nuevo, eran las tres y treinta y tres minutos de la madrugada. Encendí la luz del salón. Me paseé por la cocina y subí al piso de arriba. Definitivamente Jasper no estaba en casa.

Llamé a Jasper.

— ¿Jasper? ¿Dónde estás?

— Salí a hacer un recado. — La llamada parecía tener poca cobertura y le escuchaba entre cortado.

— ¿A estas horas?

— Enseguida voy.

Cuelga.

Qué extraño.

Regresé al sofá y traté de volver a conciliar el sueño, pero me fue imposible.
Decidí inspeccionar la casa para hacer tiempo.
Tenía estanterías repletas de libros antiguos, podría decir que contaba con varias piezas de coleccionista. La limpieza se alejaba de ser su pasión, todos los muebles estaban llenos de una gruesa capa de polvo que cubrían todo tu dedo si lo deslizabas por encima.
Había varias figuras mitológicas construidas de porcelana sobre una gran repisa de cristal y pude notar que la vajilla tenía un diseño idéntico a uno de los papeles de la pared, concretamente el del baño, el diseño eran unas flores muy similares a las margaritas adornadas con líneas y puntos morados.

Media hora más tarde, escuché la cerradura de la puerta dar vuelta.
Jasper llegó empapado, su cara era un poema, estaba muy serio y no dedicó ni un segundo a mirarme o saludarme. Posó sus llaves encima del mueble de la entrada y sin cerrar la puerta, se colocó lateral a ella agarrando el pomo.

— Vete.

— ¿Qué? ¿Por qué? — Le dije confusa desde el sofá.

— No me hagas decírtelo más veces. Vete, por favor. — Carecía de emoción.

— ¿Pero a dónde voy a ir ahora? — Me levanté lentamente, por qué al fin y al cabo apenas le conocía e igual le estaba dando un brote de bipolaridad o vete tú a saber qué, así que me acerqué a la puerta, cogí mi chaqueta y me quede parada en frente de él. — Jasper, no me dejes en la calle a estas horas, por favor.

Apoyó su mano en mi espalda y poco a poco me empujó hacia la puerta.
Y en efecto, me cerró.
En mis putas narices.

Empecé a llorar y a correr por la calle sin rumbo alguno, y, para rematar la situación, pisé un charco que empapó por completo mis zapatos y pantalón.
Llovía, hacía mucho frío y ni siquiera estaba en BrookVille, no sabía cómo regresar a mi casa.

No sé lo que pasó por su mente de un momento a otro, pero lo que sí sabía es que mi corazón me dolía. Sentía un nudo en el pecho que apenas me dejaba respirar. Sentía decepción. Toda la química que sentía hacía el se convirtió en dolor, me di con un canto en los dientes por pensar que yo le importaba.
No tuvo consideración alguna hacía mi persona. ¿Por qué me ha dejado tirada en la calle cuando antes de media noche estábamos abrazados y totalmente cobijados el uno en el otro?

Corrí durante un rato hasta que finalmente me paré frente un pequeño parque y me senté sobre un tobogán. Las pocas farolas que había alrededor iluminaban la zona. Eran las cuatro y cincuenta y seis de la mañana cuando volví a desbloquear mi teléfono. Y llamé a Elliott.

Entre dos mundos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora