《20》•La Cena•

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Pero por la expresión traviesa de su mirada, Valentina sabía que no era eso lo que había quiero decir y desde luego, aquella no era la imagen que había conjurado su mente, sino la de una Juliana llevando solamente encima los boxer y completamente excitada, de pronto, se descubrió a sí misma especulando sobre el tipo de boxer que llevaría Juliana...

Dios santo, ¿pero qué demonios le pasaba?, se preguntó Valentina con incredulidad, y un poco excitada, a pesar de sí misma, normalmente no tenía ese tipo de pensamientos, ni entablaba esa clase de conversaciones con ninguna persona y para colmo, aquella mujer era su esposa, con lo cual, podía tomar su conducta como una especie de invitación a meterse en su cama aquella noche.

Además, ¿por qué diablos tenía que ser Juliana tan condenadamente atractiva? Se suponía que los quimicos tenían que ser personas apagadas, aburridas y excéntricas, que se pasaban la vida encerradas en viejos laboratorios, en medio de montones de libros y probetas humeantes, no sabían cocinar, ni se tomaban tantas libertades y mucho menos con una mujer tan fría y sofisticada como ella.

Y para colmo, aquel estúpido botones había puesto demasiado alta la calefacción de la cabaña, lo que combinado con el calor que salía del horno, la estufa y la chimenea, estaba haciendo insoportable la temperatura del interior de la cabaña, como siguiera así, iba a terminar asándose, se dijo Valentina, debería quitarse el jersey que se había puesto sobre la blusa, pero no, se dijo al instante. Juliana podría tomarse aquel gesto como una invitación.

-Quizá deberíamos cenar en la mesa -sugirió nerviosa.

-Pero si cenamos en la mesita del café, podremos aprovechar para ver la televisión -le comentó Juliana.

-Sí, quizá sea lo mejor -por lo menos de esa forma no tendría que devanarse los sesos intentando encontrar algún tema de conversación inofensivo que pudiera compartir con ella.

Valentina se concentró en sacar las patatas del horno y en retirar las verduras de la cazuela mientras ella servía cada uno de los filetes en un plato, minutos después, estaban los dos sentados en el suelo ante la mesita del café, contemplando las noticias de la CNN. Pero, para desconcierto de Valentina, las noticias no impidieron que Juliana continuara hablando con ella.

-Champán para las novias -llenó las copas de cristal-. Así que... por nosotras, Valentina -dijo suavemente.

-Por nosotras -repitió ella, llevándose la copa a los labios.

Bebieron el champán, Valentina más deprisa de lo que debería haberlo hecho, el champán siempre hacía estragos en sus sentidos, sintió el cosquilleo de las burbujas en la nariz y, casi inmediatamente, una deliciosa sensación de mareo apoderándose de todo su cuerpo.

Incluso entonces, su cabezonería le impedía admitir que era Juliana y no el champán el que estaba teniendo aquel extraño y embriagador efecto sobre ella, sería mejor que comiera algo antes de que se emborrachara y dejara de ser responsable de sus actos, pensó Valentina, centrando su atención en el plato.

-¿Está buena la carne? Me dijiste que la querías medio hecha, ¿verdad?

-Sí, está muy buena, pero no sé si podré comerme el filete entero, miró el enorme bistec que prácticamente desbordaba el plato-. Supongo que deberíamos haber compartido uno.

-Habla por ti, cariño, ya sabes lo que se suele decir, no solo de pan se vive y pienso comerme hasta el último bocado de mi filete -y se dispuso a atacar su plato con entusiasmo.

Hasta ese momento, Valentina no había sido consciente de que compartir una cena podía ser una experiencia especialmente erótica, pero hasta la forma de comer de Juliana le parecía seductora, apreciaba el contraste de sus dientes blancos contra su piel bronceada y los veía hundirse en la carne de una forma que le hacía imaginarse, involuntariamente, lo que sería sentir aquellos dientes sobre su hombro o mordisqueando suavemente su nuca, o el interior de los muslos...

¡Dios santo! Estaba haciéndolo otra vez, se estaba dejando llevar por aquellas sensuales fantasías sobre ella, la fría y competente Valentina Carvajal recreando imágenes que parecían sacadas de una película pornografica.

Definitivamente, el champán había tenido un efecto pésimo. ¡No volvería a beber en toda su vida avergonzada, Valentina inclinó la cabeza sobre su plato, deseando desesperadamente que Juliana no le leyera los pensamientos. Pensamientos que seguramente se debían a que aquella era su noche de bodas, una noche que jamás se había imaginado terminaría pasando sola en una cama y menos con una atractiva esposa en la habitación de al lado, tan cerca, pero tan lejos.

-¿Quieres el postre ahora o más tarde, cariño? -le preguntó Juliana cuando Valentina terminó la cena.

Esa misma tarde, Juliana se había parado en el mostrador de la panadería del mercado ante una sencilla tarta de bodas, coronada por las figuritas de una pareja de novias, y había insistido en comprarla.

-Más tarde -gimió Valentina, frotándose el estómago con pesar-. Creo que en este momento soy incapaz de comer nada más, ni siquiera me acuerdo de la última vez que comí tanto como hoy.

-¿Entonces qué te parece si preparo un café?

-Maravilloso.

Lo ayudó a recoger la mesa y a meter los platos en el lavavajillas. Después, Juliana se puso a hacer el café y cuando estuvo hecho, llevaron las humeantes tazas al cuarto de estar y se sentaron frente a la chimenea echó un par de leños más al fuego y los colocó con el atizador de hierro.

-¿Qué podemos hacer para entretenernos? -preguntó, volviéndose hacia Valentina con una sonrisa-. ¿Quieres que nos contemos historias de miedo? No me sé ninguna sobre chicas muertas, ni sobre parejas de amantes perseguidas por un asesino, pero probablemente podría recordar alguna sobre las brujas.

-Gracias, pero no, me temo que sigo teniendo la misma facilidad para asustarme que cuando era una adolescente, lo único que conseguiría sería quedarme despierta en la cama hasta la madrugada, imaginando que vas a convertirte en lobo o algo parecido.

-¿Entonces así es como me ves? ¿Como una mujer lobo? -preguntó Juliana, arqueando una ceja con picardía.

-Bueno, a lo mejor un poco... -confesó Valentina.

-Relájate, cariño. Aunque tengo que admitir que la idea es tentadora, no voy a comerte, estás completamente a salvo conmigo.

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𝐶𝑟𝑒𝑑𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑎
_Streick14_

Esposa En Alquiler ➸ Juliantina G!P 《Terminada》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora