Parteaguas

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Abrí los ojos y rápidamente miré al reloj, eran las 9:55 de la mañana así que me levanté de inmediato de mi cama y a toda prisa me iba a darme un regaderazo.
Al salir del baño escuché el claxon de su Jeep roja y rápidamente me apuré a vestir casi a contra reloj.
Daniel tocaba mi puerta.
-Max ya esta aquí. Apúrate o se va a enojar si se van tarde.
-Estoy en eso, creo que está apurada o algo por el estilo.
-El valle está a seis horas y, en cuanto lleguen lo más temprano y de día, mejor.
-Ya sé. ve a verla tal vez necesite algo.- terminaba de meter mis tenis a la mochila.
Daniel salió.
Mientras buscaba unos cds de una banda que me había prestado Marie hace tiempo debajo de mi cama, escuchaba voces en la sala y salí disparado a fuera con mis maleta y mochila listo para el viaje.
-¡Primo querido!- corrió a abrazarme- ¿cómo estás? La última vez que te ví dejaste unos cds en mi habitación así que ahí te los traje.
-Perfecto, creo que ahí debe de haber uno que me prestó Marie, así que ya lo escuchamos en camino. Ya estoy listo, en cuanto digas pájaro, yo vuelo.
Esbozó una sonrisa.
-Bueno creo que ya es hora de irnos entonces-respondía- pues el camino es muy largo y no quiero que anochezca.
-Vámonos entonces.
Traje de mi habitación mi mochila y maleta para subirla al Jeep e irnos.
Mientras terminaban de platicar Daniel y Max, yo estaba fuera acomodado mi maleta en el poco lugar que tenía, René aparecía en su Silverado.
-¿Todo listo para el viaje?-Preguntaba.
-Sí, estamos a punto de irnos, ¿vienes por el asador?
-Sí y vine a hacer unas compras y de paso a despedirlos -me abrazó- por favor, no te ahogues.
-Claro que no, eso espero.
Max salía de la casa junto a Daniel.
-¡René!... tenía mucho tiempo sin verte.- La abrazó.
-Max, solo han sido dos meses.
-¡Y muy largos!
René suspiró.
-¿Qué haces aquí?
-Vine a hacer unas compras y pasar a despedirlos. Espero y avisen cuando lleguen.
-Creo que ya es hora Alessandro, el sol se puede esconder y la luna no nos ayudará.
Nos despedimos como se debe, besos y abrazos, también con indicaciones por parte de René y precauciones por parte de Daniel. "Con los ojos en el camino y la mente en el volante" solo nos metimos en el Jeep y nos marchamos.
Mientras salíamos de la hermosa bahía de Villanueva camino a la carretera Max, pasó a rellenar el tanque de gasolina para no sufrir un percance en medio del camino. Y pasamos a comprar un par de golosinas en la gasolinera de paso junto a la carretera que estaba en medio del bosque dejándose abrazar por los árboles de pinos de tamaños increíbles. Al terminar de rellenar gasolina y comprar dulces nos pusimos en marcha.
-Son las 2:00 y tenemos que estar antes de las 7:00 de la noche ahí. Espero y no nos gane la noche.
-Deprisa entonces. -Le grité.
En el camino íbamos viendo los hermosos paisajes que nos daba la naturaleza, árboles de distintos tonalidades de verde y de tamaños inimaginables. Junto a Max, el camino se hacía menos pesado y relajado. Contándome sus historias que había tenido y cuentos que sus amigos le contaban. Mientras estábamos relajados ella se puso seria y su semblante cambió.
-Alex...
-¿Sí? ¿Qué pasa?
-¿Qué reacción tendrías sí te dijera que soy adicta a los tríos?
Todo se puso incómodo.
-Bueno, mis más sentido pésame a tu vagina.
-Ella está bien, solo algo cansada.
Siguió el silencio.
Empezó a reírse.
-Lo siento pero era una broma y quería ver la reacción de tu cara.
-Sigo pensando lo mismo.- Le guiñé el ojo.
-¡Oye!- Me golpeó el brazo.
-Lo siento, sabes que te amo. Pero ¿para qué necesito saber de tus fetiches?
-Me encantaría tener uno.-Respondía.
-Igual a mi pero, no es el tiempo. No quiero extrañar la sensación de cómo es sentarse.
Nos reímos.
-Mira, en serio quiero hablar contigo de algo importante.
-Espero y sea serio, sino abro la puerta y me tiro.
-Oh no, no podría cargar con eso en mi conciencia.
-Está bien, dime.- La miré a la cara.
-Antes de que tú salieras de tu habitación Daniel me contó que tuviste un pequeño colapso o no sé cómo decirlo. Y tal vez, no sé si te guste platicar acerca de eso.
Miré al frente y mi cara cambió completamente de una sonrisa a una cara triste.
-Alex, sabes que yo soy más que tu prima, soy como una hermana y puedo apoyarte lo que quieras, y te doy mi brazo para que te recargues en él. Quiero saber si te encuentras bien, por favor, confía en mí.
-Sí, la verdad es que ayer me encontré una foto con él y, sabes que es difícil no pensar en él de que hace tiempo que lo perdí. Sí pudiera retroceder el tiempo y haberlo evitado tal vez mi vida sería otra.
-Yo creo que tienes que centrarte en tu futuro y no mirar el pasado.
-La verdad es que yo no puedo mirar el futuro con el pasado que me está llamando. Solo me gustaría tenerlo en frente y poder abrazarlo una última vez.
Ella se mantuvo firme al volante sin mirarme pero pude ver como su cara cambiaba.
-Mira, hay que cambiar de tema. Sabes, mejor duérmete para que así manejes.
-Está bien, buenas noches Maxina.
-Duérmete antes de que yo te duerma, querido.-Lo decía en tono burlón.
Cerré mis ojos.
Corriendo a través del bosque, la luna era mi única luz sentía a alguien siguiéndome, mi respiración era agitada, el sonido de los búhos a lo lejos le daba el toque aterrador como una película de terror de los 90'.
Sentí como mi cuerpo empezaba a moverse pero algo hacía que se moviera y era Max.
-¡Despierta, despierta!
-¿Qué pasa?- Todavía continuaba algo dormido.
-El neumático explotó- Detuvo el Jeep.
-¿Y ahora qué?
-Hay que cambiarla.
Salimos los dos y nos fuimos a la parte trasera del Jeep para sacar el neumático de refacción.
Mientras ella terminaba con el neumático delantero yo acomodada el otro dentro del Jeep.
-Listo-dijo- Toma la llave y guárdala en su lugar.
-Listo.
-Te toca manejar Alex.
-Está bien, ¿segura que todo está en orden?
-Sí, en perfecto estado.
-Lo siento por no saber cambiar los neumáticos.-Mientras me abrochaba el cinturón.
-No te preocupes, lo malo es que ninguno de los dos supiera.
-Eso sí.-Contesté.
Tomamos la autopista dónde los árboles gigantescos y hermosos pinos enmarcaban el asfalto de miles de kilómetros, donde alguna vez existieron árboles. El cielo estaba poniéndose algo nublado y los rastros de cielo azul se cubrían de espesas nubes grises.
La lluvia nos ganó y el sol se estaba yendo por el sendero, entonces continúe manejando más lento.
-Falta 1 hora para llegar pero sí sigues manejando así llegaremos mañana.
-Está lloviendo no quiero que nos pase nada.
-Tranquilo, estaremos bien. Acelera, ya quiero llegar.
Pisé levemente el acelerador.
-Mira, sí quieres enciende los faros de arriba, así tienes más visión de la carretera.
Mientras seguíamos en la carretera ella me presionó para pisar el acelerador más.
-Tranquila verte todo el día no se lo deseo a nadie.
-No puedo estar más tiempo contigo, te amo pero es suficiente.
-Solo faltan 35 minutos, piensa en las cosas que harás cuando lleguemos. Quiero ir al valle a nadar mañana.
-Sí, necesito broncearme y estrenar mi traje de baño causa pasiones.
Reí.
-Son dos piezas. Piensa en las miradas que robaré.
-Ésta parte siempre me da algo de terror.
Cambié bruscamente el tema de conversación al ver el camino con gigantescos árboles, con ramas hacía la carretera, en la oscuridad de la noche y con el reflejo de las luces del Jeep hacían sombras espeluznantes.
-Ten cuidado aquí, hay que disminuir la velocidad. Mamá me dijo que algunas ramas estaban en gran parte de la carretera.
-Tranquila, lo tengo todo bajo control.
La lluvia cesó por unos instantes momentos antes pero cuando pasamos por esa parte de la carretera se intensificó más de lo que había visto jamás. Los vientos hacían que los gigantescos pinos se movieran de lado al lado tal cuál tiras de papel.
-Oh no, espero que mañana sea un día soleado.- Se quejó.
-Tranquila, ya casi salimos de esta pesadilla, solo un tramó más y...
Un rayo cayó directo a un árbol cortándole parte de él y haciendo que cayera a la carretera.
Rápidamente pisé el freno.
-¡DETENTE!-Gritó.
-¡Eso hago!
Logramos esquivar la parte del árbol y seguí manejando hasta que un ruido procedente de de la parte delantera del Jeep empezaba a sonar y toda la camioneta comenzó a temblar tal cual estuviéramos en un terremoto, entonces el neumático salió volando y se perdió en la oscuridad del bosque.
-¿Qué ocurre?- Grité.
-Fue el neumático que cambié.
Sus ojos querían salirse de sus órbitas. Su manos estaban sujetadas al techo del monstruo de aluminio que iba tal cual un caballo salvaje corriendo libremente en un campo pero ésta no tenía frenos.
La camioneta se fue de lado y no pude detenerla, la curva estaba al final de la pendiente y no podía girar el volante, la tormenta decoraba nuestro pronosticado final, cerré los ojos y le tomé la mano. Faltaba poco para que de la fuerza que desprendía mi pie atravesara el piso de incontrolable Jeep. Un rayo sonó al instante que atravesamos el barandal de la curva pronunciada dándole énfasis a nuestra caída.
Sentí unos segundos en el aire pero sabía que después de eso ya no sentiría nada. Mi vida aquí había terminado y moriría junto a una de las personas que más amaba en el planeta. «pronto estaré contigo» me dije. El Jeep cayó al acantilado y solo sentía como daba todo vueltas, lentamente nuestro equipaje atravesaba las ventanas de la camioneta, Max salió disparada y no la pude ver más. Un sonido combinado al de un rayo y una lámina apachurrándose sonó. Todo se puso negro.

Abrí los ojos y me levanté a como pude, tenía vidrio en mi ropa, la lluvia y relámpagos no cesaban. No entiendo cómo salimos del ahora destruido Jeep, las luces delanteras quedaron prendidas para mi suerte, el Jeep estaba de cabeza y todo destruido, nuestras cosas regadas por todo el área; entonces empecé a sentir caliente mi pierna y mi cara. Algo más espeso que las gotas de lluvia empezó a notarse en mi frente mis manos la tocaron y es ese líquido que recorre todo el cuerpo humano: «¡es sangre!» Grité.
-¡Max! ¡Max!
Gritaba sin ninguna respuesta, inmediatamente corrí a buscar algún teléfono a la camioneta y no encontré nada.
-¡Max, ¿donde estás?!
Nada.
Al fondo de la oscuridad y con la lluvia quizá a su punto máximo, logré ver una silueta correr a lo que traté de fijar la vista para lograr distinguir sí era mi prima. «¡Urrrrrg!» Un sonido que me puso la piel de gallina hizo que mi corazón se acelerara. No pude distinguirlo pero se acercaba cada vez más, no lograba oír si sus pasos rompían las ramas del suelo o sí era el aire que las movía de lugar con su majestuosa fuerza. Corrí detrás del cuerpo desecho de metal a esconderme y giré mi cabeza para estar en guardia; cerca de mí a no más de 15 pasos, una enorme silueta de aproximadamente dos metros posó, un rayo cayó así iluminando un poco su rostro: era un enorme oso gruñendo, la lluvia lo estaba bañando pues su piel peluda goteaba a chorros. Se acercó a oler todas las cosas que habían ahí. Pero gruñó tan fuerte que brinqué de la impresión hasta que sus ojos vieron a los míos y quedé paralizado.
Me heché a correr con mis pocas fuerzas, y jamás miré atrás y corrí por mi vida. Su gruñido se escuchaba lejos. Entre los árboles corría y la luz que había cada vez iba perdiendo su fuerza. No pude seguir gritando el nombre de Max pues temía a que el oso me descubriera.
La luz de la luna esta vez no me ayudó pues llovía mares. Tropecé varias veces y me rasguñé, mi ropa se rasgaba pero corría por mi vida, hasta que tropecé con un tronco y me golpeé la cabeza, todo se puso negro de nuevo y no supe más nada.

Sentí que mi cuerpo flotaba pero se bañaba de fuertes brisas, me empezó a dar frío, luces pasaban frente a mi como si viera un carrusel dando vueltas sin parar haciendo que las luces se deformaran. Cerré los ojos.

Cuándo los abrí estaba Daniel sentado en sillón gris, la habitación llena de flores y yo con un aparato en mi nariz, supongo que era para ayudarme a respirar.
-Da, Daniel.-Gemí.
-Alessandro -se levantó corriendo- Creí que no despertarías. Iré por mis papás.
Salió corriendo como una bala.
Yo seguía analizando toda la habitación, mi pierna estaba fracturada, tenía un yeso. ¿Pero cómo?
Mi mamá entró acompañada de Daniel.
-Mi hermoso, mi hermoso -lloraba- creí que no lo lograrías, estuviste en coma ¡tres días! Estaba preocupada.- me besó la frente.
-¿Qué me pasó en la pierna? ¿Cómo me encontraron?, Max.
-Tranquilo, no hables.-Dijo.
Suspiré.
-Según el informe oficial; te hechaste a correr, te desesperaste por la lluvia, la oscuridad, Max y el accidente. Corriste al bosque y te tropezaste con un tronco, caíste sobre una piedra y tu cabeza sufrió el impacto, entonces te quedaste consciente por unos minutos, luego seguiste corriendo hacia dentro del bosque pero no pudiste más y te desmayaste porque perdiste sangre a causa de la sutura en tu cabeza, así que 10 metros caíste en una fosa y te fracturaste el pie.
-Te buscamos por dos por muchas horas hasta que te hayamos.-Dijo Daniel.
-Max.-Dije.
-Ella salió volando de la camioneta y fue encontrada a 15 metros del coche y está fracturada de las piernas del hombro y está en silla de ruedas por el momento, sus papás se la llevaron a New York para que un doctor especialista la valore -mi mamá tomó mi mano izquierda- Tú ya sabes cómo son ellos y tomaron esa decisión.
-Quiero irme de aquí, quiero estar en mi casa.
-Tranquilo, esperaremos a que el doctor diga algo. Mientras tanto descansa. -Decía Daniel.
-Dormí por tres días, creo que mis pilas están suficientemente cargadas.
Rieron.
Pasó lo que tenía que pasar en el hospital, valoraciones, discusiones, enfermeras. Hasta que al final pude sentir el aire fresco entrar por mis fosas nasales.
Al llegar a casa, con ayuda de mi hermano y mi papá subimos a mi habitación, ahí me esperaba René, terminando de arreglar mi cama y poner todo en orden para mí. Lo que quería era verme a un espejo para saber como estaba todo mi cuerpo.
-Estuve contigo varias horas, espero que me devuelvas el favor.- Me besó en la frente.
-Serás mi ama, lo prometo.
Al intentar caminar con las muletas casi me caía, ya había perdido la práctica de cómo usarlas pues varios años atrás tuve una fractura similar y las usé por un tiempo.
Mi pierna con el yeso hasta arriba de la rodilla fue lo primero que ví, mi frente con rasguños, supongo que eran de ramas de los árboles, moretones arriba de mi ceja, mi labio partido. Y la sutura dento de mi cabello se hacía notar por una parte rapada dejando ver la piel. 5 puntadas eran la cereza del pastel.
No podía imaginarme como tu vida cambia en segundos como si fuera un rayo en el cielo en medio de una tormenta.

Luna de media tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora