𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸13

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Querida Dayana

He de pensar que no recibir ninguna carta de tu parte es un buen presagio. Quiero informarte que Sansa Stark ha llegado y estoy completamente encantado con su belleza. Los dioses tal vez me estén bendiciendo.

Con cariño, tu primo Willas.

—Sansa se encuentra con un tipo algo intelectual, demasiado aficionado a los libros, diría yo, pero amable. Mi primo Willas cuidará de ella, os lo juro.

—¿Por qué debe quedarse allí? —preguntó Lady Catelyn.

—Es lo correcto, solo piénselo, Lady Catelyn. Se convertirá en una esposa perfecta, una vida perfectamente aceptable en Altojardín, fuera de las guerras.

—Pero...

—Insisto, su hija puede dejar de ser una traidora quedando fuera de todo esto. Vivirá entre flores exquisitas y un marido galante y amable. Sansa merece ser feliz, y cuando acabe la guerra puede ir con ella y vivir una vida plena allí.

Brienne entró a la sala y se puso junto a Lady Catelyn.

—Lady Catelyn, dadme permiso de marchar —dijo Brienne.

—Si nos dejáis, ¿adónde iréis? —le preguntó Catelyn.

—Volveré atrás —dijo Brienne—. A Bastión de Tormentas.

—¿Sola?

—Sí. —El rostro ancho parecía un estanque de aguas quietas y no dejaba traslucir el menor indicio de lo que habitaba en las profundidades.

—Tenéis intención de matar a Stannis.

—Hice un juramento. —Brienne cerró los dedos gruesos y encallecidos entorno al puño de la espada, la misma que había pertenecido a Renly—. Lo repetí tres veces. Vos me oísteis.

—Cierto —asintió Catelyn. Sabía que la joven había conservado la capa arcoíris cuando tiró el resto de sus ropas manchadas de sangre. Las cosas de Brienne se habían quedado en el campamento cuando huyeron, y se había visto obligada a vestirse con piezas dispares que le había proporcionado Ser Wendel, el único del grupo con ropas de un tamaño adecuado al de ella—. Y estoy de acuerdo en que hay que mantener los juramentos. Pero Stannis está rodeado por un gran ejército, y tiene guardias que velan por él.

—No temo a sus guardias. Valgo tanto como cualquiera de ellos. No debí huir de allí.

—¿Es eso lo que os preocupa, que algún idiota os llame cobarde? —Suspiró Dayana—. La muerte de Renly no fue culpa vuestra. Lo servisteis con valor. Pero si lo que buscáis es seguirlo a la tumba, no le serviréis de nada a nadie. —Extendió una mano para proporcionarle el consuelo de una caricia—. Ya sé que es muy duro...

—Nadie lo sabe —la interrumpió Brienne sacudiéndose su mano.

—Os equivocáis —replicó Catelyn con aspereza—. Cada mañana, nada más despertar, recuerdo que Ned ya no está conmigo. No soy hábil con la espada, pero eso no quiere decir que no sueñe con cabalgar hasta Desembarco del Rey, ponerle las manos en el cuello a Cersei Lannister y apretar su cuello blanco hasta que se le ponga la cara negra.

Brienne la Bella alzó los ojos, su único rasgo bello de verdad.

—Si eso es lo que soñáis, ¿por qué queréis retenerme? ¿Es por lo que dijo Stannis en aquella reunión? ¿Es por eso?

Catelyn contempló el campamento. Dos hombres montaban guardia con lanzas en las manos.

—Me enseñaron que los hombres buenos deben combatir el mal en este mundo, y la muerte de Renly fue un acto de maldad inenarrable. Pero también me enseñaron que a los reyes los hacen los dioses, no las espadas de los hombres. Si Stannis es nuestro soberano legítimo...

Inefable/GotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora