Capítulo 6

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El Ministerio de Magia

     El día previo a la visita del ministerio estuve metida en mi habitación haciendo todas las grabaciones y juntándolas. 

     Le había pedido a Arthur que le avisara a Kingsley que pensaba entregarle la grabación si la acababa a tiempo. Que si veía algo fuera de lo común durante la visita de Harry, que lo dejara pasar. 

     Ya estaban vigilando a Arthur, pero no sospecharían nada de una desconocida. 

     Después de horas de trabajo sin parar, y por un regaño de la señora Weasley por saltarme la comida, me acosté para estar bien despierta para mañana. 

     Desperté de golpe a las cinco, como si alguien me hubiera gritado en la oreja. Había tenido una pesadilla. Me quedé unos instantes tumbada, inmóvil, mientras la perspectiva de la vista disciplinaria llenaba cada diminuta partícula de su cerebro; luego, incapaz de soportarlo más, salté de la cama y me dirigí al baño para ducharme y prepararme. Me decanté por el vestido que me había regalado Ángela, el que había usado para el funeral de Chris. 

     Reduje mi estatura y moldeé mi cara para aparentar un poco más pequeña, de unos ocho o nueve años, y cambié el color de mi pelo por uno color cobrizo y rizado, y lo trencé para que cayera a un lado de mi hombro. Los ojos, azules, y unas pocas pecas en mis mejillas. Parecía una Weasley y todo.

     Miré al espejo, el vestido que llevaba no era apropiado para alguien de la edad que aparentaba. Fui a mu habitación me eché por encima una chaqueta así como peludita. Parecía mona y disimulaba el vestido, por lo que era perfecta. 

     Salí y esperé en el comedor, donde estaba Harry.

     -¿Quien eres? -me preguntó.

     -Hola -esta vez, interpreté a una niña muy tímida-. Me llamo Ángela, pero todos me llaman Ela. 

     -Un placer conocerte Ela -dijo, y indicó con palmaditas al sofá para que me sentara a su lado-. ¿Qué estás haciendo aquí?

     -El señor Dumbledore me ha traído porque el señor Weasley está aquí.

     -¿El señor Weasley?

     -Si -aparté mis ojos como si estuviera nerviosa-. Él conocía a mis padres ¿sabes?, y me ha dicho que él mismo me llevaría al ministerio porque tenía que llevar a otro niño.

     -Supongo que se refería a mi -frunció el ceño con lo de niño y me tendió la mano-. Harry Potter, encantado.

     -Muy bien Harry -le tendí la mano de vuelta-. Encantada.

     Pareció estar un poco pensativo.

     -¿Tus padres son muggles?

     -¿Mis papas? -me soné un poco la nariz-. Mis papas eran magos, ¿porque? ¿hay algo malo?

     -No, no es eso -intentó calmar el llanto que estaba apunto de lanzar-. Me has malinterpretado, perdona. Lo que pasa es que cuando digo mi nombre la gente suele reaccionar de otra manera.

     -¿Entonces he hecho algo malo? -pregunté confundida.

     -En absoluto -me sonrió-. Ojala nadie me conociera y todos reaccionaran como tu.

     -Harry -se oyó la voz del señor Weasley-. ¿Ya estas levantado?

     Apareció por la puerta y se quedó mirándome extrañado. Vi que tenía intención de sacar la varita. Eso era bueno, al menos él tenía la cabeza suficiente para comprobar si era de fiar o no.

Lilianne y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora