Capítulo treinta y tres

46 9 0
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Uno de Noviembre de 2018.

Abro los ojos. Miro al techo mientras me paso las manos por todo el rostro y bostezo. Estoy en casa de Elliott. En su cama, junto a él. Sonrío. Está tumbado a mi lado, profundamente dormido.

Bajo las escaleras, mi madre y Michael están en la cocina, charlando y desayunando. Se les ve muy felices.

Me quedé pensativa, no quería estropearles su momento romántico, unos brazos me agarran fuertemente y siento un beso en mi cuello.

- Buenos días, ¿has dormido bien? - Pregunta Elliott.

- Sí. Gracias. - Sonreí tímidamente. - ¿Y tú?

- Mejor imposible. - Me abraza. - ¿Quieres desayunar con ellos o prefieres ir a algún lugar tranquilo donde podamos hablar?

- ¿Hablar de qué? - Dije extrañada.

- Me dijiste que tenías mucho que contarme, ¿recuerdas?

Si. Me acordaba. Pero quizás me precipité un poco. Quería contárselo, pero necesita estar más convencida.

- No ... No recuerdo nada. - Me encogí de hombros.

- Ayer cuando nos íbamos de la fiesta, te rompiste a llorar, Paige. Estoy seguro de que es algo importante.

- Tan solo ... Me desbordó la situación, nada más. No te preocupes. - Fingí una sonrisa. - Por cierto, la parte del beso y la de que hemos dormido juntos, ahórratela. Déjales disfrutar un poco más de su amor pacíficamente. - Caminé al frente y saludé a los dos tortolitos.

- Hola hija, ¿Quieres bacon y huevo frito o tostadas con mermelada? - Sonríe. - ¿Cómo os fue ayer?

— Tengo una cosa pendiente por hacer, lo siento, no puedo quedarme. — Estaba a punto de marcharme. — Por cierto, ¿Hoy donde comemos? ¿Aquí? ¿En casa? — Arqueé una ceja. — Escríbeme cuando lo sepas.

Mi madre se quedó mirándome y rápidamente miró a Elliott, extrañados ambos de que me fuera tan rápidamente sin decir por qué.

Desaparecí por la puerta cruzándome con Elliott. Sonreí levemente. Hizo el amago de querer decirme algo, pero se contuvo y me vio marchar. Rascó su cabeza.

Elliott de nuevo estaba desconcertado. Se sentó a desayunar junto a su padre y mi madre, y comenzaron a hablar.

Mi teléfono sonó. Me detuve en seco. Realmente pensé que no iba a volver a saber de Jasper en mucho tiempo. Descolgué el teléfono tan rápido como pude.

— ¿Jasper?

— ¿Qué has hecho, Paige? ¿Cómo se te ocurre? — Cuelga el teléfono.

¿Cómo se me ocurre el qué? ¿Habría ido la chica finalmente con Jasper o me haría caso y regresaría a su casa junto a su familia? Fuera lo que fuera, sabía que yo había metido la pata por intervenir después de ya haber realizado la prueba, y tenía que arreglarlo.

Volví a marcar su número.

— Jasper, ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

— Estoy en mi casa. — Dijo sin añadir nada más.

— Creo que debemos hablar. ¿Puedo ir?

— No creo que esa sea la mejor idea.

— ¡¿Entonces por qué me llamas?! — Empezaba a ponerme nerviosa y a mirar a mí alrededor. Caminaba hacia mi casa.

— Porque la has cagado pero bien.

— Voy a ir a tu casa, ahora mismo. — Colgué el teléfono y llamé a un taxi.

Entre dos mundos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora