Capítulo 25

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De mal humor

     No me encontraba bien, intenté beberme una poción calmante. Me entró más sueño, pero por lo menos ya no escuchaba tantas voces en mi cabeza. Solamente quería acallarlas, pero nada funcionaba a menos que quisiera pasarme todo el día dormida.

     Poco a poco vinieron todos los alumnos de pasar las vacaciones en familia. El trio de oro y sus compañeros fueron de los primeros porque al pareces vinieron en autobús noctámbulo hasta Hogsmeade y después caminando hasta el colegio junto a Thonks y Lupin. 

    Pude ver como los miembros del ED se acercaban a Harry constantemente por los pasillos entre clase y clase para preguntarle, esperanzados, si aquella noche iba a celebrarse una reunión. 

     -Ya os comunicaré por el canal habitual cuándo será la próxima -decía Harry una y otra vez-, pero esta noche no puede ser, tengo clase de... pociones curativas. 

     -¿Tienes clases particulares de pociones curativas? -le preguntó con desdén Zacharias Smith, que había abordado a Harry en el vestíbulo después de comer-. ¡Madre mía, debes de ser malísimo! Snape no suele dar clases de refuerzo. 

     Smith se alejó con un aire irritantemente optimista, y Ron lo miró con odio. 

     -¿Quieres que le haga un embrujo? Desde aquí aún lo alcanzaría -se ofreció su amigo, que había levantado su varita y apuntaba a Smith entre los omoplatos. 

     -Déjalo -respondió Harry con desaliento-. Es lo que va a pensar todo el mundo, ¿no? Que soy idiota perdi... 

     -¡Hola, Harry! -dijo una voz a sus espaldas. 

     Harry se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Cho. 

     -¡Oh! -exclamó él, y notó una desagradable sensación en el estómago-. ¡Hola! 

     -Nos encontrarás en la biblioteca -dijo entonces Hermione con firmeza al tiempo que agarraba a Ron por encima del codo y tiraba de él hacia la escalera de mármol. 

     -¿Cómo han ido las Navidades? -le preguntó Cho. 

     -Bueno, no han estado mal. 

     -Las mías han sido muy tranquilas -comentó la chica, que por algún extraño motivo parecía muy abochornada-. Esto..., el mes que viene hay otra excursión a Hogsmeade, ¿has visto el cartel? 

     -¿Qué? ¡Ah, no! Todavía no he mirado el tablón de anuncios. 

     -Pues sí, será el día de San Valentín... 

     -Ya -dijo Harry preguntándose por qué le contaba aquello-. Bueno, supongo que querrás... 

     -Sólo si tú quieres -repuso ella con entusiasmo. Harry la miró sin comprender. Lo que él pensaba decir era «Supongo que querrás saber cuándo es la próxima reunión del ED», pero la respuesta de Cho no acababa de encajar. 

     -Yo..., pues... -balbuceó. 

     -Vale, si no quieres, no pasa nada -se apresuró a decir ella, muerta de vergüenza-. No te preocupes. Ya..., ya nos veremos. 

     Me quise pegar en la cara. Si fuera más lento caminaría hacia atrás. 

     Cho se estaba marchando. Harry se quedó allí plantado mirándola y exprimiéndose los sesos. Entonces las piezas encajaron. 

     -¡Cho! ¡Eh! ¡CHO! 

     Corrió tras ella y la alcanzó hacia la mitad del pasillo, justamente delante de donde yo estaba sentada en el suelo apoyada en la pared. 

Lilianne y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora