《13》•Tendrás que pasar la noche conmigo•

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Pero Juliana estaba demostrando ser una mujer de carácter alegre, de corazón noble, bromista, atrevida, una conversadora inteligente, todo ello contribuía a que Valentina se sintiera como si estuviera siendo absorbida por un peligroso torbellino del que no había forma de escapar, apesar de su sofisticado pasado y de toda su vida social, se sentía desconcertada, no tenía suficiente experiencia y tampoco sabía como tratar con una persona como Juliana Valdés.

En Carvajal Cosmetics, Juliana era considerada una mujeriega  ¿Habría decidido quizá que no tenía ningún interés en comprometerse a un largo período de celibato? Al final, incapaz de contener su curiosidad, le preguntó abiertamente por qué se estaba esforzando tanto en agradarla.

—Pensaba que ya lo había dejado claro, Valentina—con un par de tenacillas, dio los últimos toques a la ensalada que estaba preparando—. Dependiendo de la imagen que el Departamento de Inmigración tenga de nuestro matrimonio es posible que seamos esposas durante un año como poco o incluso más y personalmente, no tengo ningún interés en pasar una parte tan larga de mi vida en una zona de guerra, quiero mantener mi casa en paz, de modo que, por supuesto, estoy haciendo todo lo posible para hacerte las cosas más fáciles, me parece lo más sensato, dada la situación y hasta ahora al menos, tengo que reconocer que no se me han dado nada mal las mujeres, sin embargo, por tus palabras deduzco que, en lo que a ti concierne, contigo estoy fracasando miserablemente.

—No... no es eso. No es eso en absoluto, estaba un poco... asombrada, eso es todo.

—¿En qué sentido?

—Bueno, nunca me has parecido tan... Oh, no puedo explicarlo, siempre me has parecido una mujer muy...

—¿Orgullosa, egoísta, impaciente y exigente? —soltó una carcajada al ver su expresión de sorpresa—Pues ya ves, conozco mis propios defectos, Valentina y el principal es que no soy capaz de soportar a los estúpidos —colocó la cazuela con el guiso en la mesa—. Pero tú no eres ninguna estúpida, de hecho, probablemente seas una de las mujeres más inteligentes que he tenido el placer de conocer y lo creas o no, eso es algo que respeto.

—¿Preferirías que fuera una estúpida?

—No, claro que no, prefiero a las mujeres inteligentes, pero las mujeres inteligentes normalmente son fuertes, cabezotas, ambiciosas e independientes y muchas de ellas no soportan a las personas débiles —arrastró una silla para que se sentara—. ¿No prefieres casarte con una mujer como yo a hacerlo con un pobre estúpido como Luis Sanchez?

—Lucho es un hombre muy amable —respondió Valentina, eludiendo su pregunta.

—Sí, bueno, pero no creas que no me he dado cuenta de que no has contestado a mi pregunta, Valentina, te lo advierto, no te va a resultar fácil engañarme.

—¿Y por qué iba a intentarlo? No soy una persona mentirosa, Juliana  y si hay algo en lo que creo, es en la honestidad dentro de una relación y estoy segura de que sabes por qué.

—Sí, en la compañía todo el mundo está al tanto de lo que te ocurrió con
Sebastián Zurita —Juliana colocó la fuente de ensalada y el pan francés en la mesa, abrió una botella de vino y sirvió una copa—. Supongo que hirió tu orgullo y te rompió el corazón saber que él solo quería casarse contigo por tu dinero.

—¿Y no es esa también una de las razones por las que has aceptado casarte conmigo?

Juliana la miró de reojo.

—Esto es diferente, nuestro matrimonio es un acuerdo de negocios, yo nunca he fingido amarte para llevarte al altar, para mí lo que hizo Zurita es absolutamente despreciable y ahora come, tú no eres tu hermana Eva, la supermodelo, gracias a Dios, no tienes por qué tener el aspecto de una náufraga hambrienta.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Eva es maravillosa!

—Y tú también, Valentina —declaró Juliana, con una seriedad extraña—. Pero estoy empezando a darme cuenta de que no eres consciente de ello y de que, desde la desastrosa aventura que tuviste con Sebastián Zurita , tampoco eres consciente de lo que vales como mujer.

Valentina no sabía qué contestar a eso, no estaba acostumbrada a que nadie le dijera que era atractiva, normalmente intimidaba a todos o sospechaba que solo estaban interesados en compartir su riqueza.

Juliana, sin embargo, no parecía arredrarse ante ella en absoluto y aunque era verdad que iban a pagarle una suma de dinero por casarse con ella, no iba a tener ningún tipo de acceso a su fortuna personal.
De modo que no necesitaba hacerle ningún cumplido, para disimular su confusión, comenzó a comer, y descubrió que la carne estaba deliciosa.

—¡Está riquísima! ¿Dónde has aprendido a cocinar?

—Oh, cuando eres una mujer soltera que aprecia la buena comida o aprendes a cocinar o te pasas la vida comiendo fuera y yo opté por la primera opción.

—¿Entonces nunca has estado casada? —preguntó Valentina con curiosidad.

—No, esta va a ser la primera vez para mí.

—Para mí también, supongo que esa es la razón por la que, además de las circunstancias en sí mismas, todo esto me parece tan extraño, tan irreal.

—Imagino que en cuanto nos vayamos acostumbrando a la idea esos sentimientos desaparecerán, entonces te convertirás en una regañona que sabrá utilizar el rodillo en más de un sentido, probablemente algún día llegaré a casa y me darás un golpe en la cabeza por haberme quedado bebiendo hasta tarde.

—No, claro que no —declaró Valentina con firmeza—Ya te he dicho que pienso interferir en tu vida lo menos posible, Juliana.

—Bueno, eso el tiempo nos lo dirá —replicó Juliana enigmáticamente.

Después de la cena, Valentina insistió en ayudarla a recoger la cocina, cuando hubieron completado la mayor parte de la tarea, Juliana la dejó sola para ir a encender la chimenea al salón, para cuando Valentina se reunió con ella, el fuego chisporroteaba alegremente en la chimenea.

Juliana estaba sentada en el suelo, al lado de la mesa del café y en frente de la chimenea, apoyando la espalda en uno de los dos sofás, dos de las lámparas resplandecían suavemente y sobre la mesa descansaban dos copas de vino.

Era la típica escena de seducción de una película, pensó Valentina, tragando saliva y ella estaba más que cualificada para representar el papel de protagonista.

En ese momento, al verla en el suelo, Valentina se vio obligada a admitir que, al margen de lo que pensara de ella, la encontraba terriblemente atractiva físicamente, tenía la cabeza apoyada en el sofá y los ojos cerrados,
instintivamente, Valentina supo que era así como Juliana pasaba muchas noches de invierno, cuando no tenía otro tipo de compromisos.

—Juliana, se me está haciendo tarde, debería irme a mi casa.

—Sí, sé que eso es lo que te gustaría, Valentina —hablaba con voz sedosa y ni siquiera se tomó la molestia de abrir los ojos mientras hablaba—Pero me temo que vas a verte obligada a pasar la noche conmigo.

Ante aquel inesperado anuncio, Valentina solo fue capaz de mirarla fijamente, con los ojos abiertos como platos, el corazón palpitante y las manos empapadas en un frío sudor, dada la localización de la casa de Juliana, no debía haber vecinos cerca a los que pudiera pedir ayuda y como ella había insistido en llevarla en su coche, tampoco podía huir en su propio vehículo. Pensó que Juliana debía tener aquello planeado desde el principio para obligarla a quedarse a solas con ella, para impedirle escapar.

No, seguramente no estaba hablando en serio, intentó decirse. Valentina no sabía qué decir, qué hacer, aunque subiera al piso de arriba y se encerrara en uno de los dormitorios, no podría evitar que Juliana destrozara la puerta y la atrapara.

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𝐶𝑟𝑒𝑑𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑎
_Streick14_

Maratón especial 1/3

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Esposa En Alquiler ➸ Juliantina G!P 《Terminada》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora