Bienvenido

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Deblon Stuart
- Aquí, aquí es un buen lugar.
Estacioné a Milly.
Milly es la motocicleta KTM que he tenido durante tres años. Esos años con Milly en mi vida han sido los mejores. Me ha ayudado a escapar de mis problemas, literalmente. Sus llantas con cara negra y toques blancos y su cuerpo color rojo anacarado que a la luz del sol brillaba como miles de diamantes, me hacían temblar cuál cordero recién nacido.
Caminé unos cuántos metros y ví el logo de la escuela; una bonita ancla azúl con un tiburón y un lobo al rededor de la caña. Mar y bosque. Entonces ví a lo lejos un par de chicos que estaban solos dentro del edificio más alto de toda la escuela, de gigantes ventanales transparentes dando a ilusión a una pared de cristal. Supuse que ese era el B ya que aún costado de el estaba otro edificio y justo tenía un logo en color café y como de 4 metros de largo la letra A.
Intenté caminar lo más rápido posible para alcanzarlos y buscar ayuda para encontrar las oficinas, pero mis botas color negro no estuvieron de mi lado. Mi abuela me lo advirtió «esas botas no te ayudaran a caminar muy bien y te ves algo tonto» pero la ignoré. Abuela, es mi moda.
Traté de vestirme a como mejor me sintiera, sentirme seguro y confiado. Esperaba que en la escuela hubieran personas con sus estilos propios. De eso se trata la vida, ser único.
Una camiseta de algodón negra con el número 16 a un costado de mi pecho, una chaqueta de mezclilla que hacia juego con mis pantalones y unos lentes oscuros. Mi cabello hace un par de semanas tenía un mechón naranja que le urgía darle un retoque a rojo intenso, ya que me daba poder y además era mi color favorito.
Intenté llegar dentro del edificio y buscar ayuda. Luego me topé con un chico de mi estatura o unos centímetros más alto, de cabello corto, tes clara y con ojos bonitos.
Él se me quedó viendo.
-Hola... ¿estás buscando algo?
- Hola, sí. Necesito encontrar las oficinas, estoy un poco desorientado.
Él me continuó viendo y torció la boca.
- Se nota que eres nuevo.
- Lo soy.
- Tu cabello es genial.
Me encogí de hombros.
-Le hace falta un retoque.
Él sonrió y se le hicieron dos hoyuelos.
- A mí me gustan tus ojos en particular.
Él se aclaró la garganta a causa de mi respuesta.
- ¿Qué traes aquí?.
Me quitó de las manos mis papeles.
-¿Estudiarás aquí?- Me miró.
-Sí, soy nuevo. Apenas llegué hace unos días.- Me acomodé el cabello rojo que caía en mi rostro.
En seguida me los devolvió y me dió las indicaciones por dónde debía ir para las oficinas, pero no sin antes despedirme sentando la cabeza.
- Gracias. Creí que me iba a perder, digo, es todo tan grande que no iba a encontrar a tiempo la oficina.
-No te preocupes, las personas que no conocen aquí siempre están perdidas. Soy Marco Luna.- Sonrió.
- Me llamo Deblon Stuart. Un gusto.- Le sonreí yo también.
Salimos fuera del edificio.
- Pues bienvenido Deblon Stuart, espero y disfrutes de la escuela. Aunque déjame te digo, últimamente todo por aquí ha estado raro. ¿Estás listo para esto?
- El mundo es mi juego, yo pongo las reglas. -Le dije.
Me guiñó el ojo mientras sonreía.
- Gracias. ¿Tal vez no veremos luego?
- Tal vez. -Se iba en dirección al estacionamiento.
- Entonces nos vemos. -Le grité mientras se alejaba.
- Suerte. Y nos vemos el próximo año.
Me dí la vuelta y continué el camino indicado por ese lindo muchacho, pero antes de ir demasiado lejos me di la vuelta para poder apreciarlo mejor. Tenía un buen trasero.
Y aquí, es hora de poner mis reglas, me dije a mis adentros.

Luna de media tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora