Capítulo 11.1: Una gran guerra se aproxima (por Albafica).

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Al ver aquellos ojos grises, comencé a recordar un poco de mi pasado como Diosa.

Luego de nacer, papá nos crió a Arión a mí. Al llegar a una cierta edad, por fin mamá fue a vernos, ella era muy linda, sin embargo, era un tanto estricta.

A mi me enseño a cultivar flores y frutos para algunos dioses. En especial me gustaba cultivar rosas, eran hermosas. Al perfeccionar a mis hermosas flores, atraje la atención de una diosa en especifico, la hermosa Afrodita.

Ella siempre iba a visitarme, por lo que nos hicimos amigas. Pero mi madre me puso una condición para convivir con otros dioses, esa era el que jamás vieran mi rostro.

Un día me encontraba regresando de ver a mi hermano Arión, cuando tuve una visita.

-Hola Despena

Al oír su voz me quede impactada, jamás pensé que vendría a verme ella.

-Perséfone, ¿Qué haces aquí?, digo su majestad ¿Qué hace aquí?

-¿no puedo venir a ver a mi hermana?

-pero ¿porqué?

-por que eres mi hermana y te quiero

Durante mucho tiempo no pude hablar con ella, tenía un poco de celos debido a que ella tuvo surte al encontrarse un marido muy tierno, además casi todas en el reino eran muy hermosas, algo que yo no.

Durante ese día le presente mis jardines y ella quedo encantada, ese día pude conocer mejor a mi hermana mayor. Reímos, contamos cosas tristes, en fin, me abrí a ella.

Luego de un rato ella tomo mi rostro y dijo:

-eres muy hermosa mi querida hermana, incluso más que Afrodita.

Ese comentario me hizo darme cuenta de que el veló que cubría mi rostro ya no estaba.

-¡qué!, debo, debo buscarlo

-no, estas bien así, debes de ser tú misma, no obedezcas a mamá, ella siempre tratara de ocultarnos -dijo molesta-

-¿qué?, ¿Qué cosas dices? -respondí desconcertada-

-escúchame, tuviste suerte de ella te dejara así, en mi caso, mi madre fue muy estricta, me sobre protegía y eso la llevo a encerrarme, así que por eso te dije que no la escuches, tú has lo que creas que sea necesario

Al oírla note que estaba un poco nerviosa, pero, me alegra por fin hablar con ella.

Luego de un rato nos interrumpió uno de los jueces del inframundo que la acompañaban. Sin querer me fije en él y creo que él en mí.

Al poco tiempo ese muchacho iría a visitarme, obvio tuve que cubrir mi rostro, no debía mostrarlo.

-Hola mi bella flor ¿Cómo estas?

-¿Qué haces aquí Minos? -lo miré molesta-

-vengo por un pedido de mi señora Perséfone, pero aparte vengo a verte -expresó coqueto-

-ten, lárgate de aquí

-no, quiero quedarme un momento más

Todo el rato que estuvo conmigo fue una gran molestia, termino con mi paciencia. Pero desgraciadamente para mi fortuna no seria el único día que lo vería.

Al pasar el tiempo, iba constantemente a verme, es más hasta llego el punto en que me acostumbre a su tonta presencia.

-mi querida flor ¿Cómo estas?

-¿ahora que quieres Minos? -recalqué molesta-

-quería invitarte a un torneo que organizo mi señor Hades, me gustaría que fueras, claro si tú quieres

Olvidemos la guerra Santa, Parte 1. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora