《12》•En casa•

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—Como que quizá, y a pesar de todas nuestras precauciones, alguien esté enterado de que estamos a punto de encontrar la fórmula de Fabulous Face a pesar de que en Carvajal Cosmetics sea un asunto estrictamente confidencial, hay un considerable número de personas que tienen acceso a ese tipo de información, incluyendo ayudantes y secretarias, lo que yo me pregunto es si alguno de nuestros competidores ha podido enterarse de ello y ha llegado a la conclusión de que moviendo una pieza clave, en este caso yo, podrían darle un gran revés a los planes de la compañía. 

—¡Oh, Juliana! —exclamó Valentina—. No se me había ocurrido y me cuesta imaginar que un empleado de la empresa pueda ser tan poco digno de confianza, la verdad es que hasta este momento siempre había pensado que mi madre exageraba un poco con sus miedos al espionaje industrial, pero ahora mismo no sé qué pensar ¿Qué ocurriría si tuvieras razón? ¿Cómo podríamos averiguarlo? ¿Qué podríamos hacer para intentar protegernos de ese tipo de cosas en el futuro? ¿O si, después de nuestro matrimonio, quien quiera que esté detrás de todo esto decide cambiar de objetivo y atacar a cualquier otro trabajador de Carvajal Cosmetics?

—Bueno, en ese caso tendremos ya la clase de respuesta que en este momento nos falta, sin embargo, yo no me preocuparía por ello, Valentina. Excepto por lo que me ha pasado a mí, no hay ninguna razón para pensar en espionaje industrial, yo solo lo he mencionado porque creo que al menos deberíamos barajar esa posibilidad. 

Giró para tomar un camino solitario flanqueado de árboles que conducía hacia el lago a los pocos segundos, se detuvo frente a una enorme y hermosa casa rústica, al igual que los alrededores, estaba ligeramente cubierta de nieve y hielo. 

—Ya estamos en casa, ¿te gusta, Valentina? —preguntó Juliana suavemente, sin comprender del todo por qué se había detenido en medio del camino para que Valentina pudiera ver el exterior antes de entrar ni por qué de pronto le parecía tan importante que le gustara.

—Sí, mucho. Es adorable... un sueño de casa, pero, francamente, no es lo que me esperaba, pensaba que tendrías... no sé, supongo que algo mucho más elegante y sofisticado, como tu coche.

—Ah, sí. Pero ya ves, eso solo es mi personalidad pública —comentó sonriente—. En mi vida privada soy muy diferente.

—¿De verdad?

—Sí. Esa es una de las cosas que descubrirás de mí... con el tiempo —puso el coche de nuevo en marcha y lo metió en el garaje, poco después, conducía a Valentina al interior de la casa, un interior que sorprendió a Valentina tanto como la había sorprendido el exterior, enormes vigas de madera cruzaban el techo del salón y en una de las paredes no había nada salvo unas enormes ventanas de las que se disfrutaba de una vista magnífica del lago. Una alfombra blanca se extendía en el suelo hasta llegar a una chimenea a ambos lados de la habitación había sendas escaleras que conducían al piso superior.

La decoración conseguía que la habitación resultara al mismo tiempo cómoda y elegante. Era sorprendente, pensó Valentina, lo mucho que se parecía a su propio apartamento, o a cómo había imaginado siempre que sería la decoración de su casa, en aquel momento encontró de pronto extraño que Juliana y ella no fueran a casarse en el pleno sentido de la palabra, que no fueran a comenzar una vida en común en aquel espacio, a tener sus propios hijos. 

«¡Tranquilízate, Valentina!», se dijo a sí misma con firmeza al darse cuenta de la dirección que habían tomado sus pensamientos, aquella era una cuestión puramente de negocios, así que no podía hacer el ridículo empezando a pensar en otra cosa ¡Dios santo! El día anterior ni siquiera le gustaba  Juliana Valdés. 

—Ven, dame tu abrigo y te enseñaré el resto de la casa —Juliana la ayudó a quitarse el abrigo antes de darle una vuelta por toda la vivienda. 

Una vuelta que incluía la acogedora y enorme cocina campestre llena de plantas, cestos y cazuelas de cobre, el estudio en el que Juliana trabajaba cuando estaba en casa, la biblioteca llena de libros y los cuatro dormitorios del piso de arriba, el dormitorio de Juliana estaba dominado por una enorme cama, contaba además con un armario, una cómoda, chimenea y algunas obras de arte. 

Valentina apartó rápidamente la mirada de la cama, tras haber sido asaltada por otra imagen repentina de Juliana y ella desnudas sobre ella. 

Como si le hubiera leído el pensamiento, Juliana comentó: 

—Por supuesto, si quieres dormir aquí, eres bienvenida.

—Nuestro matrimonio será solamente formal —le recordó Valentina, consciente de que había vuelto a sonrojarse y agradeciendo la suavidad de la luz de la lámpara; esperaba que ayudara a disimular su rubor.

—Por supuesto —respondió Juliana, aunque Valentina advirtió un destello de arrepentimiento en su mirada que la sorprendió. Al fin y al cabo, aquella mañana ella tampoco parecía muy entusiasmad ante la idea de que se convirtiera en su esposa—Pero no se me puede culpar por intentarlo, ¿no? ¿Cuál de los otros dormitorios prefieres?

—Creo que me quedaré con el que está en el otro extremo del pasillo —Valentina desvió nerviosa la mirada de sus ojos.

—Naturalmente. Mañana mismo lo tendrás preparado. ¿Quieres que te coloque un cerrojo en la puerta? 

—La verdad —contestó ella quedamente, alzando la mirada de nuevo hacia ella para que supiera que estaba hablando en serio—, esperaba que fueras suficientemente caballerosa como para no necesitar ese tipo de cosas.

—Y lo soy, así que cuando nos casemos no necesitarás preocuparte, pienso mantener mi parte del compromiso, Valentina. No se me va a ocurrir asaltarte una noche, cuando menos te lo esperes a no ser que sea eso lo que quieras —añadió con insolencia, sonriendo nuevamente, al ver que Valentina volvía a sonrojarse, comentó—: No estás acostumbrada a bromear, ¿verdad? Y la verdad es que eso me intriga, estoy empezando a darme cuenta de que no eres en absoluto como la mujer que siempre he imaginado que eras. ¿Te apetece cenar algo ligero y tomar una copa conmigo antes de que te acerque a buscar tu coche?

—Oh, no, muchas gracias —respondió rápidamente, el corazón le latía con fuerza en el pecho tras las observaciones que había hecho Juliana sobre ella. 

Juliana era muy perspicaz, debería ponerse en guardia contra ella, comprendió Valentina. 

—En realidad se me está haciendo tarde y tú todavía tienes que llevarme a la oficina. Ya comeré algo de camino a casa.
—¿Qué vas a comer? ¿Una hamburguesa grasienta? No, imposible. Perdóname por ser tan franca, Valentina, pero un cuerpo como el tuyo se merece algo mejor —deslizó su mirada sobre ella con expresión de admiración y chasqueó la lengua—. Confieso que estoy empezando a darme cuenta de que podría llegar a arrepentirme de este acuerdo matrimonial que me permite mirar, pero no tocar, pero, en fin, tendré que aprender a vivir con eso. Vamos, tengo preparada una carne a la stroganoff que está para morirse. 

Cuando bajó a la cocina, Valentina pudo comprobar que el último comentario no era una exageración, lo que se suponía iba a ser una cena ligera pronto se convirtió en una suculenta y larga velada, de hecho, pensó Valentina con incredulidad, Juliana se estaba comportando como aquello fuera una verdadera cita y ella estuviera haciendo todo lo posible para ganarse su aprobación y cuánto más encantadora se mostraba, más se aceleraba el pulso de Valentina y más envuelta se sentía en una indefinible sensación de pánico. 

Intentaba recordarse a sí misma que aquella era la misma mujer a la que durante mucho tiempo había considerado arrogante, dominante, insufrible y muy conservadora en todo lo relativo a las mujeres.

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𝐶𝑟𝑒𝑑𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑎
_Streick14_

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Esposa En Alquiler ➸ Juliantina G!P 《Terminada》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora