Capítulo 16.1: Vayamos a nuestra siguiente aventura (Por Aldebarán).

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Desde que tengo recuerdos mi padre me instruyo el ser siempre fuerte y valiente ante cualquier adversidad, todo debido a la llegada de alguien que cambiaría el desorden que un "dios" hace cada cierto tiempo. Ella era otra diosa que se preocupa por el bienestar y protección de los pueblos de la tierra.

Es por ello que la tarea de los Berlusconi, era apoyarla para que por fin haya paz en el mundo. Y doy gracias a su padre, el gran Zeus, que esta era al parecer va por el lado bueno.

En fin, un dato importante en mi vida fue mi cambio de nombre. Mi padre era el que se llamaba Aldebarán, en mi caso mi nombre real era Rasgado, pero lo admiraba tanto que decidí renombrarme como Aldebarán... el gran Aldebarán santo de Tauro.

También otro acontecimiento que cambio toda mi vida, fue la llegada de mi pequeño Kagaho, que para serles honesto no es hijo mío. Al pequeño lo encontré llorando en los brazos de su difunta madre, después de morir por desnutrición y anemia. En ese tiempo tenía 22 años, por lo que al ver el registro de su madre pude darme cuenta que tenía mí misma edad. Así mismo, observe que no había dato alguno del padre, por lo que decidí llevar al niño conmigo.

Fue un mocoso un tanto problemático, pero muy noble, valiente y de carácter fuerte. Cuando él tenía aproximadamente siete años llegamos a una aldea, al parecer había ocurrido un saqueo que término de la peor forma y todos habían muerto.

-¡padre!, no hay señal de vida en la aldea -dijo mi pelinegro-

-¡oh!, vaya al parecer llegamos tarde

-padre cada vez que viajamos siempre veo tristeza, temor, miedo, soledad, rencor, pena... hambre, ¿Por qué padre?

-Kagaho este mundo no es tan malo, sé que en este tiempo que hemos viajado por el mundo hemos visto eso, pero también es un lugar acogedor, en el que puedas encontrar alivio, amor, felicidad

-¿pero porque no lo hemos visto? -replicó molesto-

-¿no lo hemos visto?, para tu información jovencito yo lo vivo en carne propia contigo, yo vivo, me mantengo firme y fuerte por ti, no quiero que absolutamente nada te pase -dije colocando mi mano en su cabeza y despeinándolo-

-¡viejo! -musito sonrojado-

-sigamos caminando Kagaho, debemos...

-sí, sí, sí, ya lo sé, "debemos buscar a la diosa Athena", sinceramente padre yo no creo que ella sea la única salvación. Siento que también la gente es la que tiene que intervenir

-tienes toda la razón, pero hay personas que se aferran a un ideal falso y se dejan llevar por el camino fácil y devastador -dije al cargarlo en mi espalda-

-papá, jamás dejes que vaya por ese camino

Fue lo que prometí, pero desgraciadamente un descuido mío cambio todo. Al cumplir 13 años comenzó a tener una alteración imprevista en su actitud, la verdad creí que era su pubertad, pero creo que me equivoque. Un día llegue a la pequeña casita a donde nos habíamos quedado y él estaba en la ventada con un surplice1 puesto. Al verme se giró hacia mí y me dijo:

-debo matarte

-¿Qué te paso Kagaho? -dije sorprendido

No me contesto, simplemente fue directamente hacia mí, yo por el contrario lo detuve y hablé:

-¿Qué acaso no te enseñe modales?, vayamos afuera creo que debo volvértelos a enseñar

No respondió nada al instante, solo me siguió a la salida. Al estar en un espacio amplio, dijo:

-has dicho que me ibas a mostrar "buenos" modales... padre -recalcó lanzando su puño hacia mi-

-definitivamente Kagaho, necesitas una buena lección -dije al sujetar su puño con mi mano izquierda-

Olvidemos la guerra Santa, Parte 1. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora