Dayana
Dayana se despertó con gritos y el sonido apresurado de hombres corriendo por el pasillo. Lo primero que hizo fue llamar a sus guardias que esperaban afuera y luego despertar a Nerea, quien dormía junto a ella.
Los guardias explicaron rápidamente lo sucedido, evitando mirar a Dayana y a Nerea en sus ropas de cama y batas. Rápidamente, ambas bajaron a la sala donde dos jóvenes muchachos estaban tendidos en el suelo, con los cuellos cortados por una fina línea.
—¡Han muerto! —exclamó Rickard Karstark sin ceder un ápice—. El Matarreyes los ha asesinado. Eran de su estirpe. La sangre se paga con sangre.
—¿Con sangre de niños? —replicó Robb, señalando los cadáveres—. ¿Cuántos años tenían? ¿Doce, trece? Eran escuderos.
—En todas las batallas mueren escuderos —insistió Karstark—. Mueren luchando, sí. Tion Frey y Willem Lannister rindieron sus espadas en el Bosque Susurrante. Estaban prisioneros, encerrados en una celda, dormidos, desarmados... Eran niños. ¡Miradlos!
En lugar de obedecer, Lord Karstark miró a Catelyn.
—Decidle a vuestra madre que los mire —prosiguió—. Es tan culpable de su muerte como yo.
—Mi madre no tiene nada que ver con esto —respondió airado Robb—. Esto es obra vuestra. Sois el asesino. El traidor.
—¿Cómo puede ser traición matar a un Lannister? Si no es traición liberarlo. ¿Ha olvidado Su Alteza que estamos en guerra contra Roca Casterly? En la guerra se mata a los enemigos. ¿Es que no te lo enseñó tu padre, niño?
—¿Niño? —El Gran Jon golpeó a Rickard Karstark con el puño enfundado en el guantelete. Karstark cayó de rodillas.
—¡Dejadlo! —La voz imperiosa de Robb resonó en la sala. Umber retrocedió, apartándose del prisionero.
—Así será, Lord Umber. Dejadme. —Lord Karstark escupió un diente roto—. El Rey se encargará de mí. Me reprenderá antes de perdonarme. Así trata a los traidores nuestro Rey en el Norte. —Esbozó una sonrisa húmeda y ensangrentada—. ¿O debería llamarte el Rey que Perdió el Norte, Alteza?
El Gran Jon arrebató una lanza al hombre más cercano y la levantó a la altura del hombro.
—Permitidme que lo ensarte, señor. Permitidme abrirle la barriga para ver de qué color tiene las entrañas.
Las puertas de la estancia se abrieron de golpe, y el Pez Negro entró con la capa y el yelmo empapados. Lo seguían soldados de los Tully, mientras, afuera, los relámpagos iluminaban el cielo y una lluvia negra golpeaba contra las piedras de Aguasdulces. Ser Brynden se quitó el yelmo y se arrodilló.
—Alteza —fue lo único que dijo. Pero el tono sombrío de su voz era más elocuente.
—Robb se puso en pie—. Gran Jon, que Lord Karstark permanezca aquí hasta mi regreso. A los otros siete, que los ahorquen.
—¿Incluso a los muertos? —preguntó el Gran Jon bajando la lanza.
—Sí. No permitiré que envenenen los ríos de mi tío. Que los cuervos se los coman.
—Ten piedad, señor —rogó uno de los prisioneros, cayendo de rodillas—. Yo no maté a nadie. Me quedé en la puerta para vigilar por si venían guardias.
—¿Sabías lo que Lord Rickard planeaba hacer? —inquirió Robb tras reflexionar un momento—. ¿Viste cómo desenvainaban los cuchillos? ¿Oíste los gritos, los gemidos, las súplicas de clemencia?
—Sí, pero no participé, solo miré, lo juro...
—Lord Umber —dijo Robb—, este hombre solo miró. Ahorca al último para que vea cómo mueren los demás. Madre, tío, venid conmigo, por favor.
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Inefable/Got
FanfictionLa historia sigue a Dayana Tyrell, la más joven de la familia Tyrell, mientras es presentada en sociedad en Desembarco del Rey. A través de estos eventos, Dayana experimenta la belleza y la crueldad de la vida en la corte, aprendiendo rápidamente so...