Esposa En Alquiler ➸ Juliantina G!P 《Terminada》

《38》•Habitación•

—Valentina, cariño, ¿qué te pasa? —preguntó Juliana, preocupada, al oír el grito de su esposa. Inmediatamente, corrió hacia la cocina de la casa del lago.

A Valentina le temblaba la mano mientras colgaba el teléfono. Tenía el rostro
empapado en lágrimas. Inmediatamente, corrió a refugiarse en los brazos de Juliana
.
—Oh, Juls... Juls... —sollozó—. Mi madre está muerta.

—¿Muerta? No, no puede ser. ¿Estás segura, Val?

—Sí, eso es lo que acaba de decirme mi padre. Tessa ha llamado... desde
Sudamérica. Han localizado el avión de la compañía. Mi madre debe... debe haber
tenido algún problema en el motor, porque estaba intentando aterrizar en la selva.
Oh, Juls... se estrelló y... ¡el aparato explotó! Han encontrado su cuerpo en medio de los restos del aparato, o por lo menos lo que quedaba de él. Tessa dice que estaba tan abrasada que no se la reconocía. ¡Dios mío, Juls!

—Tranquila, cariño, tranquila. Lo siento, lo siento mucho. Sé lo mucho que querías
a tu madre. Mira, ¿por qué no subes al piso de arriba y te tumbas un rato mientras yo
te preparo algo de beber?

Valentína comenzó a salir de la cocina como un autómata. Pero estaba llorando tan intensamente que no era capaz de ver por dónde iba, y terminó tropezando. Sin decir una sola palabra, Juliana la levantó en brazos y la llevó al dormitorio. La dejó en la cama y corrió las cortinas para protegerla del sol, más intenso a medida que el invierno iba cediendo paso a la primavera. Después se metió en el baño, mojó una toalla y regresó para empapar con ella la frente de Valentína. Se acercó al carrito de las bebidas que tenían en una esquina del dormitorio, le sirvió un brandy e insistió en que se lo tomara. A continuación, se tumbó a su lado, abrazándola y acariciándole la
cabeza hasta que, al final, se quedó apaciblemente dormida.

Mientras observaba dormir a su esposa, Juliana fruncía el ceño con preocupación.

Sabía que no había estado verdaderamente bien desde la noche del incendio. Y
aunque Valentína todavía no le había dicho nada, sospechaba que estaba embarazada.

Intuía que el método anticonceptivo que utilizaba había fallado y la razón por la que
no le había dicho nada era que, o bien no quería tener al bebé, o planeaba divorciarse muy pronto de ella. Pero Juliana no pensaba permitir que ninguna de esas cosas sucediera.

De pronto sus pensamientos la llevaron hasta Lucia Carvajal. Le costaba creer que
hubiera muerto una mujer tan vibrante e indómita. Pero no había ninguna razón,
suponía, para dudar de la identificación de aquel cuerpo, puesto que no iba nadie
más en el avión. Se preguntó si el aparato habría sufrido algún fallo mecánico, o
habría sido saboteado. Indudablemente, Tessa había pensado lo mismo y había
solicitado que se iniciara una investigación.

La verdad era que Juliana no podía hacer nada para evitar lo ocurrido, lo único que
estaba en sus manos era mantener a Valentína a salvo. La abrazó con fuerza. Mataría a cualquiera que intentara hacerle daño, pensó la morena con determinación.

Valentina tenía la sensación de que prácticamente todo había sido un fracaso desde que había comenzado el nuevo año: empezando por la amenaza de la deportación de Juliana. En ese momento, junto a los recortes de las noticias que hablaban de la muerte de su madre, tenía otra carta del Departamento de Inmigración en la que insistían en que Juliana se presentara en su oficina para ser sometida a una nueva entrevista sobre su matrimonio.

—¿Qué vamos a hacer, Juls? —le preguntó a Juliana después de que esta le leyera la
carta.

—No sé qué más podemos hacer, cariño, pero acudiremos a esa cita —contestó
sombría—. No podemos permitirnos el lujo de evitarla. Además, si se me ocurriera
hacer algo como escaparme, el Departamento de Inmigración se las arreglaría para que nunca pudiera ser ciudadana de los Estados Unidos. Pero no tienes por qué preocuparte. Nadie podrá demostrar que nuestro matrimonio no es un matrimonio auténtico. Sin embargo, me temo que esto nos impedirá divorciarnos pronto... de hecho, si por ella fuera, no se divorciarían nunca, pensó Juliana sombría.