Parte 1

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Hola!! Comenzamos una nueva historia, espero les guste!

Les dejo foto de Sofia.

Sofia estaba feliz de haberse animado a pedir trabajo en el estudio jurídico-contable López Arregui y ya hacía varios meses que trabajaba con ellos.

No solo el aspecto económico la había convencido, lo que más le interesaba era la experiencia que adquiriría junto a un abogado tan prestigioso como era el Doctor Adolfo.

Aún podía recordar el diálogo con las palabras exactas del doctor: "- Hija ¿crees poder comenzar mañana mismo? Estamos un poco complicados con el trabajo y los teléfonos. Estamos sin secretaria desde hace uno días que se fue Laurita para tener familia, y mi hijo y yo no pod...".

Sofía no había dejado que continúe con su explicación, respondiendo ansiosa que sí, que lo que tuviese que hacer lo cancelaría. En realidad, no recordaba en ese instante si tenía o no algún compromiso, pero no importaba. Necesitaba y quería ese trabajo.

Adolfo López Arregui era un hombre mayor, educado, culto, cariñoso, sencillo y trataba muy bien a sus secretarias. Un abogado de buena reputación. Muchos de sus colegas recurrían a él por consejos y era muy querido por todos. No existía una sola persona, en el ambiente jurídico, que hable mal de él, ni como profesional ni como ser humano. Qué mejor forma de comenzar su lento camino laboral, había pensado Sofía, que hacerlo de la mano del Doctor López Arregui. Ese sí que era un buen paso, enorme e imposible de desaprovechar.

Al conocer a Sofía, Adolfo había quedado encantado por su simpatía, seguridad y desparpajo, además de su belleza. Pero ya era un hombre grande que no medía a la gente por su apariencia, aunque si esa señorita iba a ser quien reciba a sus clientes, era un punto a favor esa belleza natural y sonrisa fácil con la que contaba. Estaba seguro que quería a esa niña, con cara alegre, atendiendo el teléfono, dando la bienvenida a la gente y ayudándolo en el estudio. Con su edad necesitaba esa buena energía rodeándolo y era una energía que no pasaba desapercibida y no por avasallante, sino por entusiasta.

No lo pensó mucho, solo le bastó escuchar su convincente discurso con esa voz suave pero determinante, al decirle cuanto le gustaría trabajar para él y ver su desvergüenza al llegar sin cita previa.

Todo de esa señorita le había gustado y sería su secretaria. La contrataría y estaba seguro que no se equivocaría.

Al entrar a trabajar en el estudio, a Sofia Quevedo, le faltaban un poco menos de dos años para recibirse de abogada. Hacía su carrera lenta, pero segura.

Sus padres vivían en una ciudad pequeña, a seis horas de distancia, y hacían lo imposible por ayudarla económicamente, pero no era suficiente para poder mantener una vida aceptable en la gran ciudad y no era que pasara necesidades, de ninguna manera y estaba agradecida por eso. Pero la carrera incluía gastos, además de mantener el alquiler, el departamento limpio, con las cuentas pagas y la comida suficiente, su ropa, no era cara, pero debía ser la adecuada para un trabajo de secretaria que era lo que estaba buscando, la movilidad...si seguía sumando, definitivamente estaría en problemas, o sus padres lo estarían.

Ya tenía veintitrés años, podría estar recibida y ejerciendo, pero no había logrado cumplir con los términos normales de la carrera porque el trabajo anterior le había quitado tiempo de estudio y no le había otorgado nada de experiencia, ¿qué experiencia profesional podría darle a una futura abogada atender un comercio? Pero ella era tenaz, paciente e inteligente y tenía como meta recibirse de abogada con buenas notas y ser una excelente profesional, no una más, intentaría ser la mejor, sin medias tintas. Por lo que ya había sido suficiente, necesitaba cumplir sus planes y, como primera medida conseguiría un trabajo acorde a sus estudios, tenía buenas notas, era aplicada, inteligente, y creativa, tenía con qué empezar, por lo menos para no perder la fe en ella.

No me alcanzó con mirarte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora