¿Otra vez tú?

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- Es que no puedo creerlo ¡soy un estúpido!
Gritó.
-Aun es tiempo de que no pase a mayores. No te culpes, te manipuló. En todo caso aquí la víctima eres tú.
-Éstas últimas semanas he detenido cosas de mi vida por él y él me tiene como su títere. -Estaba llorando pero de enojo.
Lo abracé, y volví a decorar su dulce aroma a vainilla.
-Tranquilo. Ya lo sabes y eso es lo importante. Fue bueno que se me olvidara detener la grabación en la escuela de lo contrario seguirías siendo como su esclavo.
Sonrió.
-Gracias... gracias por abrirme los ojos y confirmarlo.
-Confirmar, ¿qué?
-Ésta tarde después de que te fui dejar a la plaza. Regresé a su casa y él estaba hablando solo, pero creí que con alguien y una vez que cerré la puerta se detuvo, pensé escuchar que dijo «lo creyó todo» o algo así.
-¿Qué dices?...
-No quería creerlo, y le di el beneficio de la duda. Pero lo que escuché ahora me demuestra que él tiene graves problemas.-Miraba a la ciudad.
-Dame tu mano. -Dije.
-Qué bella es la ciudad, las luces y el pequeño faro...
-Sí... de hecho es una muy bonita imagen.
-¿Sientes eso? Cerró los ojos.
Yo no comprendía nada.
-Es una sensación bonita, cómo cuando saltas con paracaídas y te sientes libre por el aire. Estar aquí contigo me hace sentirme libre.
Salimos del coche para pararnos frente a los barandales de madera.
-Éste momento en definitiva es uno que jamás olvidaré. Gracias por abrirme los ojos.
Puse mi cabeza en su hombro.
Nos quedamos un rato bajo la luz de la luna y el abrazo de los hermosos árboles de pino.
De regreso a casa noté su cara algo distraída.
-¿Todo bien?
Suspiró y miró a la oscuridad del bosque.
-Todo está mal. Me porté como un tonto contigo y jugaron conmigo. No sé qué decirle o hacer con Diego.
Suspiré.
-Sí vuelves a decir que te portaste como un tonto conmigo, te golpeo en la cara, en serio.
Hizo una media sonrisa.
-Basta ya.-Dije.
-¿Qué hago entonces?
-Tu corazón hablará por ti. Déjate llevar. Todo saldrá bien mañana.
Mientras estacionaba el coche me dijo.
-Gracias por todo Alessandro. Te quiero mucho. -Me besó la mejilla.
Sentí como me ponía rojo.
-Nunca te lo he dicho pero cuando te pones de ese color me vuelves loco.
Oficialmente tenía el color de un tomate.
Salí de inmediato del coche. Mi mente se estaba quedando en blanco.
Me tomó de la mano.
-¿No me vas a decir nada?- Puso una cara de niño triste.
-Suerte mañana- Fue lo único que alcancé a decir - y gracias por traerme.
Caminé hasta mi casa mientras escuchaba como encendía el motor del viejo Tsuro.
Me sentía con algo de culpa pues no me ofrecí de acompañante para enfrentar a Diego. Pero sentí que ellos tenían que enfrentarse. Esperaba que no le pasara nada con Diego o éste tuviera un ataque y lastimara a Marco o llegasen a golpes. Casi me dan escalofríos.
Me acosté y caí en sueño.

Eran las 11 de la mañana del sábado. Y le marqué a Diego.
-Diego, iré a tu casa en 15 minutos.
-Marco, ¿todo bien?. Está bien amor.
Torcí la boca de disgusto. No quería saber nada más de él. Ya quería que todo ésto pasara.
Toqué su puerta y abrió. No podía creer que me engañó y no lo soportaba más. Él intentó abrazarme. Pero esquivé el abrazo.
-¿Todo bien?
Miraba al piso.
-No. Ya sé que tus papás no se están separando y sé todo lo que le dijiste a Alessandro. Necesitas ayuda urgente.
Tenia los ojos tal cual unos platos.
-Pasa, por favor. -Me tomó del brazo y nos metimos.
-No, perdón mi amor. Yo estaba muy enojado y le dije todo eso a ese tipo. Eso fue, sí, sí... eso.
-Deja de actuar, me has tenido manipulado todo éste tiempo y eso ya acabó.
-¡NO!- Gritó.
-Basta, no actúes. Estamos hablando de hombre a hombre. Busca ayuda y a mí... no me busques más.
Se puso rojo y se tiró de rodillas a mí.
-Perdóname mi amor, yo... te amo. Somos el uno para el otro y no soportaría perderte. Por favor.
-Lo único que perdiste aquí es la cabeza. Yo te quería como un hermano más que un amigo. Pero eso ya es pasado.-Me di la vuelta para abrir la puerta, después todo se puso negro y no supe más.

Mientras estaba con Marie y Nahomi haciendo la tarea de historia sonó mi teléfono.
-Alex- la voz sonaba débil- Alex...
-Marco, ¿qué te pasa?
Su respiración se oía débil.
-Estoy tirado en el suel-lo....Diego me gol-peó, estoy en su cas...
Se detuvo de hablar y no siguió haciéndolo.
-¿Alex?-Dijo Nahomi.
Supuse que mi cara era del color de un papel.
-¿Qué te ocurre? ¿Qué te ocurre?-Me movía Marie desesperadamente.
-Marco se está muriendo -dije- ¡parece que se está muriendo!- Me levanté de la cama.
-¿Qué? ¿dónde está? tenemos que ir con él.
-¿Pero qué le pasó, Alex? Responde.
-No, no sé. Él se iba ir a ver con Diego su casa-no podían salir las palabras en mi boca- está está en casa de Diego pero dice que le golpeó y no sabe más.
Tómanos el coche de la mamá de Marie mientras ella estaba durmiendo. Lo puse en marcha y nos fuimos los tres hasta casa de Diego.
Al entrar a la casa de Diego, Marco estaba tirado detrás del sillón con un charco de sangre saliendo de su cabeza. Pensé lo peor.
Me tiré a recogerlo.
-Marco, Marco. -Lo abracé mientras él estaba desmayado.
Rápido chicas llamen a la ambulancia. Nahomi lo hizo mientras Marie corrió dentro de la casa para encontrar a Diego pero no lo logró.
-¿Alex? -su mano llena de sangre tocó mi mejilla- gracias por venir a rescatarme. - Cerró sus ojos y dejó caer su mano.
Empecé a gritar mientras Marie y Nahomi corrían a levantarme, todo pasó lento y a la ves rápido. Yo estaba lleno de sangre y quería estar con él. Estaba en shook, solo escuchaba la sirena de la ambulancia y Marie hablando con los policías, Nahomi junto a mí abrazándome.
En el hospital estaba sentado justo al lado de él y estaba esperando a que abriera sus ojos. Una venda de estaba alrededor de su cabeza. Su mano estaba arriba de la mía. Me puse a llorar y mi cara se recargó en ella.
-Te ves lindo cuando lloras.
Lo miré como si hubiera visto un milagro y lloré.
-Creí que casi te perdía... te perdíamos, perdón. -Lo quedé viendo.
-¿Qué tanto me ves? ¿Te gusto?... ¿con todo y vendas?
Hice una carcajada.
-Parece que te estás convirtiendo en una momia como las que hay en Scooby Doo.
-Me duele la cabeza.- Cerró los ojos.
-Tranquilo, solo unas horas más y serás libre. Tus papás estaban preocupados, salieron a tomarse un café.
Su mano apretó la mía.
-¿Qué ocurrió?
-Me llamaste, tu voz estaba débil, llegamos Marie, Nahomi y yo a tu casa y estabas en el piso con un montón de sangre.
Volvió a cerrar los ojos.
-Recuerdo que le reclamé e iba de salida y todo se puso negro, solo eso.
-Tranquilo. -Dije.
-Y él... ¿dónde esta?
-No sabemos nada, nadie sabe dónde está. Su hermana lo está buscando junto con la policía.
Suspiró.
-Ya no te preocupes por él, eso déjalo un lado ya su hermana se encargará de él.
Me quedé con él por un buen rato mientras llegaban sus papás. Finalmente él se quedó en el hospital hasta el anochecer y fue a su casa. Hablamos por teléfono el domingo y finalmente llegó el lunes. Así que nos vimos en la escuela.
Salia corriendo de mi casa pues se me hacia tarde. A la llegada me encontre con mis amigas a las cuales las abrace y agradecí por todo lo que estaba pasando. Esta semana era la ultima de clases por lo que tal vez no nos veriamos mucho en vacaciones, una ironia pues son vacaciones pero en fin. caminamos hasta el edicifio B y Marco estaba
Me quedé con él por un buen rato mientras llegaban sus papás. Finalmente él se quedó en el hospital hasta el anochecer y fue de regreso a su casa. Hablamos por teléfono el domingo, cada 30 minutos estaba haciéndole una llamada « ¡eres un poco molesto! » dijo, pero yo estaba completamente preocupado por él y finalmente llegó el lunes. Así que planeamos que pasaríamos las horas libres juntos en la escuela.
Salía corriendo de mi casa pues se me hacía tarde. A la llegada me encontré con mis amigas a las cuales las abracé y agradecí por todo lo que estaba pasando. Ésta semana era la última de clases por lo que tal vez no nos veríamos mucho en vacaciones, una ironía pues son vacaciones pero en fin. Caminamos hasta el edificio B y Marco estaba saliendo de su coche con su mochila en la mano; se unió con nosotros para hacer un cuarteto, él y yo juntos por supuesto.
-Que lindas vendas -dijo Marie- es una interesante tendencia de moda.
Sonrió.
-Tengo unas de repuesto por si quieres estar a la moda igual.
-¿Cómo te sientes?-Preguntó la pequeña Nahomi.
-Todo bien, me siento algo tonto por usar vendas pero todo sea por la salud.
-Pues con suerte y sí hagas tendencia.-Le dije.
Me empujó levemente mientras caminábamos a las escaleras.
-Chicas... muchas gracias por ir por mi cuando estaba inconsciente, sin su ayuda podía haber...
-Tranquilo corazón –lo detuvo Marie- todo amigo de Alex es nuestro amigo.
-Así es. Todos nos apoyamos y espero que si algún día necesitemos ayuda tú estés para nosotras. –Dijo Nahomi.
Al llegar al pasillo, mis amigas se dirigieron al salón de clases mientras se despedían de nosotros. Marco me tomo del brazo con dirección al balcón.
Me tomó la mano.
-Gracias por todo. Si yo te hubiera escuchado nada de esto me hubiera pasado. No puedo creer que le ofrecí mi corazón y me terminó traicionando de esa manera, yo... no puedo creerlo.
Mire con dirección a al estacionamiento.
-¿Alex? ¿Me escuchaste?
-Espero que esté bien y no lastime a alguien o se llegue a lastimar. Pero por favor ya para de decir eso, estas aquí y eso es lo importante. Tus errores te tienen de esta forma, pero aprendiste algo.
- ¿Y qué aprendí?- También su mirada estaba en dirección al estacionamiento.
-A escuchar a las personas y a tu corazón. Hacer las cosas por tu cuenta y o querer recibir ayuda de los demás a veces no es bueno.
-Te quiero, espero que a partir de ahora todo sea más tranquilo para nosotros.
-Y podamos estar en paz. –Dije.
Nos despedimos de abrazo y nos fuimos a nuestros salones donde tendríamos pocas clases.
El día estaba yendo de lo más aburrido posible, pero eso era bueno ya que las cosas estaban bien. La hora de descanso empezó y fui con mis amigas a la cafetería, él estaba ahí con sus amigos también. Carl y Grecia se sentaron con nosotros y no podía creer que Marie y Nahomi tuvieran bastantes cosas en común con ellos.
Las hora de matemáticas estaba por terminar, hasta que sonó la alarma de incendios y todos empezaron a alarmarse, inmediatamente el profesor Tomás exigió que saliéramos en orden y tranquilos.
-¡AHHHHHHHHH!
Marie gritó detrás de mi.
-Me da miedo el fuego. Siento que me desmayaré.
Mientras salimos no había indicios de fuego en el edificio, los maestros estaban mirándose a la cara y todos los alumnos también.
-¿Qué ocurrió?-Se preguntaba Nahomi.
Mientras estábamos en los pasillos un profesor pidió que saliéramos hasta el estacionamiento. Los pasillos estaban casi a reventar ya que todos los estudiantes de los dos niveles más arriba estaban bajando.
Nos metimos a nuestro salón.
-Hay que esperarnos a que bajen todos, ahora es imposible, no quiero quedar atrapado en las traicioneras escaleras.
-Tienes razón, pero hay que quedarnos juntos por favor.
-Vaya Marie, nunca me imaginé verte tan asustada. –Dijo Nahomi.
-Es que no es eso cariño, presiento algo. No lo puedo explicar. –Se tocaba el corazón.
-Tal vez es esto, ¿no crees?-Dije.
-No sé, tal vez.
Mi teléfono sonó.
-Dime.-Dije
Era Marco.
-Alex, ¿estás bien?
-Sí, estoy con Marie y Nahomi. ¿Estás en estacionamiento?
-No, lo que pasa es que antes de que sonara la alarma, mi profesora me pidió ir a buscar al salón 333 una silla pero tardé dentro y alguien lo cerró. Estoy atrapado y no es bueno, soy claustrofóbico.
Sonó algo agitado.
-Está bien, solo estoy esperando a que el pasillo se despeje pero ahora voy a rescatarte. –Corteé la llamada.
-¿Qué ocurre?-Preguntaba Nahomi mientras trataba de espiar por las ventanas al estacionamiento.
-Es Marco, está atrapado en el salón 333.
-¿No en ese salón se movían las cosas?- Decía Marie.
-No metas más presión en el aire. –Dije.
Mientras salimos del salón, nos aseguramos que no hubiera ningún profesor para escabullirnos por las escaleras. Subimos hasta el último piso pues ahí estaba el salón.
Marie quitó el seguro de la puerta y Marco salió de ahí con la piel del color del papel. Y me abrazó.
-Gracias -le costaba respirar- chicos, les debo bastante.
-Hay que bajar -dijo Nahomi- podríamos meternos en problemas.
Marie y Nahomi iban delante de nosotros hasta que de un salió Diego con una pistola apuntándonos. Sentí como mi corazón dejaba de respirar. Todo se puso lento.
-¡Oh no!- dijo Nahomi- y se desplomó al suelo.
-Rápido –nos apuntó a Marco y a mí con el arma- muévanse al balcón, ¡ya!
Marie a como pudo, movió a Nahomi hasta la puerta de uno de los salones.
-Diego, Diego. Bájala por favor. No le apagues la luz a alguien solo porque la tuya ya o enciende.-Le dijo Marco.
Estaba en shook y me recargué en los barandales y miré al abismo. En definitiva, saltar desde el cuarto piso no sería buena idea. Acabaría como huevo estrellado.
-Diego...-Dije.
-Tú cállate imbécil. Tú eres el culpable de todo esto. Sí tú no te hubieras cruzado con mi Marco, nada de esto estuviera pasando.
-Cálmate, necesitas ayuda, ya. Baja eso, hazle caso a Marco. Yo te pued...
- Estoy harto de que todos me digan que necesité ayuda, mi papá, mamá y hasta tú Marco, ¡harto! Y, yo estoy desesperado, no sabes cuanto te extraño y desde que supe que tú estabas enamorado de éste -me miró- mi mundo se vino abajo. Te amo, te lo he dicho miles de veces pero parece que tus ojos no brillan conmigo a como lo hacen cuando ven a Alessandro. He intentado, no sabes cuánto, que tú y yo estemos juntos, y, y y, entre más cerca estamos los dos más te alejas tú.
Marco me tomó de la mano y nos miramos por unos segundos.
-¡No! Él ya no es mi amigo y nunca lo fue. Ayúdame Marco. Por favor.
Empezó a hablar solo.
-Diego, amor... dame el arma ya, te puedes meter en problemas. Dámela y me iré contigo sí es lo que quieres.
No había notado que lucía algo sucio, sus jeans rasgados y su camiseta algo rota de los costados. Su hermoso cabello lo cubría una gorra negra.
-En serio ¿te irías conmigo?- La pistola que estaba apuntándonos empezó a temblar mientras a causa de su mano.
Marco se acercó a él y lo quedó viendo como pendiente de algún movimiento en falso. Una vez que Marco llegó a su costado le extendió la mano temblorosa para recibir la pistola.
-Lo siento mi amor. –Dijo Diego.
Un movimiento rápido, sonó como un metal siendo azotado con algo duro como pared. Diego golpeó a Marco en la frente y cayó inconsciente al suelo.
Me apuntó a mí mientras yo veía como Marco parecía un ángel dormido en el suelo.
-Para que yo sea completamente feliz, tú tienes que irte de aquí.
-Diego, por favor, te lo ruego. -Mi corazón no para de latir tan fuerte que sentí que iba a salir corriendo, supongo que presentía el final y estos serían sus últimos latidos.
Solo cerré los ojos.
El claxon de un camión de bomberos sonó muy fuerte que di un pequeño brinco supongo que él igual.
-¿Qué mierda es eso?- Dijo con cara curiosa.
«¡PAP!» Un sonido como de madera sonó detrás de Diego haciéndolo caer pero no perdiendo la razón.
-No estoy acostumbrada a ésto, pero desde que escuché de ti siempre quise darte un golpe. –Dijo Nahomi con un bate de béisbol y algo despeinada.
Marie salió gateando de los pasillos a su izquierda.
La pistola cayó con dirección a las escaleras y fue ahí donde me dije que me iba a repetir de lo que iba a hacer.
-Maldita –dijo mientras se intentaba levantar- me la vas a apagar, asquerosa.
Lo tomé de la camisa debajo del cuello y un descarga de adrenalina recorrió todo mi ser. Un golpe a puño cerrado directo en su mejilla izquierda hizo que cayera al suelo soltando sangre de la boca. Lo volví a levantar.
-Tu diversión ya acabó aquí. –Mi puño se estaba empezando a encariñar con su cara.
Marie y Nahomi se sentaron con junto a Marco. Nahomi apoyó su cabeza en el hombro de él.
Los policías llegaron y hasta los bomberos también. Él volvió en sí y yo estaba parado justo de frente a él. Vio como Marco me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-Dicen que la envidia es mala, pero como te envidio en estos momentos. –Dijo con un poco de sangre en su boca.
-Ya estarás mejor, lo prometo -Le dije.
-Acuérdate de ésta cara, porque yo nunca me olvidaré de ti. Y vas a pagar con sangre. Y tú me rogaras que acabe de una vez contigo pero te haré sufrir.
Me dio escalofríos.
«¡Camina, ya!» le dijo el policía mientras lo bajaba por las escaleras.
-¡Lo juro!- Gritó.
Mis amigas y Marco se levantaron y yo fui corriendo a abrazarlos.
-Nahomi, fuiste la verdadera heroína hoy.- Dije.
-Nadie se meterá con mis amigos mientras siga respirando.
-Gracias por salvarnos la vida.-Dijo Marco mientras le daba un beso en la mejilla.
Se puso roja.
-Cariño, ¿por qué te pones roja?- Dijo Marie.
Todos reímos.
Los días pasaron... en realidad pasó una semana, sin dramas amorosos o tipos apuntándonos a la cara pero eso pintaba bien. Era jueves y ya podía respirar el aire con olor a vacaciones. Al llegar al edificio B, Marco apareció detrás de mí.
-Hola guapo.-Hizo la sonrisa que me derretía como un cubo de hielo cuando le ponían sal arriba.
-Hola... ¿listo para las vacaciones?
-Mucho, quiero estar contigo todos los días.
-¿No crees que será aburrido?-Dije.
-No lo será si me invitas a ver las estrellas a tu lugar favorito.
-¿Donde? ¿En el techo de mi casa o al mirador?
-A cualquiera mientras sea contigo.- Sacó detrás de él un pequeño girasol.
-Qué bello. Gracias, cada día me gustas más y más y más...
Entramos al edificio.
-Creo que lograste que ésta flor se volviera mi favorita también.
-Es que es hermosa.
Nos miramos a los ojos. En mi mente me dieron unas ganas de tocar sus bíceps. Pero no quería arruinar el momento y por suerte no él no podía leer la mente.
-Alessandro... espero que este año no hayan más dramas. Solo quiero estar contigo y ser feliz.
-Eso espero yo también.- Seguíamos mirándonos a los ojos.
La campana sonó y rompió la magia.
-Tengo clases de matemáticas, el profe no para aun sabiendo que ya acabaron las clases.
-Suerte con los números. Yo iré a mi choche. Olvidé algo.
-¿Nos vemos en el almuerzo?- Pregunté.
-No lo dudes.
Le di un beso en la mejilla y corrí a mi salón por las escaleras.
-¡Marco!- Grité desde el balcón.
Él se giró hasta encontrarme.
-No sabes cuánto te quiero.-Dije.
-Mi corazón tiene dueño y se llama Alessandro. –Dijo.
Nos miramos a los ojos hasta que entré en razón y corrí a mi salón y terminé llegando tarde como siempre.

Luna de media tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora